Hace cinco años que Carlos Mora salió de Pozuelo para hacer las Américas. Con su equipo fotográfico y unos pocos ahorros. Tras colaborar en revistas especializadas como Muy Interesante y Geo e instituciones como el Servicio de Arqueología de Alcalá de Henares. Para capear la crisis. El hijo del fundador de La Voz de Pozuelo, Jesús Mora, es el autor de muchas de las imágenes que se publicaron en la revista, sobre todo en los noventa y a comienzos del nuevo siglo. De obras y gentes.

No era la primera vez que Carlos salía de España. Desde los veinte años ha estado viajando y ha aprendido a adaptarse a todo tipo de situaciones; algunas precarias. Como cuando estuvo en África y se puso enfermo. Ha pasado mucho tiempo; lo más reciente fueron sus reportajes en yacimientos arqueológicos del noroeste peninsular. Luego llegaron los recortes en los medios que también afectaron a los colaboradores y decidió editar todo su archivo fotográfico para comercializarlo en diferentes bancos de imágenes y buscar nuevas salidas laborales en Sudamérica. “Me decidí por Colombia, un país pequeño pero con mucha variedad cultural y geográfica; algo que interesa a las agencias de fotografía”.

Ahora no tiene residencia fija y se mueve entre Colombia, Brasil y Perú. En el momento de realizar este Puente Aéreo estaba realizando fotos de paisajes, vida y tradiciones en Huancabamba, una zona andina al norte del país del Machu Pichu.

¿Cómo es tu vida en parajes remotos?¿Qué tipo de fotografías realizas?

Al llegar a Sudamérica y realizar mis reportajes de fiestas tradicionales la gente me pedía fotos de sus hijos y familiares. A diferencia de España, donde se ha perdido esta costumbre, para la gente de aquí es muy habitual tener sus recuerdos en papel para poder enmarcarlos y colocarlos en un lugar importante de su hogar. Así que he retomado la figura del retratista, que conocieron nuestros padres y abuelos, y que recorría los pueblos ofreciendo su trabajo.

Tierra de chamanes

Carlos camina a diario unos 25 kilómetros para enseñar sus fotos por las aldeas. A veces en unas condiciones que  no invitan al paseo. Porque el frío, la lluvia y el viento a 4.000 metros de altitud complican los desplazamientos. En esas zonas remotas y poco accesibles es difícil que aparezca alguien con una cámara de fotos profesional. Así que, de repente, surgen nuevos encargos. “Me piden retratos de familiares pero también con sus burros, caballos, vacas, toros y hasta gallos de pelea”.

Toda una aventura la de fotógrafo rural ¿No?

La verdad es que a veces las condiciones de trabajo son duras pero la gente de aquí es muy hospitalaria y nunca falta, al llegar a casa, un buen plato de sopa hecha a fuego de leña y un vaso de chicha, la bebida tradicional de Perú.

¿Son muy diferentes el clima, la comida y las costumbres de allí a las españolas?

Aunque es una área andina está muy cerca de la línea del ecuador así que hay días en la misma semana que son totalmente primaverales y otros otoñales pero el frío no llega al del crudo invierno español. La cocina peruana es una de las más interesantes del mundo con influencias de muchas culturas -entre otras la española- y yo soy un gran amante de la gastronomía. Aquí no me puedo quejar… entre los platos típicos de la zona destacan el ceviche de caballa que es uno de mis favoritos, el cuy, el estofado de carne o los quesos. En cuanto a las costumbres, esta es una zona considerada la cuna del chamanismo repleta de lagunas donde los maestros chamanes practican sus curas de florecimiento a gente que viene de diferentes puntos de Perú y del extranjero. Las gentes viven de la ganadería (elaboran quesos) y de la agricultura (cultivan sobre todo patatas y maíz) y las fiestas me recuerdan mucho a las de Asturias o Galicia. Además son muy frecuentes apellidos españoles como Guerrero, Carrasco o Torres.

Pero España está muy lejos y el fotógrafo echa de menos a su familia y a los amigos que conserva desde la infancia. También sus visitas a la biblioteca Rosalía de Castro a la que acudía para documentar sus reportajes y la sana costumbre española del tapeo en los bares de toda la vida. “Aquí en América echo de menos sitios de Pozuelo que ya han desaparecido como El Caserío”.

Asunción Mateos Villar

Fotografías ©Carlos Mora Gama