Desde que recuerdo, siempre he sentido pasión por las librerías. Las visitas con mi abuela Mercedes Rojas a Nebli, o las tardes perdidas en La Casa del Libro, buscando y rebuscando. Y el descubrimiento de la Librería Abril y de Carmina, irrepetible e irrecuperable. O las trastiendas de Fuentetaja. Y mi adorada Hiperión, donde descubrí varios libros de Alberto Cardin o uno de Luisa Futoransky. Los ojos deslizándose por las estanterías, que ahora ya no es tan fácil ni agacharse tanto ni leer los lomos con soltura.
De Pozuelo me maravillaba La Tierra, a la que debo un Walter Benjamin. Y muy cerca de La Tierra, en pleno centro de la estación, un poco antes de llegar a la iglesia, tenemos Alejandría y a María Luisa, librera de las que ya no quedan.
Hoy me ha llevado a Alejandría Pozuelo, la presentación de un libro con prólogo de Concha Fagoaga: “La mujer en la diplomacia y otros artículos”, de Clara Campoamor. Una edición exquisita, como acostumbra Abelardo Linares, el editor de Renacimiento. Junto a ellos, Luis Español Bouché, editor del libro más vendido de Campoamor.
Ganas de saber más de una mujer que pagó un alto precio por su independencia y su inteligencia. La política que enfrentándose a parte de la izquierda y del feminismo consiguió el voto para la mujer. Artículos de su exilio en Buenos Aires, tan variopintos e interesantes, que lo mismo hablan de la Macarena sevillana que de la carabela , como la nave que define lo español por excelencia.
A la amena tertulia no han faltado María Carvajales, Carmela Saro Bernaldo de Quirós o Asunción Mihura, que ha recordado como hace un año se robó el busto de Clara Campoamor en Malasaña.
Imposible no mencionar a la primera persona que ha comprado el libro de Clara Campoamor en Alejandría: Carlos Robles Piquer. Y de paso la anécdota que ha salido a colación, ahora que Carrero Blanco está tristemente de moda. En tiempos lejanos Robles Piquer colaboraba en La Codorniz, e hizo al almirante protagonista de una humorada. Como diplomático que era, le costó el “destierro” en Libia.
La crónica de mi semana cultural -sin salir de Pozuelo- comienza con la charla de Asunción Mateos en La Casa del Barrio, sobre la historia de nuestra ciudad. Entretenida y siempre positiva, me encanta lo que sabe Asun de su Pozuelo y el gusto que da escucharla. A veces me parece que habla de otro sitio (es una pequeña maldad). Cómo a partir de los nombres de las calles va tirando del hilo… Y hablando hablando, llegamos a las maravillosas fotografías de Alfonso XIII inaugurando el hospital, hoy desaparecido, que dio nombre a la calle Hospital. Pero ¡ay! No he conseguido encontrarlas en la web municipal. La reunión en La casa del Barrio me recordó a la ilusión de los primeros tiempos de El Foro y recordé La Ruta de la Lombarda.
Y a mediados de semana, en el estudio de Manuela Picó, se presentó Estudio Abierto Pozuelo, la cita para el 18, 19 y 20 mayo en que estarán abiertos al público los estudios de cinco artistas: Maldonado, Picó, Chacón, Ferrero y Zíjara. Encuentros, charlas, la proyección del documental de Artesero “Salvemos El Prado”, Orcajo, Ouka Lele, Tomás Paredes, Julia Saénz-Angulo, Vicente Verdú, Dolores Tomás o Diego Canogar serán algunos de los invitados en estos tres días de mayo, que pondrán el mundo del arte en el punto de mira.
Y si empecé hablando de la pozuelera librería Alejandría, como no recordar el cuarteto de Durrel, y la cita de Freud con la que se abre: “Empiezo a creer que todo acto sexual es un proceso en el que participan cuatro personas. Tenemos que discutir en detalle este problema”, acabo con ganas de visitar la nueva librería de viejo en la plaza del ayuntamiento. El sótano de Zepol. Ardo en deseos de hundirme y buscar tesoros.
Jesús Gironés Martínez
Foto apertura: Montaje con polaroid de Concha Fagoaga
Clara Campoamor y el libro con prólogo de Concha Fagoaga
Coloquio con Asunción Mateos sobre Pozuelo y su historia en La Casa del Barrio
Presentación de Estudio Abierto Pozuelo