David Villa nació hace cuarenta años en la parroquia de Tuilla (Langreo). Su padre -Mel- era minero y su madre -Dorita- se dedicaba a las tareas del hogar. Desde muy pequeñito, en su patria querida, soñaba con ser futbolista. Por entonces, una fractura de fémur en su pierna derecha le hizo mejorar la precisión de la izquierda hasta convertirse en ambidiestro. Además remataba con acierto de cabeza. A los dieciséis años se incorporó a las categorías inferiores del Sporting de Gijón y su excelente progresión le llevó de Mareo al filial y luego al primer equipo. Después jugó en el Real Zaragoza y en el Valencia CF. En siete campeonatos en Primera División marcó 140 goles. Pep Guardiola ya había puesto sus ojos en el delantero para colocarlo de extremo izquierdo. Tenía veintiocho años cuando le fichó el FC Barcelona para levantar, en su primera temporada en el equipo blaugrana la Supercopa, la Liga y la Champions. El asturiano ganó la Eurocopa en 2008 y fue el máximo goleador de la Selección Española en el Mundial de 2010. De Sudáfrica se trajo la Bota de Plata y el Balón de Bronce. Abandonó el Barça con dos títulos de Liga en el bolsillo y recaló en el Atlético de Madrid en la temporada 2013-2014 donde aumentó su impresionante palmarés con otra liga en un duelo decisivo ante su ex equipo en el Camp Nou. Un año fue suficiente para enamorarse de Pozuelo de Alarcón donde disfrutó con su mujer, Patricia y sus tres hijos, Zaida, Olaya y Luca, de un hogar provisional. Sin embargo, la familia decidió que volvería aquí para instalarse definitivamente cuando el futbolista colgase las botas. Otro deseo, esta vez compartido, que se ha hecho realidad. Ahora El guaje trabaja para dejar su legado a los más pequeños y para que, como él, puedan cumplir su sueño.
Tan solo unos minutos de conversación bastan para descubrir la grandeza de uno de los mejores futbolistas de nuestra historia reciente. La de dentro de los terrenos de juego la conocía. La de fuera no. Lo suyo ha sido como escalar una montaña. Para desde abajo y poquito a poquito, con esfuerzo y sacrificio, alcanzar la cumbre. De origen humilde y apasionado al fútbol desde que aprendió a caminar reconoce que lloraba de niño cuando veía perder a la selección española. Ahora vive una retirada dulce en una ciudad también soñada -la nuestra- y se siente muy agradecido al deporte y a la vida. “El futbolista que fui y la persona que soy es gracias a quienes me ayudaron y me dieron oportunidades pero sobre todo cariño y condiciones para poder desarrollar mi carrera deportiva y mi vida. Es lo que guardo de todos los clubes por los que he pasado dentro y fuera de España”.
Precisamente antes de instalarte en Pozuelo de Alarcón has vivido en Estados Unidos, Australia y Japón y jugado en el New York City, Melbourne City y Vissel Kobe
Soy asturiano pero he cambiado muchas veces de casa. Desde muy jovencito he vivido en muchas ciudades de España y en Estados Unidos con periplos en Melbourne y en Osaka. Cuando llevas un ritmo de vida tan ajetreado tienes que decidir donde vivir cuando llegue el momento de la retirada. Nosotros siempre lo tuvimos claro. En 2013, cuando jugaba en el Atlético de Madrid, nos instalamos en Pozuelo de Alarcón. Fue entonces cuando decidimos que volveríamos aquí cuando me retirase y que sería nuestro hogar. No sabíamos lo que nos iba a deparar el futuro pero ese era nuestro plan. Aquí estamos desde antes de la pandemia y aquí vamos a estar por muchos años. Seguro que lo disfrutaremos. Cada vez conocemos mejor el municipio. Yo, por ejemplo, vengo mucho al centro con las niñas.
Cuelgas las botas pero sigues vinculado al mundo del fútbol ¿Que estás haciendo ahora aparte de ser comentarista de Dazn?
Quiero disfrutar de todo un poco. Me gusta explorar pero siempre alrededor del deporte porque amo el fútbol. No voy a jugar más pero mi intención es seguir inmerso en este mundo intentando ayudar desde otra vertiente. Surgió lo de comentar los partidos en Dazn y como me gusta probar quiero descubrir si se me da bien. La verdad es lo pasé muy bien el primer día y surgirán más historias. Estoy haciendo cosas que nunca había pensado que podía hacer. Lo más importante para mí es entregar mi legado al fútbol, en este caso a los más pequeños. Eso es en lo que estoy más centrado; en una red internacional de academias para enseñar a chicos de todo el mundo a jugar al fútbol con un método propio. Acabamos de abrir una sede en Madrid y la verdad es que estoy muy ilusionado. Además estoy aprovechando para disfrutar de mi familia. He tenido una vida muy bonita pero me he perdido muchas cosas del día a día que ahora hago desde hace tiempo. Como llevar a mis hijos al colegio, acompañarles a citas médicas o compartir ratos de ocio.
Háblame de DV7 Soccer Academy ¿Es como una cantera de jóvenes futbolistas?
La verdad es que sí pero sobre todo una apuesta de futuro. Yo creo que los proyectos en base al fútbol no son cosa de un año o de dos; son más a largo plazo. Quiero dejar un legado, es donde mejor puedo aportar. Yo tenía sueños de niño que conseguí cumplir gracias a la ayuda de mucha gente. Lo que intentamos nosotros ahora es ser como esa gente que me ayudó a mí e intentar hacer realidad los deseos de otros niños que sueñan con ser futbolistas desde pequeños.
¿Y podrán cumplirse los de los chavales de Pozuelo de Alarcón?
Esa es la idea a medio plazo. Pero todo requiere tiempo y no conviene precipitarse. La alcaldesa, Susana Pérez Quislant, y sus concejales conocen la filosofía de las academias y han mostrado mucho interés en el proyecto. Pero tenemos que estudiar bien todas las posibilidades. Y, claro, por supuesto, me encantaría que los sueños de mis vecinos más pequeños también se cumplieran como los míos.
¿Cómo te planteas el pregón de las Fiestas?¿Estás nervioso?
Pues reconozco que cuando me lo propusieron estaba más nervioso. Yo estoy acostumbrado a jugar al fútbol pero no a dar un pregón. Es algo a lo que no estoy acostumbrado pero después de la reunión en el Ayuntamiento me he quedado más tranquilo porque me han prestado su ayuda para lo que necesite. Quiero que salga bien y devolver la ilusión a mis vecinos después de dos años sin Fiestas Patronales. Que ya toca ser felices. Tan solo espero estar a la altura.
Asunción Mateos Villar
A la memoria de mi hijo Noé, que vistió su camiseta y con cinco años aprendió el waka waka de Shakira
Fotos: Pozuelo en Marcha