Miguel Carnero afirma que se nace “chiringuitero” y que ha aprendido a preparar mojitos con ayuda de las nuevas tecnologías. De esas algo sabe porque es técnico de imagen y sonido y lleva más de veinte años trabajando en Telecinco. Ahora, después de asistir al cambio de lo analógico a lo digital, maneja  sistemas informáticos. Estas fiestas patronales estará detrás de la barra en su puesto de bebida. Como soy una oportunista le he sometido a un interrogatorio y he conseguido que me contara una bonita historia relacionada con la Virgen de la Consolación. Que nunca antes había contado.

¿De cuándo viene tu afición por montar chiringuitos?
Del año 1992. A mi padre le ofrecieron montar la caseta de UGT en las fiestas por mediación de la sección sindical de las Factorías Talgo. Mi hermano Nacho y yo decidimos embarcarnos hacernos cargo del chiringuito.

El “chiringuitero” ¿Nace o se hace?
Pues mira yo creo que se nace pero desde la necesidad de ganar unos duros de la época y las ganas de aventura que uno tiene a los 22 anitos. No hay miedo. Luego se hace porque uno tiene que adaptarse a los cambios urbanísticos y a las diferentes políticas en materia de festejos.

¿Qué desayuna un “chiringuitero”?
Cuando estoy en los chiringuitos no como hasta el segundo día (risas). Hasta que no enciendo los focos y veo que todo funciona no me entra nada. El resto del año mi desayuno favorito es café con leche cargado y un pincho de tortilla jugosa; tipo hormigón nooooooooo.

¿Cuál es tu bebida favorita?
Para comer siempre agua. Ahora me he aficionado a los gin tonic y si tiene cardamomo y cosas de esas mejor (risas). Aunque nunca desprecio un buen whisky.

¿Qué es lo mejor de estar detrás de la barra en las Fiestas Patronales?
Lo mejor es ver a mi gente. Yo vivo en Móstoles. El chiringuito es un vínculo con mi pueblo y con gente de varias generaciones. La mayoría de los pozueleros de toda la vida seguimos viviendo las fiestas como antaño y suponen para nosotros un lugar de encuentro y reencuentro con quienes hemos compartido niñez y adolescencia. Aún con las variaciones que han tenido creo que las seguimos disfrutando los mismos; los de siempre. Seguramente los de la periferia no saben ni que existen.

¿Y qué es lo peor de estar al otro lado?
El estrés de que vaya todo bien pero poco más. Disfruto de esto y reconozco que para mí las fiestas son una inyección de adrenalina de la leche. Es un vicio (risas).

¿Cuántos barriles encargas y cuántos se gastan en la semana de festejos?
Suelo encargar siempre de más; unos veinte barriles. Gasto aproximadamente unos quince. Luego encargo también de tinto de verano. Los de cerveza contienen 50 litros y los de tinto de verano son de 30.

¿Qué es lo que más bebe la gente de Pozuelo?
Pues ha cambiado con el tiempo. En mis primeros años causaba furor el calimocho y ahora se bebe sobre todo ron dominicano, mucho ron dominicano. También tienen salida los gin tonic y mis mojitos nunca fallan.

Este año hay música en directo prácticamente a diario ¿Eso es bueno no?
No hay nada mejor que la música en directo y si los que se suben al escenario logran transmitir entonces es estupendo. El problema son los horarios. Entre semana se cierra a las doce de la noche y si tenemos en cuenta que la gente empieza a moverse sobre las diez la realidad es que cuando se está mejor hay que recoger.

¿Cómo ves a las nuevas generaciones de “chiringuiteros”?
Fenomenal. Yo ya tengo una heredera ejerciendo. Ruth, mi primogénita, nació un 14 de junio y con un mes ya estaba en el chiringuito de la Estación durmiendo debajo de los altavoces de la música (risas) y Aroa, su hermana, me ayuda con otro chiringuito. Los próximos “chiringuiteros” serán “chiringuiteras”.

También eres andero ¿Qué significa para ti llevar a la Patrona y Alcaldesa de Pozuelo?
Mucho. Te voy a contar el motivo por el que soy andero. Es la primera vez que lo cuento. La hermana mayor de mi madre, Conchi, se crio con mi bisauela, Irene, que vivía en la Costanilla del Olivar. Mi tía era muy devota de la Virgen de la Consolación y nos teníamos un cariño muy especial. Era algo mutuo. Cuando murió de cáncer de mama hace ya unos años fue un palo gordo y cada vez que veía a la Patrona se me encogía el corazón recordándola. Nunca podía llevarla porque estaba con los chiringuitos pero hace tres años decidí formar parte de la Congregación de Nuestra Señora de la Consolación.  Ahora cuando llevo a la Virgen con todos mis compañeros la satisfacción es muy grande. Siento que estoy en los brazos de mi tía Conchi contemplando su mirada amorosa y su gran sonrisa.

Asunción Mateos Villar
Fotos: Óscar Megía

¿Cómo aprende uno a hacer mojitos? Porque sabes hacerlos no…
Sí claro. Además de forma natural y manual. He aprendido como se aprende ahora casi todo: mirando por internet. Luego le doy un toque especial para hacerlo un poco mío.

¿Para cuándo el cóctel “Miguelito”?
¡Anda! Pues es una buena idea. A partir de esta entrevista voy a trabajar en ella.

¿Has bailado alguna vez dentro del chiringuito?¿Y fuera?
Risas. La verdad es que bailo poco. Cuando me pilla mi prima Elena, compañera desde hace muchos años en esta aventura, me animo un poco. Lo cierto es que soy como Robocop (más risas) y un poco arrítimico (todavía más risas) pero lo llevo bien porque no tengo mucho sentido del ridículo.

¿Te veremos cantar en el karaoke de la Quedada Generacional o eres de los que prefiere ver a otros dando el cante?
Prefiero ver como otros dan el cante (risas) sobre todo cuando mi negocio depende tanto del clima. Lo mejor es que yo no cante (más risas).