Hace poco escribía en el blog de la Asociación CEN con C que no hay que perder nunca la REALUSIÓN. La palabra personalizada es una mezcla de realismo -ni pesimismo ni optimismo- e ilusión; un reflejo de mi estado de ánimo.

Ayer se cumplía un año. El 20 de mayo de 2017 perdí a mi padre y un año después ganaba -otra vez- la carrera popular Ciudad de Pozuelo. Corrí con la ILUSIÓN de dedicarle mi victoria pero siendo consciente de la REALIDAD. Tengo cuarenta y cinco años y participaba en una prueba como aficionada frente a jóvenes de clubes de atletismo “sobradamente preparadas”.

Llegando casi a meta oía voces que me gritaban que era la tercera mujer en llegar. Así que, antes de cruzar el arco, lancé un beso a mi padre sabiendo que lo habíamos conseguido juntos. Porque corrimos los dos. Su espíritu de escalador por su querida sierra de Granada me acompañaba en las pendientes más duras. Porque vive en mí a todas horas. Como la sombra que siempre te acompaña siempre aunque no seas consciente de ella.

Y qué bonito y necesario ha sido romperme al cruzar la meta fruto de la emoción del momento ¡Qué lágrimas más reparadoras las del llanto del agotamiento sabiendo que los habíamos logrado!

Además de llegar en tercera posición en la clasificación general de la sexta edición de la carrera de cinco kilómetros he vuelto a subir al podio como ganadora local. Con mis hijos para dedicarle unas palabras a mi padre:

“Todo un lujo recibir este trofeo porque es la recompensa a la constancia y la perseverancia. Todo un lujo correr por los preciosos parques de nuestro municipio por los que salgo a entrenar. Pero el mayor lujo ha sido correr hoy con la ilusión de poder dedicarle esta victoria a mi padre que justamente hoy hace un año que nos dejó. Va por ti papá”.

María Jesús Jerez