Es uno de los rostros más conocidos de la ficción española. Lleva toda la vida sobre las tablas. La primera vez que se subió a un escenario lo hizo en Marruecos y desde entonces no ha parado de trabajar también delante de las cámaras. Pedro Manuel Ortiz o Pedro Casablanc es un actor vocacional que estudió Bellas Artes en Sevilla por si lo de la interpretación no se convertía en su modo de vida. Pensando -dice- como otros jóvenes desorientados de su época, en una alternativa en forma de oposición para trabajar como profesor de pintura. Las artes plásticas son su otra vocación, esa que le gustaría desarrollar un poco más. En plena gira con el montaje «Torquemada», que le trae mañana al Mira Teatro, nos atiende encantador para hablarnos de su trayectoria profesional.
- El actor nace en Marruecos y se hace en España. Creo que fue eso lo que le llevó a cambiar su apellido y… ¿Por qué decide estudiar Bellas Artes?
Nací en Casablanca, Marruecos, en una ciudad muy francesa en los años sesenta. Cuando me dediqué a ser actor adquirí el apellido como homenaje a la ciudad, era más vistoso, más cinematográfico. Estudié Bellas Artes porque en aquel momento no podía imaginar que iba a tener una carrera fructífera en cine y teatro. Como tantos pobres estudiantes desorientados pensaba en la posibilidad de sacar una oposición y trabajar como profesor de pintura; agrandar el mal del país que es el funcionariado. Pintar es mi segunda vocación, no se me da mal y me gustaría desarrollarla en el futuro.
- Lleva más de dos décadas sobre los escenarios ¿Qué recuerda hoy de sus comienzos en Sevilla?¿Y de la Expo 92?
Mis primeros pasos en el teatro estuvieron muy vinculados a la facultad de Bellas Artes de Sevilla y al Centro Andaluz de Teatro que abrió sus puertas a finales de los años ochenta. En la universidad empecé con un pequeño grupo de aficionados, compañeros pintores, diseñadores o profesores de dibujo. Luego, a nivel profesional, estuve en compañías en su mayoría desaparecidas como «La Jácara». Fueron comienzos de mucha excitación y emoción; de descubrir este oficio del que desde muy joven había estado enamorado. Siempre digo que lo mío ha sido vocación. También fueron difíciles porque con lo que ganábamos era complicado vivir pero supusieron una gran aventura. Imagínate… ir en furgoneta por los pueblos de Sevilla y más allá. Recuerdo aquella etapa de mi carrera con mucho cariño. Y aunque esa fue mi primera formación yo ya había hecho teatro en Casablanca. Con quince años en «La Casa de España» gracias a un grupo aficionado.
- De ahí al “ingreso” en La Abadía madrileña. Un centro neurálgico de tantas cosas…
Llegué a Madrid en 1991 gracias a Ángel Facio, dramaturgo y director escénico recientemente fallecido con el grupo «Los Goliardos» y el Centro Andaluz de Teatro. La Abadía fue un acceso necesario al teatro profesional. Estuve cuatro años y allí empecé a ser más reconocido en el teatro madrileño. Recuerdo que recibí el premio de la Unión de Actores. Fue una magnífica escuela; donde oficialmente aprendí a ser actor y donde conocí a grandes compañeros como Carmen Machi o Beatriz Argüello que siguen al pie del cañón en esta profesión tan difícil.
- A lo largo de los últimos años ha trabajado con Narros, Lima, Gómez, Townsend… lo mejor del panorama contemporáneo. Imagino que toda una escuela de teatro y de vida ¿no?
He tenido la suerte de trabajar muchísimo en teatro con grandes directores como Miguel Narros, Tamzin Townsend o José Luis Gómez. Para mí han sido fundamentales mis encuentros con Carles Alfaro, uno de los mejores directores de teatro que tenemos en España y en Francia con Peter Stein; un gran director alemán. De ellos he aprendido muchísimo. Narros fue el descubrimiento; un gran maestro. A partir de ahí la lista es inmensa desde Alfonso Zurro; el primero también en relación de amistad.
- Ahora con Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del montaje que le trae al Mira de Pozuelo de Alarcón mañana ¿Cómo surge protagonizar “Torquemada”?¿Cómo va la gira?
La verdad es que con Juan Carlos Pérez de la Fuente he compartido una magnífica experiencia. «Torquemada» surge de una llamada que me hizo él durante el confinamiento; hacia mucho tiempo que queríamos trabajar juntos pero no habíamos encontrado el texto apropiado. Yo soy un apasionado de la lectura y de la obra de Galdós. Así que cuando leí esta adaptación de Ignacio García May me quedé enamorado del texto. Tuve claro que quería hacerlo. La gira está siendo muy satisfactoria; venimos de Extremadura, seguimos en la Comunidad de Madrid y en diciembre vamos a Valencia una semana. En 2022 seguiremos recorriendo la geografía española con «Torquemada».
- Interpretar a todos los personajes de la tetralogía de Benito Pérez Galdós… ¿No es un poco locura?¿Lo afrontó como un reto más en su trayectoria profesional?
Hacer tantos personajes en una obra de teatro donde estás solo en escena para mi es una gozada; un regalo que me da el propio texto. Esa es la condición: que un solo actor lo haga todo. Cuatro personajes son el núcleo en torno a los cuales pivota el argumento de cada una de las novelas de Galdós y a partir de ahí van floreciendo otros muchos, como ramas de un árbol. Para un actor es un festival porque realmente la vocación responde a la necesidad de crear personajes, construir vidas paralelas a la tuya o vivir otras, transmitir al publico otras inquietudes y deseos. Cada personaje tiene dentro de sí una caja de sorpresas. Sobre todo cuando, como es el caso, están tan bien escritos y responden a una sicología tan bien definida. Y sí, siempre me han atraído los retos. Últimamente he hecho bastantes monólogos en teatro, unos más difíciles que otros. «Torquemada», a pesar de su dificultad, es muy divertido.
