Llega esa época del año, el verano, en la que sus protagonistas indiscutibles, los niños, cambian las aulas del colegio por los parques, por las piscinas, campamentos, la montaña y/o la playa, pero sitios en los que puedan estar frescos para poder sobrellevar las elevadas temperaturas de la temporada.

En una proporción pequeña de las casas, las familias están haciendo las últimas compras de ropa, de comida o medicinas para los niños que tienen la gran suerte de irse a un campamento. Se van llenos de ilusión a una aventura bien en España o en el extranjero que les ayuda a mejorar y enriquecerse como personas, además de, en muchos casos, mejorar su nivel en el idioma elegido, el más solicitado, normalmente, el inglés. Padres desesperados por terminar las compras y niños y niñas encantados de la vida, soñando con el momento de decir, ¡hasta dentro de un mes! Porque es verdad que los niños tienen ganas de irse, pese a que luego echan de menos a sus familias y acaben, algunos pocos, teniendo ganas de volver.

En una gran proporción de las casas, los niños tienen que quedarse, hayan aprobado o no, porque los medios económicos no son los mismos en todas las casas. Si tienen alguna asignatura suspensa, estudiarán hasta junio para aprobarla y si no, estarán libres desde un poco antes, debido a que a día de hoy los exámenes de convocatoria extraordinaria quedan hechos, corregidos y evaluados antes de julio.

Estos niños son los que llenan las piscinas municipales, las de las urbanizaciones, los que van a los ríos y pantanos. Son los niños que por las tardes van al parque porque hace menos calor y los columpios ya no les queman, son los que disfrutan jugando a mil cosas diferentes en la piscina y crean castillos con dos sillas y un par de toallas, los que desarrollan su imaginación, los que también aprenden, pero de otras cosas.

Mientras los niños disfrutan, los padres que tienen la suerte de seguir unidos, tienen suficiente comodidad como para poder compaginar trabajo y niños, especialmente los que disfrutan de una jornada reducida. Pero en los casos en los que hay un divorcio de por medio la cosa se complica un poco más.

Muchas veces la relación tras un divorcio es o poco amigable, nada amigable o un campo de batalla. En cualquier caso, los niños, protagonistas de las vacaciones, siguen estando ahí. Pero, y ¿qué sucede si encima hablamos de una madre soltera o divorciada que no recibe ayuda del padre o viceversa?

Ahí es cuando todo se complica, los padres y madres empiezan a tirar de agenda, siendo los abuelos y tíos, por este orden, los primeros en recibir una llamada, que normalmente no suele pasar de ahí, afortunadamente para muchos padres y madres, en las familias españolas nos estamos volviendo a apañar como hace años, quizás también por el aumento de divorcios y familias monoparentales, añadido a los latigazos de la crisis, que se siguen notando, a pesar del limbo en el que viven nuestros políticos.

Sea como fuere, los niños son felices en esta época del año y es un momento para soñar, disfrutar, descubrir rincones nuevos aunque sea en la urbanización, ¡si los niños son tan  agradecidos que son felices con cualquier cosa!, pero sobre todo, para descansar y compartir ratos con ellos viéndoles sonreír, porque como he leído no hace mucho, las mejores cosas que pasan en la vida son gratis, por eso el verano es la época adecuada para coleccionar momentos con los más pequeños de la casa. Ellos son el futuro.

Adriana Lorenzo Maortua