Acaba de presentar su cortometraje “Zaghloul”, sobre los refugiados en el campo de Tiro, en Líbano. Ama el cine de vanguardia, por su libertad. Gran viajera, nómada, no entendería la vida sin la cultura y su papel transformador y de conocimiento. El teatro, la poesía, la música, el arte… Nada le es ajeno.

Su abuela Lucía Uceda Velasco era maestra de la república. Participó en la Misiones Pedagógicas y conoció a Federico García Lorca. Su tía Lucía era taxidemista del Museo de Ciencias Naturales. Su bisabuela Rosina emigró a Brasil. Se reconoce en una genealogía familiar de mujeres “que han estudiado y han vivido la vida con fiereza”. Sus tatarabuelas ya sabían leer y escribir. Dos núcleos de orígenes familiares: La Guardia (Pontevedra) y Miraflores de la Sierra (Madrid), la ciudad de las tres sinagogas en el siglo XV.

He quedado a charlar con Ana en la terraza del Suri, en la primavera revoltosa e impredecible que nos ha tocado. Tenía ganas desde que tuve en mis manos su libro “Meteoritos”, que reúne poesía y un monólogo poético sobre la migración, que estrenó el actor libanés Kassen Istanbouli en 2012 en la Plaza de la Merced de Cuenca. Me acuerdo que hace poco, harto de lluvia, buscaba un poema que ilustrase mi desasosiego y mis ganas de sol, pero encontré uno suyo; La lluvia… Que mundos nuevos con cada aguacero con cada chaparrón con cada tormenta. Y me sorprendió como podemos dar la vuelta a un estado de ánimo solo con cambiar el punto de vista. Con un pequeño poema.

Hablamos poco de Pozuelo, al que regresó, tras ser concejal de cultura en Bullas (Murcia). Experta en la vida cultural de nuestro municipio y sus posibilidades, que ha estudiado en profundidad. Conoció la galería Nat Soldevilla y estuvo en los primeros tiempos de El Foro. Fue una de las organizadoras del primer Festival de Primavera, en el que participó con su grupo Los Refritos. Era mayo del 86.

El pasado 6 de mayo, Ana Cendrero presentó en el los cines Zoco de Majadahonda su cortometraje  “Zaghloul”, la historia de un refugiado palestino en el campo de Tiro, en Líbano.  Me impresionó la dureza y el cotidiano no tener apenas nada, por un lado, y los momentos de belleza, de cine, que la autora consigue con lo esencial: la fuerza del actor, la recogida de las naranjas, el mar… Protagonizado por  Kassen Istanbouli y Hourla Al Far, con una buena posproducción, iniciará pronto su camino por los festivales internacionales.

Ana ama el cine de los primeros tiempos, el de la libertad absoluta, el de las vanguardias. En nuestra larga conversación recuerda cómo transformaron su vida la exposición de Val del Omar en el Reina Sofia y la de Picasso en el MOMA en el ochenta; su primer encuentro con el Guernica. Esas exposiciones, que como algunos libros, o algunas personas hacen que veas el mundo con nuevos ojos. Como los viajes. Ella, nómada por los caminos de la cultura y de la vida. También hablamos de su participación en el Festival de Almagro off, 2010 o en Cosmopoética, Córdoba, 2016.

Y así llega el final de mis palabras, apenas una ráfaga tranquila. Un recuerdo de una conversación. Pequeños fragmentos mientras sigue la primavera de temperatura incierta. Me quedo con una mirada. En Tiro. Hay un hombre al que apenas dejan tener nada. Pero no se resigna. Comer una naranja es también un acto de rebelión. Disfrutar algo tan sencillo como comerse una naranja.

Jesús Gironés

La obra poética de Ana

Bajo el cartel del Festival de Primera 1986 de El Foro

Con Elena Moreno. Foto: Josep M. Navarro Canut