De niña corría por su urbanización de Prado de Somosaguas y quería ser azafata. Ahora, a pesar de tener el certificado de tripulante de cabina de pasajeros, prefiere volar más bajo. Reconoce que tras la típica adolescencia rebelde ha encontrado su sitio. Andrea Pérez tiene veinticuatro años y lleva tres viviendo en Londres. En la capital del Reino Unido acaba de montar A.EasyLondon, una inmobiliaria dedicada exclusivamente al alquiler. Porque siempre hay gente buscando alojamiento.

Andrea Pérez voló un poco por desamor; con la intención de poner tierra -y mar- de por medio. En principio serían sólo unos meses para mejorar su nivel de inglés algo que le vendría bien tras obtener el título de auxiliar de vuelo. Así que considerando lo de salir al extranjero como una necesidad y aprovechando que su madre estaba sentada le dijo que se marchaba a Inglaterra para cuidar a unos niños. Esa misma noche encontró una familia y tras mantener una entrevista por Skype a los pocos días se plantó en la ciudad del Támesis.

De eso hace tres años y no se arrepiente de haber salido del país con apenas veinte. Ahora está muy ilusionada con su recién nacida aventura empresarial para la que ha elegido un nombre que es toda una declaración de intenciones. A. EasyLondon, una inmobiliaria dedicada al alquiler surge para dar respuesta a una necesidad real de alojamiento en una de las ciudades europeas con más movimiento de personas. Lo suyo tiene mucho mérito… ¡y después del brexit!

En Londres se siente segura. Dice que no se puede vivir pensando en que te va a pasar algo si sales por el centro y que la ciudad está repleta de cámaras. Además confía en la labor de la policía porque cuando lo ha necesitado enseguida le han solucionado los problemas. Durante estos años lejos de casa ha descubierto muchas cosas pero sobre todo a sí misma “Estar sola en una ciudad desconocida y tener que hacer tu vida empezando de cero te hace madurar de golpe”.

¿Qué crees que es lo mejor de Londres?¿Y lo peor?

Lo mejor es que cualquier día puedes tener un plan. En Londres no te da tiempo a aburrirte. De diez personas con las que puedes cruzarte en unos minutos tan sólo dos son de la misma nacionalidad y porque se conocen. Lo peor es central line en hora punta. Después de un tiempo aquí he aprendido que ni a primera hora de la mañana ni a las cinco de la tarde puedes coger el metro. A no ser que dejes pasar dos o tres trenes para subir al tercero y llegar a tu destino como una sardina en lata.

El cefalópodo y la pregunta del millón

El próximo podría ser España. Porque está barajando la posibilidad de ofrecer alojamiento a los centros educativos que piensen en Londres como destino de viajes o estancias de fin de curso. Aprovecharía la escapada para hacer parada y fonda en casa; el mejor lugar del mundo para saborear con sus padres y su hermana un buen molusco cefalópodo. “Me encanta la sepia con ajito y perejil”.

Su familia, los amigos y la comida. Es lo que más añora. Por eso vuelve cuando junta unos días. Por eso pide que le envíen una caja de productos ibéricos. A veces en una extraña mezcla de inglés y español que por teléfono resulta divertida. “Pero tengo la suerte de que mi pareja es de Londres y muchos de mis amigos están aquí toda la vida así que la distancia se lleva mejor”.

¿Cuánto tiempo piensas quedarte en la capital del Reino (Unido)?

¡Esa es la pregunta del millón! La verdad es que no lo sé. Acabo de poner en marcha mi empresa y me gustaría dedicarme a ella un par de años aunque no descarto la idea de regresar a España en un futuro. Lo que sí tengo claro es que voy a esperar mi permiso de residencia.

Mientras, Andrea, seguirá facilitándosela a otros. A quienes están de paso o a los que aterrizan con una maleta cargada de ilusiones. Como la que ella facturó antes de subir al avión.

Asunción Mateos Villar

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