Ver a Murakami en Pozuelo me parece un lujo. Y es lo que tiene su modelo de trabajo: para ricos y pobres. El mismo concepto en versión Mercadona o Louis Vuitton. Otras emociones, muy recomendables: Dorian Wood, Niño de Elche, Miguel Hernández y Cernuda, en nuestras manos con un simple portátil.

Acabo de ver dos documentales, que recomiendo, “Donde Habite el Olvido”, de Mohsen Emadi, bella búsqueda del exilio a través de Cernuda. Y “Sobre MH. Un documental de Niño de Elche”, dentro de su proyecto “Si, a Miguel Hernández”, que dio a la luz su magnífico disco con poemas del poeta. En Logroño estuve en la presentación del disco, en La Gota de Leche, que actualmente es un activo centro cultural. Cuando le escuché cantar “Me sobra el corazón”… quedé atravesado por su voz y la emoción que provoca su persona.

Los que vamos en busca de la emoción, y si no parece que nos falta algo, tuvimos el placer de ver a Dorian Wood en Madrid el 4 de noviembre. Descubrirle en el caos mediático hace unos meses fue toda una sorpresa. Unas palabras interesantes escuchadas en una entrevista de radio que acababa. Conocer al humanista, defensor de derechos fundamentales; al performer, en galerías, salas de museos y universidades; al dibujante; al artista, un raro matrimonio entre Rocío Jurado y Nick Cave. En una cama muy abierta y personal en la que caben Björk, Diamanda Galas o los Swan. Y dice que Nina Simone siempre.

Y aquel Niño de Elche se subió también al escenario de la sala Taboo en un juego de voces que lo mejor es oírlas. Escucharlas. Dejarse penetrar, acurrucar. Ser otros, esos que somos pero no nos dejan. Y el arte saca. Nos resucita. Nos hace alcanzar.

Allí, Dorian Wood, inmenso y tierno. Como una estrella que juega con el glamour y lo disfruta, y lo escarba. Y se inunda y nos inunda, generoso. Y sabe que poder decir libremente en un escenario, y en la calle, es un largo camino de lucha por la libertad. Lo resaltaban en sus declaraciones: “Muchos quieren verme muerto por ser maricón” o “El matriarcado es lo único que puede salvar este mundo”.

Mi semana había empezado muy pozuelera. Me acerqué con Dafne Artigot (su última obra en La Fiambrera) a la inauguración de Takashi Murakami en el ncc de la plaza del padre Vallet. Murakami está un poco en las antípodas. La emoción contenida. O esos juguetitos que quizá escondan una bomba. Como sus inocentes setas que hablan, también de las bombas atómicas de Hirosima y Nagasaki, que doblegaron Japón. Y dirá el artista que lo infantilizaron. En su obra, tan japonesa, hay muchas capas de lectura. Como en los viajes de Alicia por las maravillas de Lewis Carroll. La doble moral siempre produce monstruos.

A la estela de Warhol o Dalí, por lo de la avidez de dólares, el arte de Murakami es un gran negocio, como el de todos los mega creadores actuales. Manga, anime y otaku, junto con la pintura tradicional japonesa, son algunas de las claves de su trabajo. La exposición pozuelera, itinerancia de la Red Itiner de la CAM, nos acerca a su mundo, en pequeña escala. Un lujo en los tiempos expositivos que corren por aquí.

Jesús Gironés

El poeta ángel Guinda en la tumba de Cernuda. ​Imagen del documental «Donde Habite el Olvido» de Mohsen Emadi
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​Dorian Wood y Jesús Gironés tras el concierto en la Sala Taboo de Madrid

SUPERFLAT

New Pop Culture

Obras de Takeshi Murakami
ncc plaza padre Vallet
Hasta el 18 de noviembre