Quería que Óscar Jiménez fuera el protagonista del primer Puente Aéreo. Porque en una de nuestras conversaciones a distancia me comentó que la compañía de bajo coste más popular había decidido añadir a su oferta un vuelo directo de Cagliari a Madrid. Por entonces yo pensaba incluir pozueleros por el mundo en mi nueva aventura profesional. Pero no se lo dije. Ahora lo hago y abro mi sección soñada. Para seguir presumiendo de vecinos aunque se encuentren a miles de kilómetros de distancia. O precisamente por eso.
Desde la primera entrevista con uno de los promotores de la Quedada Generacional de Pozuelo han pasado más de cuatro años y una exposición. Óscar ha seguido jugando al baloncesto y disfrutando de su familia que crecía con la llegada de Ruben que, como su hermano Fabio, nació en Cagliari (Cerdeña). Compatibilizar sus dos pasiones ha sido complicado y sus constantes viajes para disputar los partidos del campeonato italiano y participar en competiciones europeas no han ayudado mucho. Su mujer, Bárbara, tenía que organizarse con los niños, la casa y el trabajo.
Óscar comenzaba a dar vueltas a la idea de abandonar el baloncesto para dedicarse a los suyos pero tras un verano de reflexión decide jugar una temporada más en el GSD Porto Torres. Es el equipo de la ciudad del mismo nombre situada al norte de Cerdeña y a 250 kilómetros de su lugar de residencia, Cagliari. Eso supone más desplazamientos y más días fuera de casa. Y entonces surge la pregunta…



¿Por qué decides jugar un año más si te estabas planteando dejarlo?
Me apetecía disfrutarlo, siendo consciente de que sería mi última temporada. Sabía que, dependiendo de dónde jugara y del transporte, habría veces en que tendría que salir de casa los jueves y regresar los domingos pero necesitaba seguir compitiendo. Quería jugar cada partido como si fuera el último reconociendo cada pabellón y cada vestuario. Durante 18 años de trayectoria profesional he celebrado victorias y títulos pero también he conocido el sabor de la derrota. Alegrías y tristezas. Eso es el deporte.
La temporada 2015-2016 fue la de su despedida. Una agridulce. Porque dijo adiós a casi dos décadas de vida deportiva pero vio como el Ilunion, el equipo donde juegan algunos de sus amigos, se convertía en campeón de Europa.
A Óscar el baloncesto le ha dato tanto que coge aire, como antes de lanzar un tiro libre, para elegir con qué se queda de lo vivido. Luego reconoce que el deporte, desde sus comienzos en AMA Alcorcón, le ha permitido viajar y conocer muchos países pero sobre todo otras gentes y otras culturas que le han descubierto formas diferentes de pensar y relacionarse. “Todo eso me ha ayudado a crecer como persona y a analizar las cosas desde distintos puntos de vista”.
Ahora que tiene todo el tiempo del mundo para dedicarlo a su mujer y a sus pequeños -y a su familia y amigos de aquí- me adelanta que tiene intención de viajar con más frecuencia a su pueblo. Para Óscar Pozuelo nunca dejará de serlo.
Asunción Mateos Villar