Se ha ido una de las nuestras. De las auténticas. Hace algunos años escribía bajo fotos en blanco y negro de la frutería de Marcelino que Angelines Granizo podría haber heredado un título de haber existido. El de Pozuelera Mayor del Reino.

La madre de su abuelo paterno, Guillermo, vendía pescado hace más de un siglo por las calles de Pozuelo de Alarcón. Con sus manguitos y una cesta bajo el brazo. Su abuelo materno, Faustino, fue curtidor y vivió con su mujer, Manolita, en una casa de la calle Luis Béjar. Su madre María Losa, abrió una tienda de variantes habilitando parte del hogar y Angelines vivía en un piso levantado sobre los cimientos del negocio. Frente a la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora. Frente al mosaico de su Virgen de la Consolación.

Una tarde en el salón de su casa repasamos el árbol genealógico con todo lujo de detalles. Después hicimos una selección de fotografías para ilustrar la historia que juntas estábamos cocinando y comenzamos a charlar largo y tendido. Sobre su madre y los botijos vendidos, sobre su padre y los comienzos en la fábrica de chocolate, sobre su infancia y juventud en el pueblo, sobre su trabajo en SEPU, sobre la importancia de que Pozuelo de Alarcón tuviera un museo y sobre la necesidad de luchar.

Siempre fue una peleona pero ayer la enfermedad ganaba la batalla. Llevaba años malita pero eso no le impedía seguir dando paseos sobre todo al principio del tratamiento. Ni sonreír. Ni participar en los proyectos de una asociación cultural que, desde su nacimiento, ha llevado en el corazón. La Poza y Angelines Granizo, Angelines Granizo y La Poza. Siempre de la mano para mantener vivas las tradiciones. Junto a su amiga de la infancia María Esperanza Morón. Y a su hermana. Y a sus primas.

Es difícil quedarse con un sólo momento compartido con Angelines porque en las últimas décadas han sido muchos incluyendo rondas, manteos y bailes. Así que me quedó con dos. La caminata que hicimos -con parada en la Cruz de la Atalaya- por San Gregorio y su comentario ¡mírala qué graciosa está con las trencitas! y cuando, bajo los soportales de la plaza, con María Jesús, me dijo que la junta directiva de La Poza había decidido otorgarme su premio anual. Me quedé sin palabras. Acerté a pronunciar gracias.

Gracias a ti Angelines. Por todo. Descansa en Paz.

Asunción Mateos Villar
Foto apertura: Angelines de bebé

Con sus primas y Esperanza en las Fiestas Patronales