- Hablando de retos. Convertirse en Bárcenas en el cine y compartir interrogatorio otra vez con Manolo Solo como en el Teatro del Barrio ¿Qué ha sido de aquellos tiempos de corruptelas?¿La pandemia los ha borrado de la piel de toro?
Creo que el tema de la corrupción en la política, en el PP, nos va a sobrevivir. El caso Bárcenas no termina nunca. No creo que la pandemia haya ocultado ni reducido este mal endémico que tenemos en un país donde la picaresca siempre ha sido bien vista. Hay corruptela a todos los niveles; político, empresarial, en la judicatura… y la verdad es una lástima. Por otro lado, mis trabajos de actor en la obra «Ruz-Bárcenas» bajo la dirección de Alberto San Juan en el Teatro del Barrio y en la película «B» han sido grandes momentos de mi carrera. No creo que tenga otra oportunidad profesional tan rica y con tanta repercusión. Por la película de David Ilundain estuve nominado a un Goya. El papel de extesorero ha sido uno de los puntales de mi carrera; un momento de giro hacia algo mejor y me gustaría volver a meterme en la piel de otro protagonista. Ojalá se dieran las circunstancias. Pero creo que estas cosas ocurren una sola vez en la vida. Sin embargo, no me puedo quejar en absoluto de mi trabajo.
- Lo último en el cine “Josefina” de Javier Marco ¿Nos la recomienda? Antes con Almodóvar en “Dolor y Gloria” ¿Qué tal con el director manchego?
«Josefina» es una película que se acaba de estrenar protagonizada por Roberto Álamo y Emma Suárez donde hago un papel de una sola secuencia, muy pequeño. Con Almodóvar tuve la gran oportunidad de hacer un personaje en «Dolor y gloria» junto a Antonio Banderas con quien nunca había trabajado y al que admiro mucho por la labor que ha hecho y por cómo ha enfocado su carrera; es envidiable. Fue un privilegio trabajar en El Deseo, la productora más importante de España y una de las más reconocidas de Europa. Almodóvar es uno de los directores que ha creado marca en España. Todo un privilegio también que me llamara para intervenir casi de forma anónima en «Madres paralelas». Hay que buscarme en la película porque no se me ve fácilmente. Con Pedro Almodóvar se trabaja muy a gusto y me encantaría repetir.
- También ha trabajado en muchas series de televisión. Le recuerdo magnífico como Arzobispo Carrillo en “Isabel”, como Goya en “El Ministerio del Tiempo” o como Juan Rueda de “Mar de plástico”. Ahora acabo de disfrutar de sus apariciones en la primera temporada de “Vida Perfecta” y en “La Fortuna”. Hábleme de su paso por la ficción española y de trabajar con Leticia Dolera y Alejandro Amenábar…
Sí. En televisión he podido dar vida a grandes personajes. El ruso fue el primero, aquel policía corrupto que interpreté en la serie «Policías en el corazón de la calle» junto a José María Pou, Adolfo Fernández, Andrés Lima, Toni Acosta o Lola dueñas. El arzobispo Carrillo en «Isabel» fue una gran serie de época aunque ya había hecho «La Princesa de Éboli» con Eduard Fernández. Interpretar a Goya en «El Ministerio del Tiempo» fue un honor, un gran regalo para un apasionado de la pintura. Yo era espectador y fue una enorme sorpresa recibir el encargo. Juan Rueda en «Mar de plástico» o Pablo Acosta en «Motivos personales» son mis villanos favoritos. Con Juan Rueda gané el Premio Ondas y el de la Unión de Actores; fue un buen personaje con una gran aceptación que, gracias a las plataformas digitales y a la revisión permanente de la serie, la gente sigue recordando. En «la Fortuna» he tenido la suerte de trabajar con Stanley Tucci , un actor americano de proyección internacional y con Alejandro Amenábar, uno de los lujos que tenemos en nuestro país. «Vida perfecta» ha sido una bonita experiencia.
- ¿Hay nuevos proyectos a la vuelta de la esquina?
Los que se van hacer realidad a partir del año que viene. Te puedo adelantar el estreno de la serie «El universo de Oliver» de Alexis Morante en la que interpreto a un abuelo enloquecido con la llegada del cometa Halley y de la nueva película de Chus Gutiérrez, «Sin ti no puedo». También hay una serie que hice en Portugal en la que me convierto en el atracador de bancos El solitario y otra película en París. Como ves, varios estrenos pendientes de los que estoy muy orgulloso.
- Vive a veinte minutos de Pozuelo de Alarcón ¿Qué tiene de especial la zona noroeste de Madrid?¿Y el vecindario?¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Hace mucho tiempo que vivo en la sierra, entre Hoyo de Manzanares y Torrelodones. Residía en el centro de Madrid pero tomé la decisión de tener hijos en un entorno más natural y alejado de la gran ciudad. Como tanta gente. Ahora vivo en un pueblo donde puedo salir tranquilamente a sus terrazas para tomar café o una caña, donde nos conocemos todos. Me encanta compartir conversaciones con el vecindario. La vida es muy cómoda y muy apetecible. En mi tiempo libre suelo disfrutar de la naturaleza y dar grandes paseos; soy una persona que sale poco. Me gusta disfrutar del cine en casa y cuando puedo visito las salas.
Asunción Mateos Villar