Acaba de cumplir noventa veranos. María del Pilar Palomo fue una de las primeras catedráticas de España y durante décadas ha impartido clase en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. En el edificio gris que ha sido su segunda residencia, el mismo en el que Alejandro Amenábar rodó su TESIS, un Seminario lleva su nombre desde hace veinte años. Nació en 2003, coincidiendo con su jubilación como Catedrática y Directora del Departamento de Filología Española III y su paso a Catedrática Emérita, con el objetivo de seguir una línea de investigación alentada por ella misma: la relación e interdependencia de Literatura y Periodismo. La nieta de Cirilo Palomo dejó la docencia activa en 2006 pero compartir con ella unas horas se convierte en una auténtica clase magistral. Si a eso le añadimos un paseo por su casa, una joya repleta de historia por dentro y por fuera, la experiencia es honoris causa.

Libros, caminos y días, dan al hombre sabiduría
Refranero Castellano

La biblioteca de los Prieto Palomo es una maravilla. Porque son muchos los libros recopilados por la pareja en décadas de convivencia. María del Pilar Palomo despedía a su compañero de vida paralela hace dos años. Antonio Prieto fue escritor y filólogo. Su carrera literaria y su labor docente en la Universidad Complutense de Madrid, donde ejerció como catedrático de Literatura Española, marcaron la trayectoria del que estudió Medicina, Filología Románica y Filología Italiana. Experto en el Renacimiento italiano, su área de especialización fue la poesía y la prosa del siglo XVI. En 1955 consiguió el prestigioso Premio Planeta, en su cuarta edición, con Tres pisadas de hombre. Tenía 24 años y sólo Espido Freire en 1999 lo ganó con una edad parecida. Así que sigue siendo el premiado más joven de su historia.

A partir de ese momento, el marido de la nieta de Cirilo Palomo no dejó de publicar novelas -además de ensayos y artículos entre los que destacan El embajador o La plaza de la memoria, con el que obtuvo el Premio Andalucía de Novela. Amaba al Sevilla Fútbol Club y sentía adoración por los perros.

Hace poco Pilar descubrió una edición de la tercera novela de Antonio Prieto, Vuelve atrás, Lázaro, con la nota final de escrito en Pozuelo de Alarcón. La ciudad en la que ella ha preparado «Entre la niebla. Cuatro poetas ante el silencio de Dios» ; una mirada inédita y reveladora sobre la búsqueda divina de cuatro poetas esenciales: Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Dámaso Alonso y Blas de Otero. Publicada el año pasado por Renacimiento es también el adelanto de un proyecto más amplio con el que nuestra vecina pretende abarcar la poesía religiosa española del siglo XX. Que comienza así:

«A la memoria de Antonio Prieto, y en el recuerdo de 71 años de vida compartida»

Durante la visita a la residencia familiar del Camino de Valdenigriales recorrimos todas las estancias y, tras descubrir los recuerdos del despacho de Pilar -abanicos, cajitas, agendas metálicas, primeras pinturas y muchas fotografías-, visitamos el de Antonio. Permanece tal y como estaba cuando fue ingresado en el hospital. Su viuda ha bajado algunos libros antiguos de la biblioteca y ahora las estanterías de la habitación están repletas de perlas literarias con varios siglos. Como las primeras obras de Garcilaso de la Vega. Que conviven con pequeños ejemplares de papel fabricado con tela y madera. Y encuadernados en cuero. Si cerrados son fascinantes abiertos desprenden un halo mágico. Tocarlos es un auténtico privilegio.

Con la emoción revoloteando por los pasillos, repletos de enciclopedias, llegamos a un grupo de peldaños distribuidos en forma de caracol para ascender a la biblioteca. Interminable. Inagotable. Como la fuente de la sabiduría. Rosa se entretiene grabando y fotografiando todos sus salones. Y yo, de repente, me veo inmersa en el cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón. Subida a una escalera corrediza de madera y salvando todas las distancias.

Pilar me deja tocar los dibujos que hizo cuando tenía catorce años, los borradores de Antonio escritos a mano con letra diminuta, una vieja máquina de escribir y la sexta edición del diccionario Latino-Español de 1829 que luce poderosa en un atril. Es el único libro heredado de la biblioteca familiar.

En sus estancias se han preparado tesis doctorales y todo está perfectamente dispuesto y catalogado. Las obras por autores y épocas. Algunas, agrupadas con lazos para que salgan a la vez del estante, parecen contemplar el escaño del bisabuelo adornado con cojines. A lo lejos el torreón, convertido en sala de lectura, rebosa calor.

Como el vientre materno. Y una no puede resistirse a escuchar historias de madres. Ni a mirar a Pilar Palomo como si los ojos se abrieran al mundo por primera vez frente a otros muy azules. El de la catedrática y amiga que me prestó sus cuentos sobre Pozuelo de Alarcón está a la vuelta de la esquina.

Es simplemente ALUCINANTE.

Asunción Mateos Villar

Dibujos y otros detalles

Galería de imágenes

Fotografías y vídeos en YouTube: Rosa Gallego del Peso

A Pilar Palomo, por ser la cicerone perfecta

Agradecimientos