En 1972 abría sus puertas en Pozuelo un centro educativo que ha pasado a la historia como el primer colegio privado y laico del pueblo. Toda una revolución en una época en la que los públicos eran “nacionales” y la alternativa privada se limitaba a centros educativos religiosos. Llevaba el apellido de un escritor de la Generación del 98 y estaba en la calle Doctor Cornago. Las aulas se vaciaron para siempre en 1993 y sobre sus instalaciones se levantó un bloque de viviendas con garaje y trastero.
José Luis Rosales y Pedro Martínez asumieron, a comienzos de los años setenta del siglo pasado, la tarea de levantar un complejo educativo de EGB en una parcela al final de la calle que recuerda al médico del pueblo. Pronto se dieron cuenta de la dificultad que entrañaba sacar adelante un proyecto tan ambicioso. Así que decidieron crear una cooperativa -que se formalizó una década después justo cuando el colegio se convirtió en concertado- en la que todos los socios fueran trabajadores y comenzaron a vender participaciones.
Joaquín Cubillo, Don Joaquín, fue uno de los profesores del Unamuno. Impartía matemáticas, ciencias naturales, plástica y educación física. Además se hacía cargo de la administración y fue Jefe de Estudios. Desde hace cuatro décadas vive en Pozuelo. Vino con su mujer animado por un familiar y por el anuncio en el que solicitaban profesores para un nuevo centro educativo.
En las páginas de La Voz de Pozuelo confesaba que la primera impresión no fue buena al comprobar que el colegio se levantaba en un desolado camino rural. Con el tiempo y la apertura todo cambiaría. También el muro del patio que a fuerza de balonazos se había deteriorado. Don Joaquín -que había trabajado como escultor- aprovechó un mes de agosto para decorarlo con un paisaje de montañas y vagones de tren.
L@s chic@s del coro y el golf
Félix Hidalgo, Don Félix, compartía con su colega vocación docente y vena artística. Pero lo suyo era la música. Además de profesor de lengua y sociales -y durante seis años secretario – tocaba el piano y fue director del coro del colegio dejando alto el pabellón del Unamuno. En cientos de actuaciones en el Cine Dalia y en certámenes escolares.
Durante sus años de magisterio Don Joaquín y Don Félix conocieron a cientos de niños y niñas. Pero cuando tuve ocasión de conversar con ellos sobre su centro de trabajo se acordaron de los primeros en ocupar los pupitres: Juan Carlos Piñero y Francisco Javier Montes. Por su afición a llegar tarde a clase tras el recreo con la excusa de estar entrenando en el descampado.
Era verdad. Lo hacían golpeando una pelotita de cartón con un trozo de tubería. Hoy son reconocidos profesionales de golf. Que, a pesar del tiempo y la distancia, recuerdan -como muchos de los que estuvimos más o menos tiempo por allí- aquellos maravillosos años. Los del Unamuno.
Asunción Mateos Villar