En la mitad de la semana santa moría Isana Lázaro, más famosa como Isana Medel o Isana Sacristán. Tenía 81 años. Muchos clientes del bar Popy crecieron compartiendo historias con una mujer pionera, que conoció el glamour y la fama en los sesenta. Como Miguel Hernández podría decirnos: Llego con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida. Aunque no olvidaremos sus ganas de disfrutar y su sentido del humor.

En Pozuelo vivió con su  segundo marido, José Sacristán, leyenda ya de la interpretación en nuestro país. Con el tuvo dos hijos, Josito e Isana, y vivieron enfrente de la iglesia, en pleno centro. Aquí se casó con Hugo, su tercer marido -veinte años más joven- con el que tendría su cuarto hijo, Huguito. La prensa del corazón y los curiosos rodearon aquella boda, que fue de boca en boca en el pueblo que ya perdía la memoria de las lombardas. Entonces montó el Popy, el bar de la movida en Pozuelo.

Pero antes de Isana Sacristán fue Isana Medel, la actriz. Eran los tiempos de su primer marido Luis Meiral, y su primer hijo, Luis Lázaro -actor, guionista y dramaturgo-, que eligió el apellido de su madre como reivindicación de su figura. Cuando muere a los 54 años, en diciembre de 2012, Isana se convierte en una sombra, y su memoria la va abandonando. Aunque hasta el final mantuvo su cigarrrillo en la boca.

Isana Lázaro nació en Huércal-Overa, Almería. Hija única. Andaluza, pero criada en Madrid. “Una familia humilde. Mi madre modista. Mi padre se fue a la guerra”. Y no volvió, me contaba en nuestra entrevista para La Voz, en junio de 1991. “Yo me lo planteé desde los quince años, que tenía que trabajar y tenía que trabajar en aquello que a mí me gustaba. Aquello que a mí me gustaba entonces era un sueño, era el cine, era el teatro. No sabía nada pero era muy intuitiva. Eso me sirvió de mucho”.

Aquella joven entró en el Instituto de Investigaciones y Experiencias cinematográficas de la mano de Alfredo Mayo. Protagonizó la película fin de carrera de Carlos Saura, “La tarde del domingo”.  Con Fernando Fernán Gómez hizo “Suspenso en comunismo” y “El malvado Caravel”. Con Jess Franco -y de productor asociado Luis García Berlanga– protagonizó “Tenemos 18 años”, con Teréle Pávez. Trabajó con Antonio Ozores, Ana Mariscal o Rafaela Aparicio.

Conoció la fama, también en el mundo de la publicidad como “la chica de la Maizena”. Vivió el glamour de los sesenta, las fiestas, los estrenos… En el Hotel Plaza alternaba con Ava Gardner o enseñaba a Joan Fontaine a beber chinchón con té helado. “En aquel tiempo yo hice muchos cortos que se veían en los cines de la Gran Vía… Tengo como muy mala memoria, he tratado un poco de olvidar todas esas historias que he hecho. Perdí un poco la ilusión por este mundo que me tocó vivir, por una parte bueno y por otra como muy agobiante… Te viene el amor por medio, te vienen muchos rollos y se truncan muchas cosas”.

El pasado 28 de marzo se incineraba su cuerpo en el tanatorio de Pozuelo. Su hijo José y su hija Isana, rodeados de un grupo de amigos de la infancia la despedían. José Sacristán, volvía esa noche al escenario del Bellas Artes. Había enviado para ella un ramo de margaritas. En la despedida tengo muy presentes los bellos e intensos poemas de su hija Isana a ella dedicados:

Desde que enfermaste estamos juntas…

¡Qué curioso! Creo que es el mayor tiempo que he pasado contigo llevándonos bien!!
Son tantos recuerdos que aún tengo en mi oído tu voz diciendo… ¡Isanita!; venías a buscarme al internado cuando podías…

He intentado madre, en estos casi diez años, ser tu script, tu maquilladora, ser sonido directo e iluminación; he escrito en la chaqueta todas las secuencias…

Meritoria para todo. Aprendiz siempre.

Te busco pero no te encuentro… Y sin embargo, estás ahí…

Jesús Gironés