Septiembre. 1971. Pozuelo de Alarcón. Fiestas en honor de Nuestra Señora de la Consolación. Plaza del Generalísimo. Residencia del alcalde Vicente Martín. Segundo piso del edificio principal. Desde una de sus ventanas un chaval de veintiún años, que trajo al mundo el Doctor Cornago, a pocos metros del lavadero más conocido del pueblo, mira a través del ocular de su Yashica minister D. Para fotografiar fiestas populares había cargado su primera cámara con un rollo en blanco y negro cortado y enlatado en su laboratorio. Compraba metros de película a granel en una tienda especializada de Madrid. También líquido de revelado y papel para positivar sus capturas. El resultado es una colección de imágenes que nos hacen viajar a un tiempo de tablones y cajones. Y nos devuelven a vecinos queridos y recordados como “El Chipi” quien durante años, al finalizar la corrida, saltaba al ruedo con sus mulillas.
La tienda de Demetrio, la carnicería de Matías… Puestos de mercado que he recreado gracias a las fotografías del archivo de la Asociación Cultural La Poza. O de las gentes que ya no están y que pusieron en mis manos un pasado de risas, bailes y sandía. La farola “trasplantada” y el cajón de Los Plumas que me describió perfectamente no hace mucho Félix Granizo. El altillo que ocupaba la familia de Antonio Becerril. Todo ese pasado está -o se intuye- en las fotografías que Manuel Martín ha compartido con La Voz de Pozuelo para un Érase una Vez que se ha resistido a esperar a la Semana Grande.
Casi medio siglo después “Tío Manolo” sigue con su cámara al cuello capturando, por amor al arte, retazos de vida social y cultural aportando su «granito de arena» al desarrollo de actividades organizadas por instituciones, colectivos y asociaciones. Y montando belenes de conocida y reconocida calidad en colaboración con el Grupo Scout Eslabón. Y acudiendo al Día del Niño tratando, sin éxito, de pasar inadvertido. Como durante nuestra tertulia frente al antiguo convento. No es el sitio Manolo; eres tú.
Me cuenta que “El Chipi”, al que se distingue en una de las fotos arengando a sus mulillas, llevaba en su carro lombardas de Pozuelo al mercado de Legazpi y para no gastar las alpargatas hacía parte del camino descalzo. También que en la plaza de toros, construida con tablones prestados -algunos procedentes de andamios con los que construía pisos su tío Gervasio-, se gritaba “hay bombón helado” y se organizaba una tómbola.
Ah! y que si reconozco a Luis Garnica porque es otro de los que sale en la foto. Viendo los toros desde el candelero.
Asunción Mateos Villar
Fotos: Manolo Martín
Me encantaría colaborar con la peña taurina Seis y Medio en la exposición de su concurso fotográfico