La idea de un santo y… la carta de un papa

Decíamos hace unos días que celebramos los ochocientos años del montaje del primer pesebre o belén y que, en una próxima colaboración, hablaríamos sobre el autor de aquella magnífica idea, y responsable de hacerla realidad, y así lo hacemos. Sobre este mismo asunto próximamente hablaremos de un Papa que escribió una carta cuyo resumen seguro os va enamorar. En esta ocasión también os contamos  algunos datos sobre nuestra Asociación y nuestros cometidos como belenistas, que pueden seros útiles o curiosos.

Resumen del Relato de Tomás de Celano, primer biógrafo de Francisco de Asís (1 Cel 84-87)

Francisco de Asís, viniendo de Roma después de su viaje a Tierra Santa, tres años antes de morir y quince días antes de la Navidad de 1223,  se detuvo en el valle italiano del Reatino porque las grutas cercanas al pueblo de Groccio le recordaban insistentemente el paisaje de Belén, y la idea de montar un pesebre en aquellos parajes martilleaba con machaconería su cerebro, por lo que llamó a un buen vecino y mejor amigo, de nombre Juan, hombre de noble familia, que vivía en los alrededores, para decirle:

“Deseo celebrar la llegada del Niño que nació en Belén aquí en Greccio y ver si, entre todos, somos capaces de rememorar lo que sucedió en aquellos días previos a la venida de Jesús y observar con nuestros propios ojos la humildad y las míseras condiciones de aquel Niño, reclinado en el pesebre, colocado sobre heno y buscando calor entre el buey y el asno. No encontraría nadie mejor que tú para poner en marcha este proyecto, contigo y con la ayuda de los buenos vecinos conseguiríamos este año, por primera vez, celebrar la Navidad en Greccio, si estás de acuerdo, querido amigo, vete para allá y comienza a trabajar”.

Juan puso manos a la obra y dispuso todo lo que le habían indicado contando para ello con propios y extraños; frailes que llegaron de distintos lugares; hermanos que se acercaron trayendo sus enseres y útiles de trabajo; hombres y mujeres de las granjas de la comarca que pusieron su granito de arena llenos de alegría mientras cocinaban; limpiaban; tejían; afilaban; podaban, serraban o cortaban y apilaban la leña, ordeñaban y preparaban viandas mientras abrían senderos para que, cuando llegara la víspera que alumbraría el día 25 de diciembre, estuviera expedito el camino al pesebre para los vecinos de los pueblos colindantes, sin olvidar a aquellos que traerían flores, cirios y teas para iluminar una noche que, tendría su particular estrella, aunque ellos aún no lo sabían. Cuando todas las órdenes recibidas llegaron a buen puerto, prepararon el pesebre y el heno y, a su lado, dejaron al buey y al asno, medio dormidos, medio despiertos.

Greccio, humilde poblado, se transmuta en oriente en una noche, noche que se presenta serena y tibia para animales y hombres quienes, poco a poco y sin instrucciones, van convirtiéndose en figuras de un paraje abrupto, escenario del primer belén viviente y así entre entre risas y penas las buenas gentes muestran ante esta nueva situación  una sorpresa compartida con agrado y curiosidad. El día transcurre entre animada charla y cantos de alegría en el que San Francisco, de pie ante el pesebre compuesto tan solo del heno, el asno y el buey, celebra el rito solemne de la misa y comienza emocionado el relato del nacimiento de Jesús en una ciudad que se llamó, y aún se llama, Belén

PD …. y cuenta la leyenda que alguno de los presentes al acercarse al pesebre aquella bendita Navidad pudo ver, entre el buey y muy pegadito al asno, al recién nacido durmiendo apaciblemente al calor del animal .

Se non è vero è ben trovato. 

Belenistas de Pozuelo