A sus treinta y pocos años, Blanca Barajas, conoce medio mundo. Hasta los quince vivió en Pozuelo pero desde que salió de aquí para estudiar en Londres no ha parado de viajar. Por motivos profesionales y por placer. Además de en Reino Unido, ha vivido en Francia, Santo Domingo, Irak, Uruguay, Perú, Portugal y Egipto. Ahora reside en Nairobi, la capital de Kenia, donde trabaja como bróker y consultora. Además realiza entrevistas por diferentes rincones del planeta para sus publirreportajes de prensa y televisión. Nos hemos conocido gracias a su abuelo; Ángel Barajas.
De pequeña soñaba con ser granjera mientras practicaba Judo con un profesor japonés. A diferencia del famoso ratón de Susanita, no lo hacía con ser una gran campeona de ajedrez porque se le daba bastante bien. Como la equitación que no hizo más que reforzar su amor por los animales. Aunque ha visto de cerca -en libertad- cebras, elefantes, águilas y marabous quien le ha robado el corazón es su mejor amiga. Es una basset hound y se llama Piper, como el avión que piloto el general Leclerc cuando avisó a los franceses de la llegada de refuerzos a Normandia. Cuando están juntas en Kenia pasean durante horas por Karura Forest; entre árboles y cataratas. África ha sido la penúltima parada de una intensa vida viajera. De esas que, al menos, a esta servidora le dan una envidia terrible. Sana naturalmente.
Blanca Barajas habla cinco idiomas. Dice que ninguno bien. Lo dudo. Sobre todo teniendo en cuenta que estudió en el Kensington School y cursó la carrera de derecho en Reino Unido. De su etapa de uniforme verde recuerda los atascos en Bularas, a eso de las nueve y las cinco de la tarde, y lo mucho que le gustaban las clases de historia y dibujo. También que iba caminando al colegio, algo que no podían hacer muchos de sus compañeros. En su fugaz paso por el Camilo José Cela se cruzó con un profesor de economía peruano que le hizo interesarse por el mundo de las finanzas y la sociología. “En el instituto del Camino del Monte conocí a una de mis mejores amigas”.
Lo del derecho venía de atrás. A los nueve años había leído el libro de Harper Lee “To Kill a Mockingbird” (Matar a un ruiseñor) y le hizo reflexionar sobre las leyes como herramienta de transformación social y el racismo. Por eso decidió estudiar la carrera en Inglaterra. A partir de ese momento todo fue una continua toma de decisiones. Y de aviones. Que cuanto menos, demuestran valentía.
Has recorrido varios países ¿Qué ciudades conoces? ¿Eres una paloma viajera?
– Cierto. He vivido en Londres mucho tiempo, en Paris y dos años en Santo Domingo. También en Erbil, en la región kurda de Irak, y en Lagos (Nigeria) casi cuatro años. En Lima también residí durante unos meses -como en Lisboa- y siempre he querido volver. En Montevideo, El Cairo y Macau… pero Nairobi me ha conquistado por completo. Conozco Nueva York, Los Ángeles y Miami, Venecia y Roma y voy mucho a Johannesburgo y Cape Town. Acabo de volver de Sigiriya y Kandy en Sri Lanka y ahora de boda a Copenhaguen. En fin… soy algo así como una viajera que no se cansa de viajar y aprender. Parece que últimamente apunto al este.
Memorias de África
¿Qué te lleva a fijar tu residencia en Nairobi?¿Cuándo?
– Hace cuatro años monté una plataforma para conectar inversores, desarrolladores y financiadores en Real Estate para la región Subsahariana. La cumbre de esta reunión fue en Nairobi. Kenia me enamoró desde el primer momento que la pise. Comencé a aceptar todos los proyectos que me llevaran al país y me surgió un publirreportaje. Gracias a eso pude experimentar lo de vivir allí cerca de un año haciendo ese trabajo. Me encantó y cuando tenía que irme empecé a ingeniármelas para volver. Cuando tuve un dinero ahorrado me arriesgué, me fui para allá y lo invertí. Con la que entonces era mi pareja pusimos en marcha una empresa de aviación y comenzamos a llevar helicópteros de segunda mano para solucionar algunas carencias. De ahí que decidimos comprar nuestra casa y establecernos allí.
¿Cómo es la vida en África y concretamente en la capital de Kenia?¿Qué es lo que más te gusta de las costumbres de sus gentes?
