Aquel niño y adolescente pozuelero ha conseguido realizar un sueño: ha ganado el goya 2021 al mejor corto de animación. Y como me empeño en decir, un goya de los buenos, los que reproducen fielmente la escultura de Benlliure, gracias al empeño de Lucrecia Enseñat, que también creció aquí y cuida el legado de su bisabuelo a través de la Fundación Mariano Benlliure.

Este año “los goya” han tenido algo muy especial para mí: uno de ellos, el de mejor corto de animación lo ha ganado Abraham López Guerrero con su película “Blue y Malone: casos imposibles”. Escribo cuando ya todo huele a primavera, y a optimismo. Quizá suene raro en estos tiempos, pero así lo siento. Qué recuerdos aquellas primeras galas en las que íbamos con José María González-Sinde Reig…

La de este año, me ha encantado. Lo de ver a los premiados en sus casas, rodeados de amigos, tenía algo muy fresco. Y todo funcionó muy bien. La enorme multipantalla me encantó. Claro, que suelo ser de buen conformar, y ya me he acostumbrado a la ciencia ficción cotidiana. Y luego la maravillosa Ángela Molina, que la vi en el escenario del colegio cuando era un crío, y ni sabía que era Ángela Molina, pero algo en ella me fascinó, entre la algarabía de aquellas funciones escolares. Aquellos tiempos en que los Molina vivían en Pozuelo e iban al San Juan Bautista, actual Alarcón.

 A Abraham Guerrero le he visto crecer, bañándose en la piscina de su abuela Esperanza, mientras merendábamos en los alegres veranos. Luego en El Foro, con su energía arrebatadora, era uno de los del grupo de teatro. Incansable con su comic “Comemoho”, que si no ha desaparecido en alguna de las periódicas inundaciones de mi sotanillo, tendré guardado.

De él sabía en los últimos tiempos, aparte de las conexiones familiares -es sobrino de mi amiga Mar-, por David Villarrubia, otro enloquecido y maestro de lo audiovisual y de la animación. Con David hemos pasado muy buenos momentos en El Foro, y en Cafebrería ad Hoc. Y me acabo de dar cuenta de que coincidieron en una fiesta de carnaval de El Foro, sin conocerse.

La vida está hecha de conexiones maravillosas. Una película, un poema, un cuadro, una fotografía, te llevan a establecer relaciones fascinantes, instantáneas, con lo más remoto y lo más actual. La vida y la muerte se enlazan como en olas permanentes, en ese mar en que se funden literatura y vida, de Virginia Woolf a Lezama Lima.

Quién nos iba a decir que aquel niño que se bañaba desnudo con su tío Eduardo, casi de la misma edad, en la piscina de su abuela Esperanza, mientras hablábamos felices, algún día ganaría un Goya. Y un Goya de los buenos, de los que reproducen la escultura de Benlliure, cuya nieta Lucrecia vive en Pozuelo, y su biznieta, que también creció aquí, Lucrecia Enseñat, lucha por preservar el legado de su bisabuelo desde la Fundación Mariano Benlliure. Aquellas meriendas en las que alguna vez también estuvo Juan Martínez de las Rivas, y muchos años después le reencontraría en El Cerrolén, sin saber todavía que era él, gracias a la pasión por la literatura y su novela “Fuga lenta”.

Jesús Gironés

David Villarrubia y Dafne Artigot en El Foro