Todavía no ha cumplido los cuarenta pero se ha caído y levantado varias veces. En diciembre del año pasado, en un accidente laboral, se rompió el ligamento cruzado de la rodilla y el menisco. En cinco meses de reposo domiciliario ganó veinte kilos que pusieron en peligro sus ilusiones de acudir a la competición nacional de lucha de brazos. Además perdió masa muscular y eso le produjo una lesión en la espalda cuando volvió al trabajo. Pero Nino Salvatore nunca se rinde; por sus venas corre sangre napolitana. Hace tan sólo unos días, en Reinosa, se subía dos veces a lo más alto del podio. Es campeón de España en la categoría de más de 100 kilos; el mejor con los dos brazos.

Hacía cinco años que no entrevistaba a Nino. Recuerdo que nos vimos en El Ambigú donde ultimaba los preparativos del primer Open de Lucha de Brazos de la Comunidad de Madrid que se iba a celebrar en el salón de La Inseparable. Por entonces apenas nos conocíamos y hablamos de muchas cosas. Me contó que existen relieves de hombres con las manos unidas en tumbas de faraones egipcios, que su abuelo era zapatero en Nápoles donde se entretenía ganando pulsos, que el campeón de España de lucha de brazos más joven de la historia era de Pozuelo y que para entender su afición (a él le encantaría que estuviera considerada deporte o se impartiesen clases extraescolares como en Suecia) había que ver la película Yo, el halcón (1987) protagonizada por Sylvester Stallone.

Al forzudo le conocen muchos vecinos. Sobre todo los que pasaron por el instituto Camilo José Cela. Tras un tiempo trabajando en la cafetería del centro comenzó a buscar empleo y ahora está encantado en una empresa de productos cárnicos. Aunque suponga levantarse a las cuatro de la mañana para preparar los pedidos que luego sirve a los restaurantes de Pozuelo. Por sus manos de luchador (de brazos) pasan a diario 3.000 kilos de carne y eso, además de mantener en forma sus extremidades superiores, ha hecho que mejore el agarre y la resistencia.

De resistir sabe un rato. Como la canción del Dúo Dinámico es como el junco que se dobla. En una época de mucho trabajo se rompió el ligamento cruzado de la rodilla y el menisco al bajar carne de la furgoneta de reparto. Resultado: cinco meses de baja. “En ese momento estaba mejor que nunca y me puse en 119 kilos; ni siquiera podía salir a pasear con Chungo, mi perro”. Tras aquello Nino regresó al trabajo pero su baja forma le pasó factura. Un día sintió un chasquido en la espalda y tuvo que dejar de entrenar durante tres semanas. No se lo podía creer.

Tampoco se cree todavía que, superadas las lesiones, haya sido capaz de ganar el Campeonato de España de Lucha de Brazos. No sólo con el derecho. También con el izquierdo al que llama su brazo tonto porque “es el que tengo para divertirme; nunca lo he entrenado como el otro, más bien lo utilizo para probar cosas nuevas”.

El descanso y la dieta rica en proteínas le vinieron bien para volver a la sala del polideportivo Carlos Ruiz y probar posiciones de pulsos ayudado por mancuernas. “Me notaba muy fuerte pero confieso que fui al campeonato de España con miedo; los rivales eran muy buenos”.

¿Cómo les ganaste?
Con concentración. Alfredo, mi compañero y representante (risas), me dijo que debía concentrarme porque me veían como el rival a batir. Pero me planté en la final con el catalán Sergio Golobart y conseguí ganarle. No por ser más fuerte que él sino porque le conozco bien y he descubierto sus puntos débiles.

Campeón por maña que no por fuerza. Esta última debería acompañarle -como a los caballeros Jedy– si decide participar en el campeonato del mundo. Es en septiembre en Budapest (Hungria) y a la cita acude más de un millar de luchadores de diferentes países. Dice Nino que son como unas olimpiadas con diferentes modalidades -hombres, mujeres, niños, personas con alguna discapacidad- y que el ambiente es lo mejor. Le encantaría ir pero necesita un patrocinador. A eso anda dándole vueltas. Si finalmente va se conforma con clasificarse entre los diez primeros.

¿Qué haces cuando no estás trabajando, entrenando o ganando campeonatos de España?
Intento estar todo lo posible con los míos. Quedo con amigos o amigas y trato de desconectar. Uno de mis sitios favoritos para hacerlo es El templo de Debod. A veces me escapo al pantano de San Juan o me echo unos pulsos y unas risas con las viejas glorias de Madrid.

Como trabaja los sábados asegura que no tiene tiempo para mucho más. Le pregunto que si para una pareja y al segundo me responde que no puede precisamente por falta de horas. Le digo que para el amor siempre hay tiempo y, con una timidez hasta ese momento desconocida, me contesta que a la pareja hay que cuidarla, mimarla mucho y prestarle toda la atención posible. Y entonces descubro el corazón tierno y romántico escondido tras la camiseta de superhéroe.

Asunción Mateos Villar
Fotos: Noel de las Heras