La Voz de Pozuelo. Página 29. Mayo 1999

Javier Quero fue mi jefe en los años noventa. Juntos compartimos días de radio en la emisora de Las Rozas que dirigía como si fuera una escuela pero con la profesionalidad propia del cargo. Era un culo inquieto dentro y fuera de los estudios. En una época dorada para el periodismo cercano destacaba también por su vena artística que comenzó en la infancia como aprendiz de payaso. Recuerdo que cuando La Voz de Pozuelo cumplió 15 años le pedí una viñeta para incluirla en una ocurrencia que denominé “La voz de los colegas” y en la que también participaron Luis Izquierdo y Javier Castellano y Olga Luisa Arroyo. Porque tiene un don para las caricaturas. Sin pedírselo decidió acompañarla de la letra de una canción. Dos décadas después sigue metiéndose en todos los jaleos que le hacen feliz tengan que ver con la comunicación o el humor. Porque la vida son cuatro días y dos salen nublados. En nada estrena en el Pequeño Teatro Gran Vía “No cabe un tonto más”, un espectáculo necesario porque “estamos gilipollas”.

Háblame de tu infancia ¿De pequeño ya sabías qué querías ser de mayor?

De niño quería ser bombero y payaso así que puede decirse que he conseguido la mitad de mis objetivos. Lo que más me divertía era disfrazarme e imitar a Fofó y a Miliki, montaba el circo en casa y a punto estuve de entrar en el Circo de Los Muchachos que estaba en mi barrio. Fue una infancia completamente feliz, muy de vivir y jugar en la calle.

Tu relación con el teatro comienza en el colegio. Creo que en el mismo grupo que Juan Echanove ¿Qué tal tu experiencia sobre las tablas?

Estuvimos en el mismo grupo del colegio Menesiano, pero él es algo mayor que yo, así que no coincidimos. Fue un grupo que montó don Julián, el profesor de Literatura. A los 14 años me subí por vez primera a un escenario y fue una experiencia casi mística. El escenario es un chute de adrenalina sin comparación. Representábamos sobre todo comedias, Arniches, Paso, Mihura… Aprendí muchísimo gracias a don Julián, con quien sigo hablando de vez en cuando. Le estoy muy agradecido.

Uno de tus primeros trabajos fue como ilustrador haciendo dibujos en artículos de regalo ¿Qué recuerdas del aterrizaje en el mundo laboral?¿Quién te enseñó a pintar?

Eso fue con 16 años. Otra de mis pasiones es el dibujo y hacía viñetas cachondas para una empresa que fabricaba tazas, ceniceros y ese tipo de cosas. Un año después ya estaba trabajando como caricaturista para una revista y desde entonces no he parado de currar. He tenido además la suerte de poder hacerlo en un montón de cosas distintas que me gustan. A dibujar y pintar me enseñaron mi tío Félix y otro profesor de mi colegio, don Demetrio. Eso y que pasaba horas dibujando sin parar. ¡Tenías que ver mis libros de matemáticas! Llenos de caricaturas de los profesores. Así me pasó, que nunca aprobé matemáticas.

Otra de tus hazañas: disfrazarte de adulto para ver a Pedro Ruíz en el teatro ¿Y eso?

Descubrí a Pedro por la radio y unos discos de humor que grabó. Yo debía tener 14 o 15 años y a su espectáculo sólo podían entrar mayores de 18. Así que con la complicidad de una prima mía, mayor de edad, unas gafas, un abrigo de mi padre y unas patillas que me fabriqué me colé en el teatro.

Las vueltas que da la vida… Pedro y tú además de haber trabajado juntos en programas como “La Noche Abierta” sois buenos amigos ¿Qué te ha aportado a nivel profesional y a nivel personal?

Desde ese día que cuento, Pedro Ruíz se convirtió en mi ídolo profesional. Le seguía en todo lo que hacía y luego la vida me dio la ocasión de conocerlo y trabajar con él, no sólo en “La noche abierta” sino en más programas y espectáculos suyos. En el plano profesional me ha aportado todo. Pedro es un pozo de sabiduría y talento en lo profesional y de bondad y generosidad en lo personal. Es muy amigo de sus amigos, te ayuda siempre, en momentos de bajón, te aconseja sin que se note -que es la mejor manera- te apoya, te acompaña… Pedro es mi hermano mayor. Una de las personas más importantes en mi vida.

Antes de trabajar en televisión lo hiciste en radio y prensa llegando a dirigir la emisora de Las Rozas RKR y el periódico Sierra ¿Cómo describirías aquellos tiempos?

