Me enteré en mis vacaciones y no podía creerlo. Habíamos estado charlando en el apeadero de Cercedilla coincidiendo con la Fiesta del Tren. Yo viajaba acompañada de mis chicos. De niña no me perdía nunca la tradición. Manu se subió al tren del siglo pasado con sus colegas Carlos Ulecia y Diego de Aristegui. Antes de regresar a Pozuelo hablamos de lo rápido que pasa el tiempo y que crecen los niños y me enseñó fotos de su pequeño.

Le conocí cuando La Voz de Pozuelo se editaba en papel y recuerdo lo mucho que sintió que la cabecera dejara de salir a la calle. Era un ferviente lector de prensa local. Manu me contó los motivos que le trajeron aquí y me dijo que en su tierra tenía miedo.  Había sido concejal en Getxo y coordinador de la Oficina Parlamentaria del Partido Popular en el País Vasco.  Le encantaba su tarea -para la que se había formado- pero las continuas amenazas le hicieron buscar su sitio lejos de Vizcaya; algo que siempre le pareció injusto.

Pero en Pozuelo se hizo un hueco gracias a su carácter amable y a sus ganas de ayudar. Siempre a la sombra de los representantes políticos y junto a los técnicos. Hasta febrero pasado en que fue nombrado concejal de desarrollo empresarial, comercio y urbanizaciones. Sus áreas de responsabilidad las conocía de primera mano porque había trabajado con Andrés Calvo-Sotelo y era de los que lo hacía a pie de calle, escuchando a comerciantes y vecinos. Estaba ilusionado con su nueva misión y no era para menos.

Hoy todos los que le conocimos estamos tristes. Porque se ha ido muy pronto. Sólo tenía 42 años. Porque le quedaban muchas cosas por hacer. Mucha vida por compartir con los suyos. A ellos les mando toda mi fuerza para afrontar el vacío que Manu ha dejado. Su cuerpo viaja a Bilbao donde se celebrará el velatorio y el entierro. Pero su alma y su sonrisa quedarán siempre entre nosotros. Descansa en paz.

Asunción Mateos Villar