A pocos metros del cementerio municipal del Santo Ángel de la Guarda se encuentra uno de los parajes con más encanto de la ciudad. Es un centro de espiritualidad presidido por una capilla levantada en 1968, la primera de España a imagen y semejanza de la original situada en una aldea alemana, a orillas del río Rhín.

El Movimiento de Schoenstatt ha cumplido cien años. Su santuario en Pozuelo se acerca a los cincuenta y sigue siendo un maravilloso reducto de paz. Sus puertas siempre están abiertas y no sólo para quienes tienen fe porque el entorno invita al encuentro con Dios pero también con uno mismo.

Las praderas, los árboles y la capilla son como un oasis en mitad del desierto, el silencio en medio de tanto ruido, la calma. La finca se compró en el año 1968 y lo único que tenía edificada era la estructura de una casa que por su diseño no debía estar pensada como residencia; parecía más bien un almacén o una fábrica.

La hermana María Cristina encontró el terreno, situado a las afueras de un pueblito de Madrid, buscando un lugar para construir el primer santuario del Movimiento de Schoenstatt en España. Las obras comenzaron pronto y sobre su tejado el año en que murió el fundador del movimiento, el padre José Kentenich, posaron las hermanas M. Isentraut y M. Laurence.

Cuando la capilla estuvo terminada y rodeada de girasoles las religiosas, conocidas como las monjas alemanas, abrieron un jardín de infancia frente a La Atalaya y se dedicaron a la educación. Hoy además de escuela infantil tienen un colegio.

Las instalaciones educativas de Schoenstatt se han adaptado perfectamente al paisaje de la finca y no perturban la paz y la tranquilidad del lugar. El santuario, presidido por una  imagen de la Virgen del pintor italiano Luigi Crosi, es una joya del patrimonio local y bajo su altar hay un oratorio que guarda, entre otros objetos, una caja con frases del fundador del movimiento católico para ayudar a la reflexión.

LA MISIÓN Y EL CHOCOLATE

Las Hermanas de María tienen la misión de custodiar el Santuario. El origen de la orden religiosa femenina, en 1926, está muy vinculado a la Primera Guerra Mundial y a la espiritualidad que los seminaristas del frente contagiaron a las enfermeras que les atendían en los hospitales. Les hablaban sobre el Santuario y la alianza con la Virgen María. Con el tiempo el centro de espiritualidad se convirtió en lugar de peregrinación y algunas de aquellas mujeres comenzaron a atender a las visitas y a llevar la biblioteca. Es cuando el padre José Kentenich decide fundar las Hermanas de María.

En la actualidad más de dos mil religiosas trabajan en los cinco continentes al servicio de los ciudadanos. Hay hermanas que desempeñan su profesión. Por ejemplo, en Buenos Aires (Argentina), donde Schoenstatt posee un hospital que también es sede de una fundación sobre bioética encargada del campo de la vida desde la fe.

Una prefabricado, herencia de la Jornada Mundial de la Juventud, cerca del pozo, completa el complejo en Pozuelo. En la tienda se pueden comprar desde cuadros de la Virgen a tabletas de chocolate -negro, con leche o blanco- pasando por libros y regalos de Primera Comunión.