Juan Carlos suena a flamenco y a rumba. Pero ahora con toques más urbanos. Dice que es un camino como otro cualquiera. También que está dispuesto a fusionar su esencia con el rock si fuera necesario. Con treinta y un años recién cumplidos ha tenido que reinventarse un montón de veces. Todo en su vida ha pasado demasiado rápido. Perdió a su padre a los catorce y, poco antes de nuestra última entrevista, despedía a su madre. Estaba preparando las canciones para un disco que no vio la luz y que cantó con un nudo en la garganta en las Fiestas Patronales. Las lágrimas se las guardó para el camerino. Todo su pueblo salió a recibirle. No podía ser de otra manera.

A la calle Olivar vino con dos días. En el corazón de Pozuelo de Alarcón ha crecido y se ha formado como músico. Con Los Mingas empezó a tocar la trompeta en público. Como hacía el puto. De ahí su apodo de putito. El resto fue cosa de los profesores de La Lira y del conservatorio. También de sus acampadas con la guitarra por parques y edificios en construcción y, por supuesto, del esfuerzo que hicieron sus padres para hacer realidad un sueño. Que sigue creciendo. Chocano ha montado su propia productora musical. Con su pareja Jenni; madre de sus mellizos, Laura y Jesús. Se llama Devinette y le ha ayudado a sobrevivir en tiempos de pandemia.

El próximo mes de diciembre presenta en sociedad “De donde vengo” (Rapport Digital Music), un disco con once temas dedicado a la madre que le parió y a quienes lo han arropado dentro y fuera de nuestro término municipal. Su nuevo trabajo incluye una versión de la canción “Una paloma blanca” de Los Calis que se ha convertido en disco de oro en Chile. Con el premio y un contrato para tocar con OBK en Estados Unidos bajo el brazo nos sentamos a charlar.

A la terraza del ambigú llegó con el pelo teñido de rubio, una de esas camisetas que tanto le gustan y su trompeta. Y sin darnos cuenta se encendieron las luces. De verbena. Que nos recordaron a los días pasados con la charanga. Pero en la vida de Juan Carlos García Chocano no todo ha sido fiesta. En otro tiempo pintaba coches para aportar su granito de arena a la economía familiar. Su padre falleció y había que arrimar el hombro. Después vino la etapa de formación y Rumba Flamen-K. Pero necesitaba un chapuzón en el mundo de la música. A esa piscina se tiró de cabeza. Y aparecieron gentes como Daniel Muneta, productor de Camela, que le echaron una mano. Aquellos eran otros tiempos.

  • ¿Tanto ha cambiado el panorama musical en los últimos años?

Muchísimo. Antes los músicos se tiraban un mes en el estudio y hasta que no se grabaran las ocho, nueve o diez canciones del disco no se iban a casa. Luego sacaban el álbum entero y se tiraban un año o año y medio de gira. Ahora cada quince días o un mes se saca una canción. La música se consume como pipas. Por eso, yo he decidido que todos los temas de mi nuevo trabajo, “De donde vengo”, fueran singles que han ido saliendo, poco a poco, durante los tres últimos años con sus correspondientes videoclips.

  • ¿Cómo describirías tu nuevo trabajo?

“De donde vengo” es una colección de canciones muy Chocano. Algunas son propias porque me sigue apasionando componer pero también hay versiones rescatadas como la Paloma Blanca con Los Calis que estrenamos en diciembre de 2020. El tema Mala abre el disco y es muy flamenquito pero tiene un enfoque más urbano. Hay otros que también tienen algo de reggeton o rap… es la tendencia actual. Y están dos a los que tengo un especial cariño; Pa´Que lo bailes, con mi amigo Manuel de Los Rebujitos y Elegibo con Sándalo y Maita Vende Cá. Todo el disco está vinculado a Pozuelo de Alarcón. Porque de aquí es de donde vengo.

  • Antes de su presentación en sociedad cruzas el charco rumbo a Estados Unidos para compartir cartel con OBK ¿Cómo surge el concierto?

