Lleva medio siglo viviendo aquí y no cambia la luz de Pozuelo de Alarcón por nada del mundo. Asegura que su cielo es el mismo que pintaba Velázquez y que se ve desde Alemania. También que tiene miles de fotografías de nubes, claros y oscuridad. De niño fue jugador del CF Pozuelo y a los dieciocho años le dieron la extremaunción en Cartagena. Acababa de ingresar en la marina para hacer el servicio militar obligatorio y un coma diabético casi se lo lleva por delante dentro de un camión. Pero se quedó. Para dar mucha guerra.

El sábado Manuel Pilarte, más conocido como Magüu, toca en la sala Yasta con su grupo MadPunk en un concierto solidario para ayudar a Open Arms y en una semana inaugura su primera exposición individual de fotografía en el Eurostars i-Hotel de Ciudad de la Imagen. Dos motivos suficientes para ingresar en el patio de vecinos pero hay otros que lo convierten en una especie en extinción. O casi.

A mediados de los años ochenta fue batería de TDK (siglas de Terrorismo, Destrucción y Kaos) y los de la revista Rolling Stone vinieron a su casa para conocer al grupo underground que había alcanzado un éxito insospechado en un país como España. Su música llegó a oídos de Jello Biafra, cantante de los Dead Kennedys y fundador del sello discográfico Alternative Tentacles, que situaba a TDK entre las diez mejores bandas de hardcore punk del planeta.

Corrió mucho antes de ser punk. Sobre todo en los terrenos de juego. Dice que por eso le ficho el CF Pozuelo y estuvo en el punto de mira del Olímpico de Rugby. Pero un día su padre le regaló una batería. Que desde entonces no ha parado de tocar. A pesar de sus aptitudes y su velocidad admiraba más a Sid Vicious que a Pirri.

– ¿Qué querías ser de mayor?

– Siempre tuve claro que quería ser músico. A los dieciséis años Carlos, Alfonso y yo montamos un grupo, Cronopio, y tocamos en el instituto y en las Fiestas Patronales. Luego estuve en otro que se llamaba Espasmódicos y en alguno más. Aunque estudié tres años de solfeo y meses de percusión en el Real Conservatorio de Música de Madrid reconozco que con respecto a la batería he sido un autodidacta. Sin embargo, quería vivir de la música y me convertí en ingeniero de imagen y sonido. Luego hice varios cursos de posgrado para especializarme en producción sonora y masterización y sonido de televisión y cine.

Después de aquello encontró trabajo en agencias de publicidad, cadenas de televisión y emisoras de radio creando cortinillas y bandas sonoras para anuncios. Como la sintonía de El Tiempo en Telemadrid que estuvo sonando durante años. Luego surgirían más encargos hasta llegar al documental de Luis Esquinas «Satan´s Blood. Recuerdos de Escalofrío» (2016) sobre la película de culto que marcó un hito en la historia del cine español de terror.

Mientras tanto la vida seguía echándole pulsos. El primero lo había ganado en Cartagena a los dieciocho años. A las pocas semanas de comenzar el servicio militar obligatorio en la Marina. Porque ese no era su mundo sentía que se ahogaba. Ni siquiera tocar la caja en la banda le ayudaba a llevarlo mejor. Hasta que un día sufrió un coma diabético que a punto estuvo de costarle la vida. No pudo con él pero le convirtió en insulinodependiente. El segundo se traduce en superar la esperanza de vida que los médicos le dieron en 2007 cuando, tras cuatro años de diálisis, le practicaron un doble trasplante; de páncreas y riñón.

Ahora Magüu es inmunodeprimido y toma más de media docena de pastillas diarias. Pero se cuida, camina con regularidad y toca la batería como si no hubiera un mañana. Además de mover las baquetas otra cosa que le apasiona, por culpa de su maestro Carlos Fernández Villasante, es fotografiar objetos que forman parte de su vida diaria y, sobre todo, los cielos de Pozuelo de Alarcón. Desde que su hijo mayor se marchó a Alemania y le dijo que echaba de menos lo que veía desde su ventana no ha parado de capturar imágenes de nubes, claros y estrellas. “Tengo más de 20.000 fotografías con esta temática; me fascina la luz de Pozuelo. Es la misma que la de los cuadros de Velázquez porque el pintor contemplaba el mismo cielo”.

Parte de esa obra podrá verse desde el próximo jueves 23 de enero y hasta el 1 de marzo en el Eurostars i-Hotel de Ciudad de la Imagen. Bárbara Mur es la comisaria de Morfología de lo cotidiano, la primera exposición individual de Manuel Pilarte; el punk que trabajó en Pryca y pincho discos en Citibar y La Frontera.

Asunción Mateos Villar

Fotografía de Carlos Fernández Villasante

Fotografía de Jesús Gironés. Polaroid

Fotografía de Mario Pilarte