Armar un belén

Cuando noviembre comienza a bostezar de sueño, como si necesitara volver a descansar otros once meses, se va colando por las rendijas de la ventana y por los quicios de las puertas un aroma inconfundible a diciembre, a incienso encendido y a hierbas invernales, mientras que se percibe a lo lejos el titilar de millones de estrellas como anticipo de las mil y una bombillas que pronto alumbrarán, con sus luces de colores, el paisaje cercano y bullicioso de La Navidad.

Este año hay además tres acontecimientos a celebrar relacionados con el mundo de los belenes, de los que otro día, hablaremos despacito como se merecen, pero ahora solo decirles que:

Se cumplen 800 años desde que en una cueva cercana a Greccio en Italia, se montó el primer belén de la historia realizado por Francisco de Asís.

La Federación Internacional de Belenistas, de la que forma parte nuestra Asociación de Pozuelo y que integra a federaciones de más de veinte países, ha celebrado su XXII Congreso con el objetivo de promover la tradición belenista.

Y por último y no menos importante: El Consejo de ministros ha declarado por Real Decreto al Belenismo español como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. ¡Olé!

Nosotros, los belenistas de Pozuelo, de Madrid y de toda España, sentimos la ilusión de continuar con nuestra tarea de extender el conocimiento de este bien no solo religioso, sino artístico, sociológico, e histórico de valor universal. Este puñado de niños, hombres y mujeres que lo integramos, y que siempre está en vías de crecimiento, no está dotado de capacidades extraordinarias, solo de escasa ciencia y mucha  paciencia, exceptuando, eso sí, a algunos sabios maestros, casi magos, que adiestran nuestros pasos para hermosear el resultado final, pero todos vivimos cada año este feliz empeño de planificar el diseño; moldear la estructura; levantar puentes; dar cauce a los ríos; enderezar palmeras; seleccionar las tierras y las aguas, los corchos y los musgos, los clavos y las piedras que tendremos que utilizar para después, con amor y buen tino, ir colocando cada figura en el lugar deseado de manera que aparezca en todo su esplendor ante nuestros ojos la narración que os queremos contar para, finalmente, repensar el milenario evento y añadirle retazos de la historia, vida y costumbres de nuestro pueblo hallando, en esa hermosa pero difícil simbiosis, nuestro propio hueco lo más cerquita posible de Jesús, el Niño que cambió la historia del mundo, habiendo nacido en un portal.

Pasaremos frío, quizá algo de sueño, nos mojarán las lluvias…no habrá donde aparcar y, al tiempo que nos ocupamos de los belenes de la Asociación, al llegar a casa, tendremos que montar nuestro Belén familiar, ése que hallará sitio preferente ya sea en la mesa del despacho, en la mesilla de noche, o en la terraza cubierta del cuarto de estar, pero ni nos daremos cuenta.

La meta es lo importante, y no es otra que hacerlos bonitos, más bonitos si cabe, esta Navidad.

Belenistas de Pozuelo