Hace poquito estuve cantando con OBK en Navaleno, un pueblecito de Soria. Conocí a Jordi que, por cierto, está en plena forma. Compartimos escenario y tuvimos una breve conversación porque se tenía que marchar a otro concierto. Al organizador le gustó mucho mi actuación y la reacción del público. Así que se me acercó y me propuso volver a compartir cartel con OBK pero esta vez en una ciudad norteamericana y me preguntó que con quien tenía que hablar para contratarme. Le marqué el número de Oswaldo, mi representante y llegamos a un acuerdo. Dentro de nada volveré a hacer las maletas y aprovecharé el viaje para hacer un poco de turismo. No es la primera vez que salgo de España para trabajar; en julio estuve en Praga tocando con The Locos, el grupo de uno de los integrantes de Ska-P. Pero cruzar el charco son palabras mayores. Me hace mucha ilusión.

  • Y mientras a seguir paseando tu arte y componiendo o produciendo para ti y para otros…

Claaaaaro. Con la pandemia hemos perdido tres años y hay que recuperar el tiempo. Aunque han sido jodidos me ha salvado un poco componer y producir para otros artistas como Los Rebujitos, Alazán o Los Calis. Ahora me ha llamado Rubén Martín, hijo de Dioni de Camela y vamos a trabajar juntos. Yo también tengo nuevas canciones; historias que creo que hacen mucha falta hoy en día. De amor -escribir letras de alto contenido sexual no va conmigo- que saldrán a partir del año que viene. La verdad es que no puedo estarme quieto. Llevo años sin dormir más de cuatro o cinco horas. Con la productora estoy contento porque funciona gracias al boca a boca. Tiro de herramientas informáticas y trabajo desde mi casa. Así también puedo estar cerca de los míos.

Juan Carlos reconoce que no sabría vivir sin llegar a su estudio y encender, casi al mismo tiempo, cigarro y ordenador en busca de nuevos sonidos. O sin posar los dedos en la guitarra o los labios en la trompeta. Lo que se le resiste es el piano. Desde sus tiempos más mozos. Sin embargo, tiene claro que su salud y la de los suyos están por encima de todo. “También de la música, por mucho que la quiera y la necesite”. 

Asunción Mateos Villar
Fotos: Noel de las Heras

TROMPETISTA CON LOS MINGAS

El tema de las Fiestas Patronales es agridulce. Siempre lo sacamos porque los dos las hemos vivido desde niños. Juan Carlos subido a un barril de cerveza y contemplando desde lo alto de la plaza de toros de las Américas el recinto ferial. Pensando en los coches de choque. Y yo rodeada de gente cerca de El Norte y peleándome por un trozo de manta en la plaza de tablones de la Coronación. Los dos hemos conocido a Los Mingas. Yo si me descuido casi desde el principio.

  • En las pasadas fiestas patronales regresaba el profeta. A unas calles repletas de alegría ¿Cómo las has vivido?

Pues imagínate. Intensamente. Hacía un tiempo que no tocaba con charanga ni en orquestas de baile (estuve con Marian Conde) porque andaba metido en otros proyectos. Pero cuando Miguel, el presidente de Los Mingas, me dijo que quería que les acompañase en la celebración de su 50 aniversario no me lo pensé. Mi padre estuvo en la peña dos décadas y mis primeros pinitos fueron con ellos en los soportales de la plazoleta. La experiencia ha estado muy bien, volver a casa, compartir alegría con muchos colores de camiseta, recorrer el barrio y las sedes de las peñas y poder visitar a mi segunda madre, Mari de La Lira. Porque no siempre es familia la de sangre. En cuanto terminemos la entrevista me voy a enseñarle el disco de oro y a llorar un ratito los dos. Y a recordarle que sigo deseando volver a subirme a un escenario como Chocano en las fiestas de mi pueblo. Y que ella me vea. Como hace cinco años.

Foto: Pozuelo en Marcha

En otro tiempo cuando su padre, mi amigo Isidro, tocaba el tambor con la peña, subíamos al niño a un barril de cerveza en La Aurora. Sus solos de trompeta eran parte de la banda sonora de las Fiestas Patronales

Miguel Remiro, presidente de peña Los Mingas

De pequeño era un chaval muy alegre, con ganas de triunfar, que jugaba al tenis en el garaje donde comenzamos con los atriles de madera que salían de mi taller y que dormía plácidamente en la funda de un timbal

Juan Pedro Álvarez, presidente de La Lira de Pozuelo