La explanada del antiguo mercadillo se está transformando para convertirse en zona deportiva y de ocio. Una buena noticia y más de 600.000 euros de inversión. Hace dos años comentaba públicamente, en un aperitivo con la alcaldesa, la necesidad de mejorar el asfalto de la pista aledaña al colegio Infanta Elena, deteriorado por el uso, y de arreglar las canastas que, por no tener, no tenían ni redes. También lo bueno que sería añadir equipamiento para crear un punto de encuentro familiar en el espacio abierto más próximo al casco histórico. Hace tres décadas en ese lugar se vendían muchos casetes pirata para escuchar en el walkman (reproductor de audio portátil, de sonido estereofónico, lanzado por Sony en 1981) y pantalones vaqueros lavados a la piedra o nevados que se probaban en el interior de una furgoneta. Pero el mercadillo no siempre estuvo en el Camino de las Huertas. En los sesenta y setenta los vendedores ambulantes instalaban sus puestos en la plaza del Generalísimo.
La actual plaza del Coronación ha sido siempre un espacio polivalente. Hace medio siglo y con las huellas de las casillas del mercado presidiendo sus muros lo mismo servía para instalar un mercado matinal los sábados que para celebrar festejos taurinos durante las Fiestas en honor a la Virgen de la Consolación.
Mi recuerdo del antiguo mercadillo tiene que ver sobre todo con puestos de fruta y cacharros de barro extendidos sobre telas. Me llamaba especialmente la atención la cantidad de racimos de plátanos expuestos sobre una tabla en el centro y la romana en la que se pesaban. También el trino de los canarios en jaulas. No eran los únicos animales que acudían al mercadillo. Había patos y pollitos y hasta un mono que, o no conocí o he borrado de la memoria y que, a diferencia del resto, no estaba a la venta porque pertenecía a la señora que comercializaba el producto de Canarias.
En ese mercado muchos conocimos a Plácido sacando paquetes de sábanas o toallas de una furgoneta. La cantidad de ropa de casa y de trabajo que vendió antes de abrir su tienda en el pueblo… y a Félix que vendía vino a granel con embudo y que sigue al pie del cañón. Perdón, del camión.
Con la reforma de la plaza situada a los pies de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora los puestos se trasladaron a la explanada que ahora está en obras. Bajo toldos, sujetos por pinzas, se podía encontrar, además de fruta, verduras y otros comestibles zapatos y ropa. Que a veces te probabas entre cuatro telas o a bordo de una camioneta.
También casetes de los grupos del momento, grabadas de originales, con carátulas fotocopiadas. Las comprábamos a buen precio -o eso creíamos- porque no teníamos gira-discos. Menuda sorpresa al llegar a casa y comprobar la calidad del sonido. Inferior a la que te llevabas el sábado siguiente cuando volvías con intención de cambiarla y no encontrabas por ningún sitio el puesto.
Ahora se localizan fácilmente porque están numerados. Su carácter municipal se refleja en espacios y toldos. Ahí está el mercadillo. Viendo pasar el tiempo y a las gentes. Como la Puerta de Alcalá.
Asunción Mateos Villar
Fotos en blanco y negro: Archivo Fotográfico Asociación Cultural La Poza
Fotos siglo XX: Archivo Fotográfico La Voz de Pozuelo





