Y la última. Fue tal el susto que se llevó y que Damián Pozo recogió con su cámara, a pie de coso, que no volvió a correr un encierro delante de los toros. Aquella mañana de septiembre de 1976, Luis Fernando García Anduro, no quiso ser menos que su hermano y decidió correr el encierro pero tropezó y cayó al suelo. Allí se quedó tumbado un buen rato, recordando las palabras de su madre, hasta que los mozos consiguieron desviar la atención del astado.

La fotografía que estos días puedes ver expuesta en una de las vitrinas del centro cultural Padre Vallet cedida por Eva García Anduro -con la colaboración de Pilar y Jacinto– tiene detrás una historia. La de su protagonista. Un muchacho de 17 años, nacido en el barrio Coca de la Piñera en la Estación, tumbado en la arena. Al que mira fijamente un toro.

Se llama Luis Fernando García Anduro y nunca olvidará el miedo que pasó “mordiendo el polvo”. Más de cuarenta años después todavía recuerda el tropezón que le llevó al suelo. Todo ocurrió de repente:

Al entrar en la plaza, se quedó colocado en un mal sitio y decidió cambiar de lugar pero cuando se disponía a moverse tropezó y perdió el equilibrio. Cuando una de las reses le vio caer se acercó. Tanto que oía su respiración. Y olía su miedo.

Pero allí, todo lo largo que era y protegiéndose la cara, Luis Fernando se acordó del consejo de su madre: “si el toro te da un revolcón quédate muy quieto hasta que se vaya”. Aquella mañana, en la actual plaza de la Coronación, que antes fue coso taurino de tablones de madera, el astado se marchó.

Y, por la tarde, Luis Fernando, vio que había “salido en la foto” y decidió comprarla. En la tienda de otro joven reportero.

Asunción Mateos Villar
Fotos de otros encierros de la época cedidas por Antonio López
Imagen en color: archivo La Voz de Pozuelo