Decíamos ayer. Con esta expresión de Fray Luis de León, mi tocayo, es como muchos de nosotros iniciábamos cada día nuestra tarea con los alumnos, recordando los conocimientos previos y lanzándonos a esa aventura de dar clase. Cada día diferente y sorprendente. Pese a nuestras programaciones, concreciones curriculares, planes de mejora y a nuestro conocimiento de las características evolutivas de los alumnos. Ellos se encargaban de dar vida a cada jornada. Permitidme que comparta públicamente algunos recuerdos de la maravillosa aventura que es ser maestro. 

Aventura que empezó primero como alumnos de “parvulitos”, aprendiendo las vocales y las difíciles consonantes, después la Primaria, con sus pupitres de madera y sus huecos para los tinteros, bendita la hora en que llegaron los “Rotring”, las caligrafías, las lecturas, la cantinela de las tablas de multiplicar, las provincias, los problemas, los dictados y al final el Examen de Ingreso con 10 años, para entrar en el Bachillerato, los que podían seguir estudiando. Eso sí eran exámenes y no las pruebas de ahora.

Después el Bachillerato Elemental y Superior, con sus Reválidas, que algunos se creen que se han inventado ahora y luego a la Escuela Normal de Magisterio. Hasta que por fin nos pasamos al otro lado de la clase, por lo menos de manera oficial, porque estudiantes lo seremos siempre.

De esas épocas de alumnos más que los métodos didácticos, técnicas y teorías pedagógicas, recordamos a nuestros maestros, a aquellos que nos recibían con una sonrisa y a los que nos exigían, a los que reían con nosotros y a los que nos regañaban. Estoy seguro de que ahora mismo la mayoría de vosotros tenéis en vuestra mente el nombre y la cara de alguno de ellos.

Pues bien, en este recorrido vital, los de mi generación hemos sobrevivido a 10 presidentes de gobierno y 23 ministros de educación (7 como alumnos y 16 como maestros). El Ministerio ha cambiado 7 veces de nombre y por si fueran pocos jefes llegaron las transferencias educativas y con ellas 7 Consejeros de Educación con varias denominaciones distintas de la Consejería ¡Que manía de cambiar los nombres! Pero sobre todo hemos sobrevivido a 9 Leyes Orgánicas de Educación: Ley de Primaria, Ley de Secundaria, Ley General de Educación, LOECE, LODE, LOGSE, LOCE, LOE y LOMCE y, lo que es casi peor, a reales decretos, decretos, órdenes, disposiciones, resoluciones, indicaciones, instrucciones, anexos… que las desarrollaban.

Pero lo que no hemos tenido,  pese a que desde que empezamos a  ejercer la profesión siempre se decía que estaban al caer, son dos cosas, elementales y fundamentales, que habrían evitado dolores de cabeza y mejorado a la Educación y nuestro Sistema Educativo: Un Pacto Educativo con todas las fuerzas políticas y sociales y el desarrollo de la  Carrera Docente. Se sigue trabajando en ello. Espero que ahora sea la definitiva.

Uno de esos profesores, a los que citaba antes, me decía que “es de bien nacidos el ser agradecidos” pues vamos a ello en este momento que cerramos una etapa y abrimos otra.

Gracias en primer lugar a mis padres que, además de enseñarme unos valores de gran utilidad en mi vida, confiaron en mí antes de conocerme y tomaron la difícil decisión en aquellos años de adoptarme. También me apoyaron y confiaron en el momento de tomar una de las decisiones más importantes de mi vida: mis estudios y mi profesión. Yo iba encaminado, por diversas circunstancias, a ser ingeniero forestal -guardabosques decía yo- pero en el fondo y desde siempre mi vocación era ser maestro y además de ciencias sociales. Pues allí estuvieron conmigo en ese giro de 180 grados en todo lo que había sido mi formación, de ciencias puras, hasta ese momento.

