Hace veinticinco años La Voz de Pozuelo publicaba un artículo sobre extremeños que salieron de su pueblo, muchos de Madroñera, en busca de una vida mejor y se quedaron en otro cercano a Madrid que dicen se ha convertido en la ciudad con la mayor renta per cápita de España. Por eso -bueno, y por lo otro- salimos en las noticias. Claro que en el bar de Demetrio Sánchez lo único que se ve son películas del oeste y sólo suena Radio Olé. También se juega a La Cuatrola y se habla de la vida. Lo normal cuando se ha conocido a cuatro generaciones de vecinos. El Quijote abría sus puertas en 1980 y mantiene el sabor de lo auténtico.

Demetrio Sánchez Hoyas nació el 11 de diciembre de 1947 en Madroñera (Cáceres). A punto de cumplir setenta años me cuenta que vino a Pozuelo en 1971 después de servir a la patria en el campamento de Santa Ana y se instaló con sus padres en un pisito de la calle Escalinata; a pocos metros de lo que entonces se conocía como la plazoleta.  Su hermano Juan ya estaba aquí y había encontrado trabajo en el Bar Juda de Aravaca. También su hermana Petra. Dice que la primera impresión que tuvo al llegar es que esto era un pueblecillo, más pequeño que el suyo.

El propietario de El Quijote es un aficionado a la tauromaquia. Tanto que quiso ser torero y por las noches se escapaba a las fincas a torear. Los trastos de matar se los prestaba Luis Alviz, un reconocido matador extremeño. El 4 de agosto de 1969 su nombre -con el apellido materno destacado- apareció en los carteles de una becerrada junto al de José Barrado Antano. A Demetrio le acompañaban en la suerte de banderillas Inocencio Díaz, Francisco Mora y Joaquín Ávila. Recuerda que en el coso había más gente que en el festejo anterior; una novillada con picadores. Aquella fue su primera tarde de gloria; corto orejas, rabo y salió por la puerta grande. Porque “tomaba la alternativa en casa y era la única puerta que tenía la plaza”. Hubo más. Dos en Aravaca y el resto desde la barrera. Durante años recorrió España para acudir a corridas de toros con Rafael Cosía, tío de Manuel G. Cosía.

El mundo taurino se respira en cada rincón de El Quijote. El dibujo del alegre matador de su nieto Curro, el de José Tomás firmado por el artista Carlos Granda (regalo de German), decenas de carteles… Mención aparte merecen los azulejos de Trujillo y Talavera de la reina. Eso en cuanto a la decoración. En el apartado gastronómico destacan los guisos de su esposa y madre de sus hijos María y Francisco. Demetrio y Juli se conocieron en El Segoviano, un salón de baile de Madrid, y se casaron en 1973 en el desaparecido poblado minero de Minas de Diógenes (Ciudad Real). Ella siempre ha tenido buena mano con la cocina y prepara como nadie carne con tomate, bacalao encebollado, oreja y callos. El aperitivo se completa con patatera, tocinillo, chorizo y otros productos de tierra de conquistadores. Como el queso de Tejadilla.

Aunque lleva casi cuarenta años detrás de la barra antes de quedarse con El Quijote Demetrio trabajó con los albañiles en los pisos que Eusebio Mazaín levantaba al comienzo de la calle Reina Mercedes y estuvo un tiempo en Galapagar. Pero una lesión de espalda le alejó de los andamios. “En aquella época se trabajaba a destajo y aunque pude operarme corría muchos riesgos así que le compré el bar a José Díaz Monreal que llevaba siete años con él y desde entonces hasta ahora”.

En cuatro décadas no han cambiado tanto las cosas. Ni siquiera el barrio. De hogares humildes y ropa tendida. Aunque parece que hay rehabilitación a la vista. Quizás ya no tienen tanta salida el vino de Moriles o los medios y cada vez quedan menos poceros. Pero la otra casa de Demetrio mantiene como siempre la puerta y la ventana abiertas de par en par. Por allí siguen pasando a diario decenas de amigos. Como José Barrado que asegura que el primer cuba-libre de su vida se lo tomó en El Quijote en 1976, antes de que fuera el bar del cuñado de su hermano, en 1976 en una jornada de huelga o Manoli que tiene su peluquería a escasos metros del bar o Mamen de Alohe Óptica. Los tres, como Damián y Mari Ángeles, posan sonrientes con Demetrio, en alguna de las fotografías que acompañan este homenaje a un clásico. No de la literatura española sino de Pozuelo.

Asunción Mateos Villar

De chaval en Madroñera

El cartel de la alternativa

Bares qué lugares,
tan gratos para conversar
JAIME URRUTIA

Cantante