Vivió el Pozuelo de El Caballo de Hierro y San Luis de los Franceses. Alicante fue el principal escenario de su trabajo en favor de los más desfavorecidos, contra la corrupción y la especulación. De las luchas sociales, del compromiso político y ciudadano. Incansable casi hasta el final del terrible cáncer que nos la arrebató, nos deja un mensaje de optimismo. En marzo ha recibido un homenaje de sus compañeras de la Plataforma Feminista de Alicante. Ana Paula Cid es ya genealogía y memoria del feminismo.
Me hice amigo de Ana Paula de la forma más normal. Nos encontrábamos en el autobús y nos poníamos a hablar. Y desde entonces no dejamos de hacerlo. Luego con Mariano Sánchez Soler, su compañero y padre de sus dos hijas: Marina y Julia.
Se me hace difícil escribir de Ana Paula. Mientras ella moría yo me sentía morir, pero iba camino de otra vida con mi nuevo riñón.
Cuando le mandé un wasap en la nochebuena de 2015 y no me contestó, supe que su final estaba cerca. El último día del año nos dejó, tras una larguísima, ejemplar, terrible y vital lucha contra el cáncer.
Pozuelera, había nacido en Malasaña. Estudió en San Luis de los Franceses. Luego haría la carrera de Medicina. Para La Voz de Pozuelo hice una polaroid a la sexóloga. Era septiembre de 1995. Había tenido que volver a nuestro municipio, cuando iniciaba su vida en pareja, tras la repentina muerte de su padre, para apuntalar la crisis familiar.
Perteneció junto con Mariano a la junta directiva de El Foro de Pozuelo, que ya había perdido los aires de mayo del 68, y resistíamos con la isla del arte las tormentas de tiempos poco cívicos. Le vino bien irse de Pozuelo, dónde soplaba más bien el sálvese quién pueda.
A su muerte se han sucedido los homenajes en Alicante, la ciudad que había hecho suya y donde se forjaron los logros de su lucha ciudadana. Fue concejal del ayuntamiento y diputada provincial por el PSOE y contra el PSOE, cuando tuvo que enfrentarse al aparato. El 4 de marzo pasado, el día que hubiese cumplido 56, la Plataforma Feminista de Alicante hizo un homenaje en Clan Cabaret a su compañera.
Las Cid crecieron en los tiempos del Popy y el Caballo de Hierro: Ana Paula, Marta, Blanca, Paloma y Marina. Todavía nos encontramos por las calles de Pozuelo, casi siempre cerca del ncc (debo ser el único que lo llamo así). A Ana Santos, su madre, todavía la veo muchas veces camino de los ensayos con la coral, o con su amiga María López Linares.
Pozuelo perdió a Ana Paula, pero Alicante salió ganando. Y me da un poco de pena y envidia, lo reconozco.
De toda la historia, del sufrimiento de saber que quién amas se va irremediablemente, queda un bello libro: “Desprendimiento” (Reino de Cordelia, 2015), que Mariano Sánchez Soler le dedica a su esposa. Lírico y estremecedor ajuste de cuentas con el tiempo, de uno de los testigos fundamentales para entender nuestra democracia.
Dolor y también esperanza, porque como Ana Paula escribió a modo de despedida: “No reniego de mi naturaleza, no reniego de mis elecciones, de todos modos he sido una afortunada”.
Jesús Gironés
Mariano y Ana Paula en El Foro de Pozuelo
Dani Mateo, Ana Paula Cid, el Gran Wyoming, Mariano Sánchez Soler y Sandra Sabatés
Y Ana Paula desarrolló su existencia siendo feminista: sensatez, agudeza, ingenio, valentía, compromiso, valor, esfuerzo, disidencia, insurgencia para la búsqueda y exigencia del bien común, oposición y denuncia del abuso y la injusticia.
(…) Poniendo en marcha el feminismo en su ámbito familiar, como docente y formadora, como investigadora, como perteneciente a movimientos sociales y ciudadanos, tanto en el liderazgo democrático como en los medios de comunicación. En barrios, en cursos, en asociaciones, en la organización política.
Y, todo ello de forma jovial y transparente, contra vientos que la zarandeaban y mareas asfixiantes.
Necesitamos Ana Paulas. Escudo humano, faro, luciérnaga
Elena Simón