Gracias a todos mis maestros y profesores, a los que pongo cara y a los que no. De todos ellos he aprendido algo, pues parafreaseando a Plinio el Joven, “no hay maestro tan malo, que no tenga algo bueno”.

Gracias a las familias de todos los alumnos que he tenido en el castizo distrito de Chamberí, en Leganés y aquí en Pozuelo de Alarcón, por haberme confiado sus tesoros más valiosos, por el apoyo recibido y por las críticas, que me han ayudado a ser mejor.

Gracias a mis compañeros. Aquellos que me multiplicaban la edad al principio y a los que yo se la multiplico ahora al final. Por haberme enseñado a trabajar, a entender a los otros, a saber callarme y a hablar cuando tenía que hablar, a tratar a las familias y a otras muchas cosas.

Gracias a mis alumnos, que han permitido que trabaje en lo que más me gusta. A todos esos alumnos que a lo largo de estos años, en los coles, en el instituto y en la universidad han hecho que cada día me levantara con ganas de trabajar, de intentar ayudarles en su camino. Han sido muchos, a algunos ya ni les reconozco y el acordarme de sus nombres es tarea harto compleja, pero ellos si se acuerdan de mí y hasta me reconocen. Tengo un grupo de whatsapp, con algunos de ellos ya cincuentones. Hace un par de años uno me llamó en medio de una conocida tienda de deportes de Pozuelo y me recordó viejos tiempos. Al despedirnos le dije: bueno a ver si nos vemos pronto y él me contestó que mejor no. Al ver la cara que puse me aclaró que es médico especialista en terminales. Y resulta que Javier, alumno del CEIP Infanta Elena, ahora triunfando como bailarín en Nueva York se acuerda de mí en una entrevista recientemente publicada aquí en la Voz de Pozuelo.

Gracias a esos alumnos que me hicieron poner los pies en la tierra y me demostraron que yo también tenía que aprender con ellos y de ellos. No se me olvidará un día dando clase a un grupo de alumnos ciegos. Había uno que no paraba de hablar y voy yo tan listo y le digo: cruza los brazos y ponte a leer. Claro su contestación fue un auténtico «zasca» como se dice ahora ¿Cómo leo con los dedos de los pies?

Gracias a la educación también pude conocer a Nieves, una maestra como la copa de un pino, y formar con ella una familia de lo más pedagógica. Tenemos un integrador social, Alejandro, y una maestra de Infantil, Silvia. Debe ser para poder conciliar la vida familiar y las vacaciones. Gracias a ellos porque me han entendido y apoyado hasta en esas ocasiones en que la vida profesional ha influido en la familiar.

Y gracias a Pozuelo de Alarcón, lugar al que vine por amor. Sus familias, maestros e instituciones me han permitido en estos últimos años disfrutar de  mi vocación de maestro y han hecho que me sienta un pozuelero más.

Y como todavía se pueden mandar deberes voy a encargar una tarea a quien corresponda: cuidad, confiad, respetad y apoyad a los maestros porque a ellos les habéis entregado el futuro de nuestra sociedad, estoy seguro, que pese a que no sean perfectos, con vuestra ayuda lograrán una sociedad mejor.

Luis León
Maestro jubilado y director durante años del Colegio Público Infanta Elena
Foto de Apertura: en clase con sus alumnos. Año 1977

DÍA DEL DOCENTE

Hace tan sólo una semana el Ayuntamiento celebraba el Día del Docente con un homenaje en la sala EducArte a los 22 profesores que se jubilan este curso; entre ellos Luis León.

Susana Pérez Quislant destacó tras el acto que este reconocimiento es fruto del compromiso municipal con la enseñanza. En palabras de la Alcaldesa “un compromiso que se asienta en tres pilares fundamentales: dedicación, profesionalidad y buen hacer”.

La regidora también alabó la labor de los docentes y dijo que “Pozuelo de Alarcón en un referente en materia de educación y vosotros sois una pieza clave de este éxito”.