Al echar la vista atrás, en el ecuador de la vida, confieso que me siento muy satisfecha del camino recorrido y de los compañeros de viaje que me ha regalado el destino.

Un recuerdo que me embarga de desbordante felicidad es el de mis primeros años de estudiante, interesada por múltiples esferas del conocimiento, ávida de aprender cuantos más idiomas mejor… devorando libros hasta el amanecer y filosofando alrededor de un tema que marcaría mi futuro, el vehículo de comunicación entre los seres humanos: el lenguaje.

Con este bagaje a nadie de mi entorno le extrañó que, con una beca de estudios como pasaporte, comenzara la carrera de Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid. Como tampoco cuestionaron que aprendiera el lenguaje de signos y comenzara a trabajar con niños sordos, los fines de semana.

Durante aquellos años universitarios todo se fue confabulando a mi favor para emprender una investigación en torno a la traducción automática que me llevó, al acabar la carrera, a trasladarme a vivir a la ciudad polaca de Poznan, en el marco de un proyecto europeo subvencionado por el gobierno español.

La estancia, de tres años académicos, en esta ciudad centro europea, marcaría de manera indeleble mi devenir tanto personal como profesional ¡Los primeros meses fueron muy duros! No solo había que aclimatarse al largo y frío invierno polaco con 20º bajo cero, sino especialmente a estar a 3.000 kms del calor del hogar y del reconfortante cobijo que proporcionan los amigos y familiares. Afortunadamente, mi trabajo como investigadora llevaba aparejado una labor docente como profesora de español en la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan, lo que me permitió una integración más rápida y estimulante en este nuevo país.

Además fueron surgiendo otras facetas culturales y laborales que me permitieron enraizarme fructuosamente en la sociedad polaca. Así, realicé un curso de español en la radio polaca, dirigí diversos talleres de difusión de la lengua y cultura españolas a lo largo y ancho del territorio polaco, y participé en congresos lingüísticos  internacionales que me abrieron, a su vez, nuevas perspectivas y gratificantes experiencias.

En aquellos años no fui consciente del gran beneficio que me supondría poder realizar una vivencia europea de tal calibre. Todavía no se habían regulado los programas de movilidad universitaria que ahora todos conocemos, como Erasmus, Sócrates, Leonardo… Ahora sé, sin falsa modestia, que experiencias como la mía fueron el germen de la apertura española a esta fuente inagotable de colaboración entre instituciones académicas europeas. Y así, sin casi darme cuenta, me convertí en adalid de la Unión Europea y defensora a ultranza de los programas europeos de intercambio, incluso una vez retornada a España.

Lo que me da pie para introducir el último capítulo de mi trayectoria vital. El retorno  me surgió de forma inesperada. Estaba de vacaciones en Madrid. en casa de mis padres, cuando me enteré de que el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón convocaba una oposición para cubrir la plaza de responsable de Hermanamientos, para desarrollar el intercambio escolar con la ciudad francesa de Issy-les-Moulineaux y ampliarlos a nuevas ciudades europeas. Ni en mis mejores sueños podría haberme encontrado con una oportunidad laboral que colmara tanto mis expectativas a todos los niveles. No dudé en presentarme, aún sin estar muy convencida de conseguirlo.

Intercambios y reconocimientos

No sólo aprobé la oposición sino que, apenas dos meses después de incorporarme a la concejalía, tuve la prueba de fuego con mi primer viaje en el “Puerta del Sol”, monitorizando a 40 alumnos de secundaria durante 10 días en nuestra ciudad hermana de Issy.

Después vendría nuestro hermanamiento con la ciudad de Poznan, con la que resulta obvia mi enorme implicación. Más tarde se sumaría Recanati (Italia) y en la última época de ampliación de los hermanamientos de Pozuelo, con la ciudad china de Xicheng (Beijing), la daria saharaui de Bir Lehlu (en el desierto de Tinduf) y Naucalpan de Juárez en México.

Etapa de un florecimiento inigualable de los intercambios de Pozuelo de Alarcón, en todas las facetas posibles, en algunas incluso fuimos pioneros: educativas, culturales, musicales, empresariales, comerciales… Época de reconocimientos y premios institucionales para Pozuelo como la Bandera de Honor de la Unión Europea por la política de hermanamientos, o el premio honorífico de Estrasburgo, dentro de las III Jornadas Europeas del Desarrollo, por el hermanamiento con Bir Lehlu.

20 años, de los 30 que ya atesoro como empadronada en Pozuelo de Alarcón, que me han compensado cualquier sinsabor y esfuerzo con creces; años llenos de éxitos y alegrías, entre los que puedo resaltar en orden de importancia y, tras la felicidad de haber sido madre:  la condecoración con la Medalla de Caballero de la Gran Orden del Mérito del Gobierno polaco de Lech Walesa o las, no menos importantes, Estatuilla del Coro Catedralicio de Poznan, “en agradecimiento a la difusión del valor de la armonía”, o la que generosamente me entregó la Coral Kantorei de Pozuelo de Alarcón, con motivo de su 25 aniversario.

Quisiera acabar reconociendo, sin pudor, que pese a todo me considero una privilegiada de mi tiempo y mi país, con la obligación moral de devolver a mi sociedad todo lo bueno que me ha aportado y con el deber, como mujer, de reivindicar a todas las madres sacrificadas que nos han dejado, con su ejemplo de vida, la mejor herencia para encarar un mejor futuro para todos.

Tina López Toribio
Foto de apertura: Tina en brazos de su madre

Arriba con María Carvajales y Mª Luisa Grande en Grodzisk, ciudad hermanada con Torrelodones gracias a la intervención de Pozuelo de Alarcón. Abajo con Luis Ruiz, recientemente fallecido, su esposa y compañeros durante un intercambio de corales en Poznan.

Tengo el deber, como mujer, de reivindicar a todas las madres sacrificadas que nos han dejado, con su ejemplo de vida, la mejor herencia para encarar un mejor futuro para todos

Junto a Szymon Daszkiewicz, director del Coro Catedralicio de Poznan, el Alcalde Martín-Crespo y el Embajador polaco W. Klaczynski.

Tras dos magníficas décadas de actividad intensa y recompensada llegaría la cruel crisis económica que suspendería, sine die, todas las iniciativas desplegadas en pro de los hermanamientos. Inmersos en estos malos tiempos para la lírica tocó reciclarse dejando de lado los ideales de mi juventud, para dedicarme a otros quehaceres municipales más demandados por los nuevos tiempos. Por ello, actualmente, y desde mi nueva competencia como Coordinadora de la Unidad de Transparencia,  desempeño tareas ligadas a mejorar la calidad y cantidad de la  información pública que se ofrece a los ciudadanos