Cirilo Palomo y Montalvo nació en 1865 en el seno de una familia humilde, dedicada a las tareas del campo, en la aldea toledana de Gerindote. Pero su tío Lope Montalvo, notario de profesión y con grandes extensiones de terreno en Pozuelo de Alarcón, cambió su destino.

Quedaba algo más de una década para finalizar el siglo XIX cuando Lope Montalvo decidió convertir a sus sobrinos, Cirilo y Baltasar, en hijos. Porque su descendencia no llegaba y se desesperaba ante la posibilidad de dejar su legado en manos desconocidas. Los labriegos llegaron a sus tierras pero no precisamente para trabajarlas.

Los hermanos Palomo vivieron en la casa solariega que su pariente, al que apenas conocían, tenía en Pozuelo de Alarcón y comieron en su mesa. Además siguieron sus pasos haciendo la carrera de Leyes. A la muerte de Lope Montalvo, ambos heredaron una gran finca que se extendía desde la antigua carretera de Madrid a Carabanchel hasta las tapias de la Casa de Campo.

Cirilo Palomo y Montalvo fue alumno de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid en la que recibió el doctorado en 1893 con la tesis titulada Idea de la autoridad política. En 1904 comienza su carrera como Auxiliar Tercero de la Dirección General de Registros convirtiéndose doce años después en Oficial Primero. En 1918 es nombrado titular del Registro de la Propiedad del distrito del Norte en Barcelona y en 1926 pasa a situación de excedencia voluntaria obteniendo la jubilación en 1932. Fue autor de algunos textos de derecho, entre ellos del Plan y Programa de Derecho Civil Español Común y Foral (Madrid, 1903).

Hogar y cuartel general

Cirilo Palomo se casó con Pilar Puyol, una joven de ascendencia leonesa, de buena familia y posición -bisnieta del arquitecto Fernando Sánchez Pertejo- y tuvo tres hijos pero dos -Luis y Pilar- murieron de Tifus siendo unos niños. Aunque fijó su residencia en la madrileña calle Bailén era un enamorado de Pozuelo de Alarcón.

Aquí pasaba los veranos y recorría sus tierras a caballo. Cuando la casa situada en el número uno de la calle que hoy lleva su nombre se le quedó pequeña encargó al maestro albañil Arellano -conocido y reconocido en el pueblo- la construcción de una residencia de aire modernista. En 1904 el hotelito estaba terminado. Por entonces nadie imaginaba que décadas después cambiaría el uso residencial por el militar.

Durante la guerra civil la casa de Cirilo Palomo fue utilizada como cuartel general de una batería de artillería que bombardeaba Madrid desde el Cerro de los Perdigones y disponía incluso de refugio antiaéreo. Los militares quemaron puertas, cercos, armarios y libros. Tras la contienda sólo los muros quedaron en pie y tuvo que reconstruirse por completo.

El abuelo de María del Pilar Palomo poseía guardamuebles en Madrid y pudo recuperar piezas de gran valor. Pero ya no las compartiría con su esposa. Tampoco el cocido que se preparaba casi a diario en su hacienda. Pilar murió en 1939 y fue enterrada en el cementerio de Pozuelo. Y quien la paseaba en carretilla se reunió con ella ocho años después.

Asunción Mateos Villar