Resulta complicado resumir en pocas palabras algo tan grande. Todavía más si pasas dos horas con  quienes, como el famoso galo, se cayeron en una marmita. Pero de ilusión. Sylvia García y Ramón Grosso comparten un sueño: que la primera selección de Gimnasia Artística de África acuda como invitada a unos Juegos Olímpicos. De momento han plantado la semilla. En la aldea chadiana de Toukra. Junto a las de anarcardo.

Conozco a Sylvia García, Directora Técnica del Club de Gimnasia Artística de Pozuelo, desde hace tres décadas y nunca deja de sorprenderme. La última vez que nos vimos fue para charlar sobre su paso por los Juegos Olímpicos de Brasil y fue entonces cuando me hablo por primera vez de lo que el presidente de la Fundación Ramón Grosso califica como el mayor proyecto deportivo en la historia de la humanidad ¡Qué suerte que haya nacido en Pozuelo!

Verano de 2015. Dos hombres; uno de raza blanca y otro de raza negra contemplan desde las gradas del polideportivo El Pradillo un Torneo Internacional de Gimnasia Artística. Uno es español y preside la Fundación Ramón Grosso. Que lleva el nombre de su padre y el suyo. El otro es el padre Camille, un sacerdote jesuita chadiano que asiste por primera a una competición de gimnasia. El religioso tiene tanto miedo pensando que las niñas se van a hacer daño que además de emitir sonidos onomatopéyicos -y eso que habla cuatro idiomas- se agarra con fuerza a la pierna de Ramón.

De repente surge una pregunta ¿Se imagina a las niñas de Chad practicando este deporte? Acto seguido abandonan su asiento abriéndose paso entre la gente en busca de Sylvia -organizadora del evento deportivo- para contarle que quieren crear una escuela de gimnasia artística en Toukra, un pueblo a veinte kilómetros de Yamena, la capital de Chad. A la Directora Técnica del Club de Gimnasia Artística de Pozuelo se le ilumina la cara y a los pocos minutos los tres habían pasado de montar una escuela a intentar participar en unos Juegos Olímpicos y así se lo contaron al seleccionador nacional de Australia que, por cierto, se queda perplejo.

Estrellas y patos

A la espera de realizar la solicitud oficial al Comité Olímpico Internacional quedaba tanto por hacer… Las maletas lo primero. Rumbo a Chad. O mejor, lo segundo. Antes, el padre Camille había habilitado una zona de entrenamiento -sui generis- con moqueta de color morado, como la bandera de Pozuelo, y llegaron los tutoriales que Sylvia había grabado en El Pradillo para que las pequeñas de Toukra comenzaran a hacer sus pinitos. También algunos maillots con estrellas. Como las que brillan en la noche chadiana cuando el polvo en suspensión permite distinguirlas.

¿Qué supuso la experiencia sobre el terreno?¿Qué recuerdos tenéis de vuestra  semana en Chad?

RAMÓN. Aunque ya había estado en otros países de África era la primera que viajaba a Chad. En Toukra la Fundación Ramón Grosso ha creado dos pozos de agua y ha puesto en marcha las escuelas deportivas de fútbol y baloncesto y los talleres de agricultura y ganadería. Gracias al primero se han plantado anacardos que dentro de tres o cuatro años sus habitantes podrán recolectar para venderlos y ganarse la vida. El segundo tiene que ver con los patos. En un lugar situado en medio del desierto en el que la cabra es como el cerdo en España -se aprovecha todo- montar una granja es toda una revolución. En la Fundación tenemos muy claro que no vamos a empezar ningún proyecto que no sea sostenible por sí solo. Porque si mañana, por lo que sea, no podemos seguir apoyando a los 5.000 habitantes del pueblo, ellos mismos los podrán sacar adelante.

SYLVIA. Para mí ha sido una experiencia maravillosa; la mejor semana de mi vida. A pesar del calor y la deshidratación. Todo lo que me pasaba me llenaba el alma. Desde la visita al hospital universitario, donde médicos y enfermeras hacían lo que podían con los escasos medios hasta la contemplación de un paisaje de casas de adobe que hay que reconstruir cada año después de la estación de las lluvias. Desde la experiencia con las niñas durante las pruebas de selección para formar parte de la escuela hasta las gentes con las que charlamos; pobres pero no miserables, con iniciativa y ganas de prosperar que no pierden la esperanza y que no te piden pescado sino que les enseñes a pescar. Como el jefe de seguridad del aeropuerto o el profesor que está dinamizando una zona de Toukra y que imagina placas solares para generar electricidad. Con los pozos que ha creado la Fundación Ramón Grosso tienen agua. Ahora les hace falta que llegue la luz eléctrica.

¿Colaboras?

Pero lo que más necesitan es que Ramón y Sylvia cuenten aquí lo que han visto y vivido allí -sobre el terreno y no desde un despacho o un hotel- para que alguien les eche una mano. Necesitan que les escuchemos cuando pregonan a los cuatro vientos -y hasta en el despacho de la Alcaldesa, Susana Pérez Quislant- que nada es imposible cuando hay voluntad y grandes dosis de ilusión.

Ahora las principales tienen que ver con la gimnasia artística. Tras el descubrimiento de Sylvia de diamantes en bruto -con las que ahora tiene un vínculo especial- club y fundación se han propuesto traer a España este verano a varias  niñas de Toukra para que puedan participar en un campus formativo. Con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para costear sus viajes han organizado una liga escolar solidaria a nivel regional. O tres competiciones de gimnasia artística en los meses de marzo, abril y mayo. Con eso calculan que podrían traer tres pequeñas pero serían más si particulares, empresas o instituciones (de Pozuelo sin ir más lejos) colaborasen económicamente con la causa.

Asunción Mateos Villar

A mí alguien me tiene que explicar por qué no se puede colocar placas solares en Chad

Sylvia García

Directora Técnica del Club de Gimnasia Artística de Pozuelo de Alarcón

Las niñas de Toukra no habían hecho nunca una voltereta y tampoco sabían lo que eran las cosquillas

Ramón Grosso

Presidente de la Fundación Ramón Grosso