Esta vez, además del gorro, he tenido que ponerme los guantes. Es complicado golpear el teclado con ellos pero a todo se acostumbra una cuando tiene que escribir desde lo alto. Hoy el paisaje es invernal y blanco. Lo contemplo a vista de dron después de atravesarlo. Casi literalmente. No todos los reporteros tienen botas de montaña. Ni todas las ciudades están preparadas para convertirse en estaciones de esquí. Hay quien aprovecha la coyuntura provocada por Filomena para incendiar las redes sociales. Calentitos, en sus casas. De película. De los creadores de «Expertos en Pandemias» surge «Especialistas en Crisis Climatológicas y Gestión de Ciudades».
No tenía la intención de subir a la azotea. Porque hace frío y porque el paseo a la hora del aperitivo ha sido una auténtica delicia. El sol me ha acompañado por caminos y sendas. Tan solo los pájaros o la nieve, al caer de los arbustos, han roto un silencio que, por la dirección que han tomado mis pasos, parecía buscado. Quizás, de manera inconsciente, estaba huyendo del ruido mediático y las voces de expertos ocasionales. Todo parecía tan bonito cuando el viernes, a eso de las doce, comenzaron a caer los primeros copos y me pillaron recorriendo los parques…
Con el paso de las horas la alegría y la diversión se fueron transformando en preocupación. Lógica. Limpiar la acumulación de nieve en una extensión de 42 kilómetros cuadrados no es una tarea sencilla. Ni siquiera disponiendo de los medios técnicos y humanos necesarios. Que tampoco es el caso. Porque Pozuelo de Alarcón no es Helsinki. Por eso, la prioridad han sido los accesos a las principales vías de circunvalación con la capital y las carreteras y zonas próximas a hospitales o centros de salud.
Pero las redes sociales se han convertido en un disparadero. Lo más parecido a una reunión de padres de cualquiera de los colegios que no abrirán sus puertas ni mañana ni el martes. Cada uno hablando de lo suyo. Mirando por lo suyo. Criticando a las autoridades. Acusando a la Alcaldesa de mentir. Increpando a la Oposición. Obviando que cientos de trabajadores municipales llevan horas trabajando sin descanso para hacernos la vida más fácil. Vamos… poniendo palos en las ruedas.
Menos mal que a alguno se le ha ocurrido hacer un llamamiento a quienes tienen vehículos 4x4 para abrir caminos o pedir picos y palas para echar una mano. En tiempos de nevada, como en los de pandemia conviene remar juntos en la misma dirección.
Año nuevo, vida igual.
Asunción Mateos Villar