El doctor Velázquez (1901-1985) nació en Ávila y fue catedrático de Farmacología y Terapéutica de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid donde ocupó más de diez años el cargo de Decano. En “Villa Amparo”, su propiedad con vivienda, jardín y huerta de la colonia de San José convirtió el contacto con la naturaleza en su principal afición y a la familia en auténtica devoción.
Benigno Lorenzo Velázquez viene al mundo a comienzos del siglo XX en el seno de una familia humilde. Sus padres, Ángel Lorenzo y Virtudes Velázquez, por su oficio de maestros, vivían inmersos en el magisterio y como el mismo Benigno escribía en sus Memorias, “Enseñanzas de una vida”, este hecho le señaló la trayectoria que había de seguir dentro de la enseñanza y la universidad. Durante su etapa formativa se levantaba de noche y estudiaba hasta la salida del sol. Siempre le atrajo la medicina pero no para ejercerla sino para investigarla y difundirla.
Con una clara vocación docente comenzó sus estudios en la facultad de medicina de la Universidad Central -Complutense- y estudió la especialidad de farmacología. Gracias a una Pensión de Ampliación de Estudios viajó a la ciudad germana de Königsberg en 1926 y durante un año compartió vivencias y experiencias con el profesor Félix Haffner, uno de los mejores y más jóvenes farmacólogos alemanes.
De vuelta a España trabajó un tiempo como médico rural esperando una cátedra. El 15 de diciembre de 1929 obtiene la de Terapéutica de la facultad de medicina de Zaragoza. Tras unas brillantes oposiciones se traslada a la capital aragonesa para contagiar a un grupo de jóvenes médicos su pasión por la farmacología. Una mujer, Amparo Pérez Carnicero, le acompaña en la nueva aventura profesional. Meses antes del traslado su colega se convirtió en su esposa.
Colono y hortelano
El doctor Velázquez adquirió una gran finca cerca del apeadero de Renfe. Corrían los años veinte del siglo pasado y a ambos lados de la vía comenzaban a levantarse hotelitos que se agruparon en colonias. “Villa Amparo” sigue en la de San José, denominada así porque, además de casino, el Corral de la Pacheca, tenía una capilla bajo su advocación.
El médico bautizó la residencia con el nombre de su esposa para rendir homenaje a su compañera inseparable. Contaba con un hermoso huerto donde dar rienda suelta a una de sus grandes aficiones fuera del horario escolar. Tras impartir clase en Ciudad Universitaria venía al sitio de su recreo para dar una vuelta y entretenerse con las plantas.
Aquel lugar que visitaba con hijos y nietos, sobre todo los fines de semana se quedó pequeño. Así que Benigno amplió su propiedad comprando otro terreno cercano. Allí construyó un original chalé, que sigue en pie, diseñado por el Premio Nacional de Arquitectura Alejandro de la Sota.
Hoy es el número 5 de la calle Doctor Velázquez.
Asunción Mateos Villar