El Grupo Retineo es un referente en ingeniería. Sobre todo en trabajos de gran complejidad técnica y organizativa que van del estudio a la ejecución de soluciones. Desde septiembre sus responsables acometen una de las obras con mayor singularidad a la que se han enfrentado en uno de los lugares con más historia de Pozuelo de Alarcón: sacar y trasladar las dos columnas del siglo XVIII que formaban, junto a un arco destruido durante la Guerra Civil, la puerta principal de la finca Huerta Grande. Ahora, con una estructura -metálica y de madera- y las capas de protección, pesan alrededor de treinta toneladas cada una. El mayor reto será su transporte y colocación en una plataforma situada en la calle del concejal Manuel Allende. Está previsto para la próxima semana si las condiciones climatológicas lo permiten y participarán tres grúas. La construcción -a conciencia- de los pilares y del muro, prácticamente desaparecido, fue un encargo de Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez-Sorriba, ministro de Carlos III y primer Conde de Campomanes.
Si pudieran hablar las columnas contarían historias de lavanderas, curtidores y hortelanos. También señalarían heridas de guerra en forma de impactos de bala. En los que metimos los dedos con Nacho de la Torre. Las obras de construcción del muro y el acceso principal a Huerta Grande, propiedad de Francisco, hermano sacerdote del hombre de confianza del rey Carlos III, terminaron en 1789. La cronista de la Villa, María Esperanza Morón, ha obtenido información sobre la presencia de estos personajes del XVIII en Pozuelo de Alarcón del archivo de los Campomanes en la Fundación Universitaria y otras fuentes. Para reivindicar, como hizo en su ponencia del Congreso de Cronistas Oficiales de España celebrado en Oviedo hace ocho años, la importancia del vínculo con nuestro municipio.
Las relaciones entre los hermanos Campomanes siempre fueron muy buenas. Así que cuando Francisco compró la propiedad situada entre las calles de la Fuente -hoy Campomanes-, Boadilla y Arroyo de Las Pozas a Josef Oxirando, alguacil
mayor del Consejo de Órdenes, Pedro venía a descansar de sus obligaciones de Estado a la huerta de Pozuelo de Alarcón. Según María Esperanza Morón aquí se sentía más a gusto que en Madrid y distribuía su tiempo libre entre la lectura y el cuidado de los árboles; empeñado en que aquel lugar fuera frondoso y agradable. «El ministro rodeó la finca con una
cerca y para ello, consultó a Ventura Rodríguez, “maestro mayor de Madrid”, y habló con Eulogio Barrio y Juan Llorente, albañiles de Pozuelo, para que la construyeran y se ocuparan de su mantenimiento».
El gran legado se ha perdido con el paso del tiempo. Las abundantes lluvias de 2010 hicieron que parte del vallado de Huerta Grande desapareciera para siempre. Quedan restos de muro. Pero tan pocos… Por eso es importante conservar y mimar lo que tenemos para que las generaciones venideras descubran nuestra historia. Tan ligada a la de España. La casa está preservada pero los antiguos propietarios descubrieron que las columnas quedaban fuera del círculo de protección. Como en Pozuelo de Alarcón no existe un catálogo de bienes histórico-artístico en febrero del año pasado se solicitó su protección y se presentaron firmas en Patrimonio de la Comunidad de Madrid. Para la Cronista de la Villa es un logro. También para Carlos Lozano, un vecino muy implicado en su conservación. «Hemos conseguido que no se destruyeran por su valor histórico y cultural y dentro de poco van a estar en un espacio público que hasta el XIX formaba parte de los terrenos de Huerta Grande».
En la calle de Manu
Si el tiempo no lo impide, los técnicos de Retineo trasladarán las columnas la próxima semana a un espacio público situado en la calle que recuerda al concejal Manuel Allende donde se ha construido la cimentación y la plataforma de hormigón sobre la que se colocarán. Para realizar el traslado ha sido imprescindible el informe de ÁQABA arqueólogos, una empresa orientada a la investigación del patrimonio histórico, arqueológico, paleontológico y etnográfico.
Jaime Peribañez, director de producción de Retineo, dice que para sacar los pilares del lugar en el que llevan más de dos siglos será necesaria la intervención de al menos tres grúas de gran tonelaje y un camión especial para su transporte en horizontal.
José Temprado, jefe de producción y Jesús García, jefe de obra, reconocen que la de Huerta Grande es una de las obras con mayor singularidad a la que se han enfrentado. Para garantizar la integridad de las columnas han estudiado varias soluciones. Con prospecciones han confirmado que por dentro están macizas y, tras asegurar la parte superior, han abierto ventanas de inspección para comprobar el comportamiento de los materiales originales. También las han cubierto con espuma de poliuretano proyectado y han diseñado una estructura de acero con un doble objetivo; poder movilizarlas mediante las grúas y aumentar la seguridad durante su traslado.
En este proyecto también han participado Antonio Burgos y Carlos Polimón como directores técnicos.
Texto y Fotos: Asunción Mateos Villar