Lo suyo siempre ha sido el baile. A los tres años su madre estuvo a punto de contactar con el programa de Televisión Española “Gente Joven” -trampolín de Mecano- porque la niña tenía mucho arte. Apenas aprendió a apretar la tecla del radiocasete lo ponía en la calle al volver de clase y durante las vacaciones de verano. Y organizaba un maratón de coreografías. Como ahora pero sin vecinas tirando cubos de agua.

Cristina del Río nació hace cuatro décadas en el seno de una familia humilde y numerosa. Que como tantas llegaron a Pozuelo de Alarcón para ganarse la vida. De sus primeros años recuerda que se los pasó bailando. También a su gitanilla y las actuaciones de fin de curso en su colegio, Nuestra Señora del Buen Consejo. Sobre todo una que causó cierto revuelo entre las religiosas. Porque estaba inspirada en Dirty Dancing. Tuvo que ser a finales de los ochenta. Tras el estreno de la película dirigida por el productor y coreógrafo, Emile Ardolino que protagonizaron Jennifer Grey y Patrick Swayze.

Era cuando soñaba con perfeccionar su estilo, como Baby. Pero la vida le puso a prueba y fue madre con dieciséis años. Tuvo que dejar los estudios y poco después de nacer Ainhoa se puso a trabajar en La Palmera; una panadería de la Estación, a escasos metros del apeadero, donde la pequeña dio sus primeros pasos. Por entonces una no lo imaginaba y la otra no era consciente pero, a partir de ese momento, no dejarían de caminar juntas. Ahora incluso van de la mano en el ámbito profesional.

Me lo cuenta y se le saltan las lágrimas. Porque fueron años complicados. Porque en tan sólo nueve meses abandonó el mundo de los niños para adentrarse en el de los adultos. Sin saber muy bien a lo que se enfrentaba. Dice que se perdió mucho y que no obtuvo toda la ayuda que necesitaba en la crianza. Pero eso le hizo más fuerte. Eso y que nunca renunció a la felicidad. Estaba dispuesta a comerse el mundo. Aunque fuera a bocaditos. Y en la mirada de Ainhoa encontraba la fuerza necesaria para seguir tirando del carro que, con los años y lo que se fue quedando en el camino, pesaba menos.

Ahora camina ligera de equipaje y contagiando buen rollo. Tanto que sus clases en el gimnasio que está a medio camino entre el Pueblo y la Estación se han convertido en la mejor terapia de grupo. Hay quien ha llegado a decirle que su salud -sobre todo mental- ha mejorado y a ella le parece maravilloso. Porque es uno de los objetivos que se marcó cuando empezó a formarse. Y en lo que piensa cuando prepara las clases. Hasta hoy ha creado alrededor de seiscientas coreografías que mezcla en las sesiones.

– Háblame del camino recorrido…

El esfuerzo ha merecido la pena. Han sido muchas horas de aprendizaje concentradas en días libres y fines de semana. Antes de abrir mi gimnasio, en la calle Hospital, Método Woman, trabajé de comercial de hostelería y estuve formándome como entrenadora personal y profesora de fitness. Hasta que el zumba de Beto Pérez llegó a mi vida para quedarse. Antes de eso estuve dando clases en los centros Curves y hasta abrí una tienda de ropa. Aunque siempre he sido bastante emprendedora reconozco que ahora atravieso mi mejor momento profesional.

Ella que lleva años colaborando con la Asociación de Comerciantes Pozuelo Calidad sabe que al comercio de proximidad le cuesta competir con las grandes superficies y que la apertura de franquicias perjudica a los pequeños empresarios. Porque lo ha vivido en sus propios músculos. Como no podía con ellos decidió unirse aportando experiencia y alumnos. Han pasado cinco años y asegura que es una de las mejores decisiones que ha tomado.

De las emociones

La proyección profesional de Cristina del Río ha estado acompañada siempre de un componente solidario. En colaboración con el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón ha organizado varias ediciones del “Zumbatón” -una iniciativa personal- a beneficio de la Fundación Sandra Ibarra y ha dirigido los calentamientos de la carrera solidaria “Un juguete una ilusión” de RNE.

Desde hace cinco años colabora en las fiestas de Fin de Curso de la Fundación Estudiantes impartiendo clase de zumba a personas con distintas capacidades. Siempre está cuando se la necesita aportando su granito de arena. Como cuando dio la cara por el ELA con Paco de Benito -ganador del concurso Pasapalabra y vecino- en la campaña local de la Fundación Adelante para recaudar fondos que permitan seguir investigando.

Esta noche vuelve a participar en las Fiestas Patronales impartiendo la sesión de baile zumba. Su aportación al programa es un clásico. Pero esta vez cambia de escenario. Y aprovechando las posibilidades de la plaza del Padre Vallet ha diseñado, con la ayuda de su hija Ainhoa y otros cómplices, un show sorprendente.

Te recomiendo que vayas con ganas de pasarlo bien y preparado para vivir grandes e intensas emociones.

Asunción Mateos Villar
Fotos: Noel de las Heras