Soy residente en Pozuelo de Alarcón desde hace 45 años. Como vecina asisto a la procesión de Nuestra Señora de la Consolación desde que tengo mis primeros recuerdos porque, desde entonces, mis padres me inculcaron la fe y la devoción por nuestra Patrona y Alcaldesa Honoraria. El pasado domingo, 3 de septiembre, asistí como cada año a acompañar a nuestra Virgen por las calles pero esta vez de una manera más especial; como DESCALZA.
Me dirijo a La Voz de Pozuelo con el dolor que me produjo el mal trato recibido. Me atrevería a decir incluso la humillación a la que fuimos sometidas todas las personas descalzas que acudimos a la procesión de Nuestra Señora. Remarco personas que por convicciones religiosas, éticas, promesa, sacrificio, devoción o el motivo personal que fuere deciden participar en esta celebración religiosa despojadas de sus zapatos.
Merecemos el mismo respecto que el resto de participantes. El mismo que las señoras de las mantillas que tanto lucen acompañando a la Patrona. Quienes acudimos descalzas lo hicimos con el recogimiento, silencio y respeto debido a quien es madre de este municipio. No somos ganado ni gentes frívolas ni irrespetuosas pero como tal nos trataron a lo largo del recorrido.
Aguantamos malos modos y mofas por parte de una persona de ojos claros que parecía responsable de la congregación de la Virgen. Su madre era catequista y me formó cuando era pequeña. Me gustaría recordarle que todos somos iguales, no sólo ante la ley humana sino también a los ojos de Dios y si él es miembro activo de la fe -al menos se le presupone- y de la organización debería practicar y no tratar a sus semejantes como “monos de feria” burlándose de nuestra fe y de los motivos que nos han llevado a participar en esta liturgia religiosa con el sacrificio de “ir descalzo” durante todo el recorrido hasta acompañar a la Virgen a su casa.
Trato inhumano también fue no dar agua a una persona descalza que la pidió en varias ocasiones a unas señoritas que iban repartiendo botellines a los anderos y a las señoras de las mantillas ¿Se nos ha olvidado acaso lo que Jesús nos enseñó de dar de beber al sediento?¿Dónde está la caridad cristiana? La señora demandante del agua sólo obtuvo la respuesta de que había pocas botellas porque estaban reservadas para los anderos y las señoras de mantilla y que no se preocupase; que si sobraban ya le darían una.
Por parte de una persona de protección civil, vecino de pozuelo y para más señas regente de una tienda de reparaciones varias, el trato no fue distinto. Con desprecio nos impidió la entrada por la parte de atrás de la Iglesia dejando solamente pasar a las señoras de las mantillas que nos precedían. Me parece cuanto menos discriminatorio e injusto pues, durante todo el recorrido, acatamos las órdenes del hijo de la catequista que nos trataba como ganado, sin deshacer la fila como nos indicó y sin hacer ruido.
Si no fuera por la fe que tengo en Nuestra Señora de la Consolación, con actitudes como las que relato, a nadie le dan ganas de repetir experiencia, y lo que es más grave, uno podría plantearse incluso abandonar la fe.
Respeto e igualdad de trato
Por mi parte no pretendo ninguna mención especial ni siquiera por parte del sacerdote que, al final del acto religioso, agradeció la participación merecida a los anderos de la cofradía y a las señoras de la mantilla. No buscamos ningún protagonismo, todo lo contrario. Lo que si pido es respeto e igualdad de trato. No estaría de más que en la organización de esta celebración religiosa tuviese en cuenta un espacio para las personas que acuden a cumplir una promesa desprovista de sus zapatos.
Supongo que mi queja no transcenderá. Incluso creo que ni siquiera será leída por las personas responsables de la organización de la Procesión de nuestra Virgen pero no me queda más que hacer partícipe a quien quiera saber el mal trato recibido.
Espero y deseo que para próximos años la situación cambie porque con comportamientos como los que relato le quitan a uno los deseos de participar en una comunidad tan hipócrita y ficticia como la que dirigen los miembros directivos de una de las celebraciones religiosas más populares de Pozuelo.
Atentamente
María Gloria Covarrubias
DNI. 52.364.300Q
Buenos días, señora Covarrubias.
Soy Tomás Toribio, esa persona a la que usted hace referencia (curiosamente la única a la que se permite identificar en toda su carta). Como voluntario de Protección Civil, estoy obligado a cumplir una serie de normas que me vienen impuestas, con las que puedo estar o no de acuerdo. Si tiene alguna queja, diríjase a las personas que han impuesto esas normas, en último término la Congregación, y deje a los que nos dedicamos a intentar colaborar de alguna forma tranquilos. No es usted quién para hablar de mí o de mi negocio en ningún medio, menos sin saber el porqué de nuestra negativa. Desde el primer momento defendí, a título personal, el derecho de los penitentes descalzos a acceder a la Plaza, pero los mandos lo negaron, y sin embargo soy el único salpicado por esta polémica. Ya que me conoce tanto, la próxima vez le invito a dialogar conmigo para buscar una solución sin faltar a nadie al respeto.