– Cambia mucho. Depende del país. Vivir en Lagos o Luanda a vivir en Nairobi es diferente. Es muy diferente a mi vida aquí. Para empezar allí necesito usar el coche para todo y no salgo paseando por la calle. Mi estilo de vida también es algo diferente al de la mayoría. Me encanta lo que Nairobi me ofrece: una ciudad con acceso a todo lo que pueda necesitar, repleta de árboles y espacios verdes con una vegetación alucinante. Me encanta estar rodeada de animales. Encima de mi casa tengo un nido de águilas y me asomo a la ventana a verlas volar. Claro, también hay marabús que son tan altos como yo y tienen una mala leche… Te encuentras con uno de esos de camino al coche y no te hace tanta gracia.
Lo que más le gusta de estar allí es ver como su trabajo impacta directamente sobre la vida de la gente. Siente una cercanía especial con los keniatas, como con la mayoría de los africanos aunque sean tan diferentes entre ellos. Cuando está con su gente en Nairobi siente que hay una calidez humana que parece se ha perdido en Europa.
Además, piensa que en España, y en general en los países europeos, nos salen las infraestructuras y las telecomunicaciones por las orejas y que vivimos esclavizados. Siente que, en ausencia de determinadas cosas, aún se aprecia esa calidad humana que había en la España de los 60 y los 70; la de pueblo, la sencilla y que la capacidad que tenemos las personas para reponernos de las cosas, la resiliencia, es impresionante. Dice que África abunda el sentido del humor. «Los africanos, en general, son gente muy dulce. Yo me siento como pez en el agua allí. Me siento en casa».
De locura y ojos
Blanca asegura que su trabajo lo lleva a todas partes. En el teléfono. Desde su móvil coordina proyectos y citas. Por lo que se organiza muy bien los tiempos. Cuando acude a una producción el ritmo cambia. Eso ya es otra historia. “Apenas duermo; hay que agendar reuniones, entrevistas, eventos, cócteles… es una locura”.
Bendita locura. Que te permite hacer lo que te gusta y pasar los viernes por “Kengeles” a tomar unas cervezas con los amigos. Los fines de semana Blanca aprovecha para salir de Nairobi. Pone rumbo a Kajiado con sus amigos Jamie Walker y Liza. O aprovecha para coger el coche y visitar lagos. Si se siente con ánimo se va de safari a Nakuru o a ver a los elefantes a orillas del Kilimanjaro. Asegura que lo pasa genial. No seré yo quien escriba lo contrario en esta entrevista. Y hablando de entrevistas…
No eres periodista pero has entrevistado a mucha gente ¿Y eso?
– Cosas. Empecé haciendo un estudio de derecho comparado en torno a la legislación del VIH para República Dominicana y tuve que entrevistar a mucha gente que se veía afectada por el virus. Fue entonces cuando descubrí que me encanta conectar con las personas y soy preguntona por naturaleza. Poco después entré en el mundo de los publirreportajes y empecé a viajar sin parar. Aunque ejercer de entrevistadora no era mi cometido directo me atraía ese rol y siempre acababa haciendo yo mis propias entrevistas. Se me daba bien y cuando abandoné la industria decidí continuar por mi cuenta; haciendo lo que más me gusta: preguntar y entrevistar. Me interesan las personas; me gusta mirar a los ojos a alguien mientras comparte una historia conmigo.
Eso es algo que Blanca y yo tenemos en común. A las dos nos gusta mirar a los ojos y escuchar historias. Una lástima que, por una cuestión de kilómetros (miles), no hayamos cruzado una mirada. Algo me dice que no tardaremos en hacerlo.
Asunción Mateos Villar
Blanca y Piper
En Kenia estoy como pez en el agua, me siento en casa. Los africanos, en general, son gente muy dulce
EN POCAS PALABRAS
- Nació el 30 de agosto de 1984
- Tiene una hermana 6 años más pequeña
- Cuando subió a la atracción “V” en las Fiestas del Carmen se sintió adulta
- Adoraba a su abuela Blanca y cuando huele a naranjas recuerda que su abuelo Ángel la sentaba sobre sus rodillas, pelaba una y le daba un gajo.
- Comida favorita: sardinas a la barbacoa (como las hacen en Lisboa), pollo con salsa pili pili estilo keniata y ceviche a la peruana
- Libros de cabecera: Le Petit Prince de Antoine de Saint-Exupéry y El Viaje del Elefante y Ensayo sobre La Ceguera de José Saramago.
- Lo mejor de Nairobi: la vegetación, los animales, la luz, el sol y la gente
- Lo peor de Nairobi: los atascos
- Lo próximo: Asia