Irene Mohedano es una artista española -y pozuelera- que reside y trabaja en Nueva York. Su obra destaca por la manera en la que materializa temas complejos en piezas de gran fuerza y poder visual y conceptual que son capaces de conectar de forma directa con el público. Tiene un grito de guerra que también inspira su producción artística: «la verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.»
Atrás queda el Máster en Teoría Crítica y Arte que cursó con la ayuda de una beca Fulbright-MECD y otra del departamento de Critical Theory and the Arts en la ciudad de los rascacielos. Y sacar dos carreras a la vez. Y recibir tres premios extraordinarios. Antes de viajar a Nueva York por primera vez Irene Mohedano, exalumna del Instituto Veritas, me confesaba, a corazón abierto, que estudiar en la prestigiosa School of Visual Arts de Nueva York era, más que un reconocimiento a sus méritos, una oportunidad profesional que no iba a dejar pasar. Y no lo ha hecho.
Todavía no ha cumplido los treinta pero sigue con sus ojos de gata abiertos de par en par. En 2017 volvió a la gran manzana tras finalizar sus estudios para seguir desarrollando su carrera como artista y dentro del sector cultural. Desde entonces vive en Brooklyn donde realiza gran parte de su producción artística. Adora su diversidad y le permite desconectar del ritmo de Manhattan.
Mujer y artista ¿Cómo te sientes en Nueva York?
Viviendo una gran experiencia que me está haciendo crecer mucho. He aprendido a ser más fuerte y a luchar pero también que a sonreír a la gente en el metro, además de ser gratis, provoca efectos de lo más curiosos. Durante más de un año he buscado y encontrado una comunidad de artistas españoles y latinoamericanos y me he dado cuenta de que, aunque apenas nos conozcamos, en cierta forma nos cuidamos los unos a los otros.
Aquí las relaciones entre hombres y mujeres siguen siendo muy patriarcales y estereotipadas. Pero como mujer, nunca he dejado que el género sea un obstáculo mental y personal. Eso sin dejar de ser consciente, por primera vez a un nivel más allá del teórico, de que tengo un determinado color de piel y raza. Como migrante considero que tengo una buena situación; tengo trabajo, puedo pagar el alquiler e invertir dinero en materiales de vez en cuando. Hay mucha gente que está peor así que me considero muy afortunada.
Has recibido varios reconocimientos y expuesto tanto en España como en Nueva York. De hecho, presentaste tu obra «Politics of Inequality» en una exposición en el Instituto Cervantes de Nueva York como una de las artistas principales ¿Cómo resultó la experiencia?¿De qué trataba tu propuesta?
Recuerdo la exposición con gran entusiasmo. La comisaria, Noelia Lecue, y yo mano a mano. Fueron meses de mucho trabajo en los que desarrollé una investigación sobre la desigualdad de género en los monumentos de la ciudad. Resulta que en la ciudad de Nueva York sólo hay 5 estatuas que representan a mujeres mientras que más de 130 caracterizan a hombres. Este hecho que hoy en día me parece un tanto alarmante es muy sintomático de la sociedad en la que vivimos y los conflictos y problemáticas que arrastramos.
Háblame de tu pieza y su sentido en la exposición
Por un lado quería resaltar esta desproporción y traducirla visualmente para romper esa barrera de invisibilidad que hace que ni nos demos cuenta de la falta de referencias más plurales relacionadas con el género, la raza o la cultura en el espacio público; plazas, parques, museos… pero también en los libros de texto. Quería reflexionar sobre qué mujeres están retratadas en las esculturas, cuál es su relación con la historia, por qué ellas y no otras. Además, mientras recorría Manhattan en búsqueda de estas estatuas, empezó a llamarme la atención el hecho de que me costaba encontrarlas porque no estaban “a la vista”. Creo que ambas ideas quedaron reflejadas en la instalación que presenté en el Instituto Cervantes, donde los 135 pedestales de cemento hacían visible esta desigualdad y las fotografías invitaban a la reflexión sobre la representación y los modelos que encontramos en lo cotidiano; en nuestro día a día. Ahora que lo pienso … ¿Cuántas estatuas de mujeres hay en Pozuelo de Alarcón?
¿Cómo ha influido Nueva York en tu obra?
Nueva York es una ciudad que me fascina, para lo bueno y para lo malo. Vivo en Brooklyn donde hay mucho ambiente alternativo pero donde la gente es más tranquila y amable. Donde te llegas a sentir del barrio. Trabajo en Midtown, zona de rascacielos y ejecutivos en deportivas, con grandes aceras. Este contraste, que encuentras en el espacio público y en la gente a nivel social, económico, arquitectónico, desde los barrios, hasta la desigualdad económica, motiva gran parte del trabajo que vengo realizando.
El espacio urbano es una constante fundamental en el proceso creativo de Irene Mohedano. Para muestra un botón. O su participación especial en City As Site donde protagonizó una performance a la entrada del Museo Whitney que causó una gran sorpresa entre el público y movilizó al vigilante del edificio. Todo por su exploración sobre reinterpretación de los “Privately Owned Public Spaces” o espacios públicos de propiedad privada.
¿Qué hiciste exactamente para llamar la atención hasta del servicio de seguridad del Museo Whitney?
Una performance en la que replico una de las banderolas del museo en la que se lee “Feel Home Here” y que llevo puesta a manera de vestido para cuestionar cómo se relaciona un mensaje, aparentemente inofensivo, con el contexto que rodea a la institución. Tras unos minutos adoptando una serie de actitudes domésticas y privadas en las escaleras del edificio el jefe de seguridad salió a la calle para decirme que no podía estar allí tumbada. Le respondí que simplemente seguía las instrucciones del museo y estaba “sintiéndose en casa”. Mis palabras le crearon una gran confusión, y tras unos minutos, me limite a bajar a “su” acera y allí me quedé sentada un buen rato. Mi intención era investigar la intersección entre el espacio público y el privado y llevar al límite el significado e intencionalidad de la comunicación del museo dentro de lo que podría considerarse el movimiento artístico de crítica institucional de finales de los años 60 y principios de los noventa.
Tras la “sentada” y la “tumbada” ¿En qué proyectos trabajas actualmente?
Ahora estoy colaborando con el Instituto Cervantes y en la organización de un festival de literatura europeo con toda la red de instituciones culturales europeas en Nueva York llamada EUNIC. Vamos a traer a 14 escritores de Europa para hablar sobre globalización, migración y retos contemporáneos. Es un proyecto muy atractivo del que estoy disfrutando mucho desde la gestión cultural. La oportunidad de trabajar con otros centros europeos y medios americanos es una experiencia muy enriquecedora desde el punto de vista profesional y cultural. Son modos de hacer totalmente diferentes y encontrar la manera de entender y respetar las peculiaridades de cada uno, a la vez que buscar aquello que tenemos en común, es lo que más me está aportando.
¿Tienes pensado volver?¿Cuándo?
De momento en Navidad. Siempre aprovecho esas fechas para huir del frío de la ciudad y regresar al calor del hogar. A casa. Aquí echo mucho de menos a familia y a los amigos por mucho que hablemos por Skype. Creo que va siendo hora de hacer una visita y disfrutar de ellos.
Asunción Mateos Villar