Jesús Gil González (1890-1978) viene al mundo en Salamanca donde convierte en carreteras muchos caminos rurales. Su profesión de constructor le lleva a crear su propia empresa, Inmobiliaria Charra. Nace un negocio familiar y un vínculo con Pozuelo de Alarcón que ha dejado huella en una urbanización creada, en un primer momento, para hacer frente a la necesidad de vivienda de gentes humildes. La calle principal lleva su nombre y otra el de su esposa, Josefa Coca y Coca. Juntos aparecen en la fotografía con su nieta Elena en la playa de la Concha de San Sebastián.



Las primeras obras civiles de Jesús Gil González comenzaron en su tierra natal. En los bellos parajes de la Peña de Francia y creando conexiones para facilitar los desplazamientos por los pueblos de la España rural. Siendo un jovencísimo constructor conoció a la que sería su esposa, Josefa Coca y Coca, cuya familia estaba vinculada al Banco Coca.
Un contrato incumplido por los propietarios de la Huerta Grande, una hermosa finca de Pozuelo de Alarcón que bordea el comienzo de la carretera de Majadahonda, le trajo al pueblo. Para condonar la deuda, los Gandarias entregaron a Jesús Gil González unos terrenos con un hotelito similar al que todavía sigue en pie próximos a la actual Doctor Cornago que alcanzaban la villa de los señores Ester.
Sobre ellos construyó, en la década de los setenta del siglo XX, una zona residencial de protección oficial con apelativos florales -Clavel y Rosa-, que creció aledaña a casitas pareadas. Porque en una parte de la finca no se podía edificar en bloque. En dos versiones; viviendas de una planta y chalés de dos y sótano. Agrupados en calles que llevan el nombre del constructor y sus familiares.
Una Orden Ministerial del 18 de marzo de 1955 concedió la medalla al mérito en el trabajo, en su categoría de plata, al constructor por su dedicación desde los catorce años. Según el documento su labor, al frente de la Inmobiliaria Charra, se caracterizó “por el sello que le imprimió de elevado espíritu de justicia social y complimiento celoso de sus obligaciones laborales”.
Portugalete y Balenciaga
Quiso la casualidad que el segundo de los hijos de Jesús y Josefa, Lorenzo -ingeniero naval-, contrajera matrimonio en Portugalete; el nombre de la vía que termina donde comienzan las calles que recuerdan a su familia. Porque su novia, a la que había conocido en el viaje fin de carrera, era de la ciudad vizcaína. Como los antiguos propietarios de los terrenos edificados por su padre. Y otra casualidad… la chica se llamaba como su madre.
Lorenzo Gil y Josefa Fernández se casaron el 6 de agosto de 1941 y lo celebraron en uno de los hoteles de la ciudad. Ella con un elegante vestido de corte clásico diseñado por Cristóbal Balenciaga al que probablemente conoció en su atelier. Y él con un traje militar rematado con pajarita de color blanco.
El matrimonio fijó su residencia en la calle Portugalete de Pozuelo de Alarcón. Trece meses después de su boda nació Pepa, la primera de sus once hijos. Luego, para corretear por el jardín llegaron Juana, Ramón, Nieves, Lorenzo, Begoña, Elena, Inmaculada, Jesús, Mariano y Carlos. Alguno de ellos siguen viviendo en la casa familiar.
Asunción Mateos Villar