Confieso que al ver la noticia en las redes sociales me quedé algo aturdida. Reconozco que solté algún chascarrillo en petit comité. Que yo sepa en Pozuelo de Alarcón nunca ha dado un pregón un personaje de madera y fibra de vidrio. Quizás el anuncio de la Alcaldesa me pilló por sorpresa. Como a los integrantes de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Que acudieron a su despacho a preparar un encuentro «de altura» y salieron con la misión de convertir a sus criaturas en pregoneros. Si no fuera porque les conozco un poco pensaría que es, como la película, imposible.

Lo de comenzar el Especial Fiestas de la Consolación con una historia de gigantes (o cabezudos) se está convirtiendo en tradición. El año pasado la apertura corrió a cargo de los nuevos fichajes de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Ahora me veo tecleando curiosidades relacionadas con el pregón y la presentación en sociedad de la pareja formada por sus Majestades Fernando VI y Bárbara de Braganza; las creaciones técnicamente más complicadas y artísticamente más bellas de las realizadas por el constructor de gigantes Aitor Calleja.

Lo dice el presidente de la Comparsa, Juanjo Granizo, con el rigor del facultativo y la ilusión del niño que lleva dentro. Ese que sale cada vez que habla de gigantes y cabezudos. Esa que, seguro, le va a ayudar a diseñar la tarea que la Alcaldesa, Susana Pérez, acaba de encomendar a los suyos: ser pregoneros de las próximas fiestas en honor de la Virgen de la Consolación. Una arriesgada aventura que les trae de cabeza. De cabezudo.

¿Cómo van a subir los gigantes al balcón?¿Quiénes serán los elegidos?¿Los representantes de la monarquía, la nobleza o el pueblo? ¿Conseguirán hablar sin cuerdas vocales?¿Qué voz tienen?¿Cuántos metros de micrófono van a hacer falta?¿Quién va a escribir el pregón? Porque Gabriel sujeta una pluma pero no se ha detectado movimiento alguno en su mano… Vamos que, a un mes escaso del pregón, el abanico de posibilidades es grande, como el de Mariana, pero todo son incógnitas. Y si no que pregunten a Julia y a Crispín.

Restauración de la Monarquía

La que ya se ha despejado es la de Fernando y Bárbara. Son majestuosos. El próximo 31 de agosto se presentan en sociedad. Procedentes del siglo XVIII. Parecen sacados de un cuadro. Porque sus creadores se han inspirado en lienzos para darles forma; para hacerlos “Reales”. Y sus sastres han rematado costuras con telas seleccionadas tras una ardua labor de búsqueda.

El resultado es un rey con poderosa cabellera/peluca, mangas de leopardo y coraza de pan de plata. El portaplanos y la banda de los Borbones completan la estampa. Y una reina de ojos azules -como el cielo de Portugal- con cabello/postizo rematado por un lazo de color coral -el mismo que el de su vestido- y pechero delicado. A juego con sus pendientes. Las rosas silvestres y el perrito le imprimen un aire bucólico. Que no deja de ser regio.

Aitor y Mikel se han superado a sí mismos. También Carmen y Paco. La tarde del pregón cuando los Reyes -sin corona- acudan al centro de la ciudad se lo diré a la cara.

Asunción Mateos Villar