«Nuestras zonas verdes son un orgullo, son seguramente el bien más preciado que tenemos en Pozuelo, son zonas para que nuestras familias las conozcan y las disfruten. Vamos a aumentar el arbolado y acercar las zonas forestales a los vecinos, con programas para mantener el aire limpio y la utilización de recursos hídricos».

Antes de escribir este párrafo en una nota de prensa sobre los pilares de Pozuelo 2030 y enviarla a los medios de comunicación, el titular de la nueva concejalía «prodigiosa» (como la década), Eduardo Oria, debería haberse dado un paseo por el Parque Forestal Adolfo Suárez.
Siento vergüenza. No me llena ni de orgullo ni de satisfacción pasear por mi pulmón verde y descubrir que está abandonado a su suerte. O al menos lo parece. De las lagunas navegables no queda ni rastro. En su lugar hay dos arenales protegidos por su vallado de madera. La sola contemplación de la casita de patos, desde el embarcadero o la cubierta de avistamiento, es una imagen desoladora. Al arroyo, en otro tiempo con un aceptable caudal de agua, no se acercan ni los conejos que desde siempre han campado a sus anchas por el espacio natural. Las pocas aves que no han migrado, por causas de fuerza mayor, y lo sobrevuelan andan desorientadas. Sobre las desvencijadas mesas del merendero y la fuente que no siempre funciona prefiero no hacer comentarios.
¿De verdad que el antiguo parque forestal de Somosaguas es uno de los bienes más preciados que tenemos?¿Seguro que existen programas municipales para la utilización de recursos hídricos?¿El señor Oria piensa que las familias que todavía no lo conocen deben visitarlo ahora que tienen más tiempo y prudencia a la hora de abandonar la ciudad?¿Me puede explicar alguien por qué en el mirador más bonito del área se está construyendo un aparcamiento cuando existen otros dos, uno fuera junto al viejo cementerio de Húmera y otro dentro, que no se completan ni los fines de semana?¿En serio es necesario un nuevo acceso para peatones y ciclistas desde la M-508?
Añoro el tiempo en el que existía el préstamo de bicicletas. Porque en nuestra ciudad, repleta de contrastes, también económicos, no todos los vecinos tienen una y tampoco espacio en casa para guardarla. Añoro el tiempo en el que pasear por las sendas constituía un auténtico espectáculo de la naturaleza. Esa que dice la concejal de Educación y Participación ciudadana, Eva Cabello, nunca es demasiada en el número de julio de la revista «Pozuelo Piensa». En su colaboración va más allá y afirma que «la biodiversidad podría incluso evitar pandemias».
No tengo más que añadir.
Asunción Mateos Villar