Como una auténtica escuela. Una época maravillosa en la que podíamos experimentar, equivocarnos, aprender. Aquella radio fue un trampolín en el que se formaron docenas de profesionales que hoy me sigo encontrando en prácticamente todos los medios de comunicación. Fue una pena que un grupo de idiotas con cargo decidieran cargársela. La unión de políticos y lameculos es una mezcla peligrosa y siempre trae consecuencias negativas. Lo malo es que esa unión es muy habitual. Y el Sierra, otra magnífica experiencia. Siendo el periódico decano de la prensa local en la Comunidad de Madrid, te permitía vivir ese periodismo en el que tienes que suplir la carencia de medios con la ilusión. Y creo que lo conseguimos, no yo, sino un equipo extraordinario con las “Teresas”, las dueñas, al frente.

Inmerso en el mundo de la comunicación pero sin olvidar tu vena artística ¿En qué momento decidiste hacer bolos y cantar a lo Julio Iglesias?¿Por qué?

En realidad empecé muy jovencito. Con 17 o 18 años ya iba por bares y discotecas haciendo parodias. Me divertía mucho, pero como tenía la mala costumbre de comer tres veces al día, lo dejaba y lo retomaba según me lo permitía cada etapa profesional de mi vida. Hasta que en 2013, dos maestros, Luis Ignacio González y Federico de Juan, me llamaron para incorporarme a “Los Teletipos” en Telemadrid. Fueron diez meses con programa diario, de enorme ilusión, con el mejor equipo que se puede soñar. Trabajamos como cabrones pero nos divertimos como niños. Y de ahí vino la oportunidad con José Mota, con quien sigo trabajando, que me dio el gran empujón a lo demás, Homozapping, Late Motiv y hasta llegar a hacer de Bertín Osborne con el propio Bertín en su programa.

Eso, eso. Un día te conviertes en Bertín Osborne y el cantante acaba reflejándose en un espejo. Como el cocinero Chicote. Háblame de tu capacidad para convertirte en otros…

Es algo innato. Ya lo hacía de niño. Para mí siempre ha sido un juego. Cierto es que al dedicarte profesionalmente tiene un grado de exigencia mayor y se convierte en un trabajo con su disciplina, de observación, de ensayo, de perseverancia. Pero es divertido, cuando estás preparando un personaje te metes tanto en el proceso que te acaba poseyendo y un día te encuentras a tí mismo hablando como Bertín o Chicote a tu familia o los amigos que, obviamente, se descojonan de ti.

La parodia no se te resiste ni a través de las ondas

Volver a la radio ha sido una suerte. Con Isabel Gemio he compartido dos temporadas en Onda Cero maravillosas. Y en Kiss FM sigo cada mañana, con mi inseparable Fede de Juan, imitando personajes, que no es sencillo a esas horas intempestivas, desde las siete de la mañana, en que tú estás despierto pero la voz aún está dormida. Y en la imitación en radio no tienes el apoyo de los gestos de un personaje, sólo la voz. Pero merece la pena el esfuerzo cuando ves el resultado del trabajo en equipo con Xavi Rodriguez y María Lama al frente, respaldado por la constante subida de la audiencia y reconocimientos como la Antena de Oro, concedida este mes.

Dices que la actualidad te mata y el humor te rescata. Esa filosofía tiene que ver con el estreno inminente de la obra “No cabe un tonto más” en el Pequeño Teatro Gran Vía ¿Por qué ese título?¿Qué nos espera?

Es un título, pero sobre todo una conclusión al ver lo que nos rodea. Estamos gilipollas. En todos los ámbitos, las redes sociales, el mundo de la empresa, la política, la educación, las modas, el fútbol, la gastronomía, la tele… ¡En todo! Se trata de poner ante el público esas cosas cotidianas que nos han convertido en esclavos del postureo, secuestrados por lo políticamente correcto y víctimas de la militancia obligatoria. Observando el día a día de este país, de este mundo, llegas a la conclusión de que no cabe un tonto más, y aun así se puede hacer hueco. Y eso, o lo tratas desde el humor o te pegas un tiro.

Una última cuestión… ¿Qué hace Javier Quero cuando no está trabajando?¿Y cómo es él?¿A qué dedica el tiempo libre?

Por seguir con la canción: es un ladrón, que se ríe de todo… Ahora en serio. Soy de costumbres muy ibéricas: mi bar de cabecera, mi familia y mis amigos, mi perra y sus paseos por el monte y, sobre todo la cocina. Me encanta guisar y comer. Si es que yo a lo que me tenía que haber dedicado es a hacer paellas. Soy el que mejor prepara el arroz en España. Y esto no es coña.

Asunción Mateos Villar

 

Pedro Ruiz es mi hermano mayor; una de las personas más importantes en mi vida

La oportunidad con José Mota me dio el empujón a lo demás

Cuando te metes tanto en el personaje te acaba poseyendo y un día te encuentras a ti mismo hablando como Bertín o Chicote a tu familia

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Nos hemos convertido en esclavos del postureo

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