Hace una semana que finalizaban los festejos en honor de la Virgen de la Consolación y con la vuelta a la rutina tengo que reconocer que me invade la nostalgia de las alegrías pasadas. Con el paso de los años he aprendido a adaptarme y a disfrutar de la semana grande de mi pueblo con la ilusión de antaño. Los balances de gestión los dejo para otros que parecen escribir con conocimiento de causa aunque no hayan dado señales de vida en las fiestas.
Para mí es un auténtico placer contemplar durante una semana las calles del centro, tan abandonadas a su suerte, coloreadas por las peñas locales, escuchar charangas y bailar o cantar -o las dos cosas- con música en directo al aire libre. Que ya vendrán días de espectáculos a cubierto. Reconozco que no me molesta ni el olor a panceta ni a sardinas ni a churros. Ni las orquestas que duermen conmigo cada noche. Y poco me importa comerme un bocata y acompañarlo de sangría en medio de la plaza y con el sol de cara. Como una vecina más.
Lo que más me gusta es mezclarme con las gentes. Este año he visto de cerca la emoción en los ojos de Isaac Cardoso y me he reído con algunos concejales que, como yo, han vivido sus fiestas. Porque, como yo, son de aquí. Además he visto goles a favor de Infancia sin Fronteras y he asistido a una velada con Los Limones gracias a los veteranos del C.F. Pozuelo de Alarcón. He compartido impresiones con chicos y chicas de peñas y agrupaciones que siempre me tratan estupendamente. A propósito…
El primer regalo me lo hizo Carlos; su pañuelo contra la violencia machista. Es el presidente de La Calle; una nueva peña que viste de amarillo y viene para quedarse. El segundo, las chicas de Las Domingas ¡Qué bien me colocó Lola el lazo fucsia y las gafas para transformarme en una de ellas! El tercero María Jesús, socia de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Un práctico sombrero de paja que le ha dado un toque vaquero a mi foto con el constructor de gigantes, Aitor Calleja, su ayudante Mikel y sus “criaturitas” (Mariana, Gabriel, Julia y Crispín). El cuarto Frade en la sede de la peña taurina Seis y Medio. El quinto los amigos de El Botijo.
A partir de ahí todo fueron buenos ratos. La visita al chiringuito de Miguel en busca del mojito, la grabación del picoteo vecinal en La Casa del Barrio, la merienda dulce de La Poza en la plaza de toros, el saludo y las fotos con Belinda y Chocano tras sus actuaciones en la del Padre Vallet, el achuchón de José Manuel (Seguridad Social) en la quedada generacional, la instantánea con El Pulpo… Como cada año, desde hace muchos, Suso hizo que mi trabajo y el de Noel, el fotógrafo, fuera muy sencillo. También el titular de festejos, Carlos Ulecia, se preocupó por facilitarnos la cobertura informativa.
La madrugada del pasado domingo; cuando mis vecinos dejaban velas frente a la imagen de la Virgen de la Consolación, con el señor me has mirado a los ojos de fondo, pensé en la Patrona y en su protección. Pensé en las luces y en las sombras y en lo poco que dura lo bueno.
Asunción Mateos Villar
Fotos: Noel de las Heras






