La primera vez que Santi Sánchez se puso la túnica tenía veinte años y estaba dispuesto a comerse el mundo. Animaba la noche ejerciendo de presentador y pinchadiscos en una sala por la que pasaban artistas internacionales como C.C. Catch y nacionales como Joaquín Sabina, Alaska o Loquillo. La de Lis fue flor de un día. La fama le llegó con Los Inhumanos y ahora recorre el país con La Banda del Capitán Inhumano. Odia el reguetón y ama los bares. Su padre es hostelero así que de casta le viene al galgo.
Hace treinta y cinco años aproximadamente descubres que eres inhumano y te vistes para la ocasión ¿Y eso?
Pues porque entonces era speaker en la cadena Morasol Costa donde también pinchaba discos. La verdad es que hacía un poco de todo. Se trataba de animar y pensé que podía hacerlo con una túnica. Aquello y formar parte de Los Inhumanos en 1988 supuso el comienzo de mi carrera artística. Había estado antes en Flor de Lis, un grupo local sin mayor trascendencia. Los fines de semana los pasaba presentando también en otros locales de la comunidad de Madrid.
Siempre he tenido la impresión de que Los Inhumanos era una rara avis a finales de los ochenta que siguió volando en los noventa ¿Por qué esas canciones tan diferentes a las que se colaban en radios y bares?
Yo creo que los 80 y los 90 fueron épocas de muchísima creatividad en la que cada uno decía un poquito lo que quería. A diferencia de hoy eras mucho más libre para expresarte como te daba la gana. Inhumanos era eso. Era una sátira de lo que pasaba; Treinta Hombres Solos es una sátira de Un Hombre Solo del disco de Julio Iglesias, Me quiero una sátira del Te Quiero de Hombres G. La clave era cantar y hacer cosas divertidas para pasarlo bien. Tuvimos la suerte de que eso caló en la sociedad del momento y creo que en la de ahora también… Estamos muy necesitados de poder decir lo que nos da la gana (risas) siempre en clave de humor y haciendo partícipe a la gente de ese sentido del humor que nos caracteriza y que nos ha caracterizado a lo largo de nuestra historia.
¿Qué ha significado la túnica en tu vida? Habéis tenido que pasar un calor…
La túnica, como te comentaba antes, simbolizó el comienzo profesional de mi carrera. Era un momento divertido en el que tienes la sensación de inmortalidad y todopoderosismo que te da tener veinte años. Yo era un personaje muy conocido en la noche; trabajaba para grandes cadenas tanto de relaciones públicas, disyóquey o animador y estaba muy metido en ese mundo también por tendencia o tradición familiar. Mi padre es hostelero de toda la vida y tenía una empresa muy potente de suministros. Conocí a los propietarios de muchos locales por ser sus clientes. En ese momento mi futuro pasaba por la música pero también podría haberme dedicado al negocio familiar o hubiera acabado siendo político (risas) no lo sé… nunca se sabe. Ah! y con la túnica hemos pasado más frío que calor. Me viene a la cabeza un concierto durante una concentración en Cuéllar a 7 grados bajo cero. En los años noventa los focos daban calor pero no recuerdo pasarlo en exceso. Ahora con los led no sube tanto la temperatura.
¿Me puedes resumir tu trayectoria en el mundo de la música?¿Qué pasó con el cambio de siglo?
Me atrevería a decir que yo era un chaval con muchas ganas y cierto potencial -modestia aparte- y apuntaba un poco como disyóquey. Más por mi facilidad para animar o montar espectáculos en las cabinas que por mi calidad técnica. Además a los veinte años todo un personaje de la noche; un relaciones públicas. Estuve quince años con Los Inhumanos pero también he montado disco-bares y he trabajado en radio; en la emisora que después fue Onda Cero Torrejón. Llevé salas como Oh! Madrid o locales en la zona norte de la región. Decidí que me motivaba el tema de la venta y monté una agencia de espectáculos y hasta una revista de distribución gratuita por todo el corredor del Henares… Todo eso lo compaginaba con “Los tres temores”, un show muy divertido en el que pinchaba canciones ensalzando la música que me gustaba y criticando la que no. Fui representante de Los Inhumanos a nivel internacional. Luego hice con Toño, Peter y Alfonso un proyecto paralelo que se llamaba “La banda del capitán canalla” movido por el cansancio. He de reconocer que hubo un momento en el que hasta la túnica me incomodaba. Con la banda del capitán canalla volví porque creo que la echaba de menos. Quizás tenía que perder la túnica para valorarla. Luis, Dani, Fuji y yo seguimos con La Banda del Capitán Inhumano.
¿Cómo surge montarla?¿Cómo sois y a qué dedicáis el tiempo libre?
De la necesidad de aprender de los errores del pasado y quedarme con los mejores momentos de cada etapa de mi carrera musical. Nosotros vivimos el presente sin renunciar al pasado pero sin quedarnos anclados en esos momentos porque nos acabaríamos convirtiendo en una parodia de nosotros mismos. De lo que fuimos. Nuestros conciertos son un puñado de éxitos del pasado pero siendo conscientes de los avances y cambios que ha habido en la sociedad. Sin renunciar a nuestra esencia pero con canciones nuevas también como “Vámonos al Bar” que es un guiño que hicimos a la hostelería en tiempos de pandemia con el sentido del humor que nos ha caracterizado y aportando energía positiva en cada concierto. Y aquí estamos. En lo que particularmente considero uno de los mejores momentos de mi carrera.
Además de la hostelería, el reguetón también ha sido objeto de vuestro interés. Cuéntame un poquito…
La hostelería y el reguetón forman parte de nuestra vida. Soy hijo de hostelero y he trabajado en todas las facetas; desde poner cafés a pinchar en la cabina. Lo he vivido desde pequeñito en familia y he tenido negocios propios. Siempre he hecho guiños a la hostelería como el Duba-Duba que no deja de ser una canción muy de bar pero lo de Vámonos al Bar es un himno que nos hizo presentarla en asociaciones de hostelería desde Murcia a Santander pasando por Madrid o Castilla La Mancha. Y… ¡Qué te voy a decir del reguetón! Creo que es la anti música, un estilo con el que no me identifico nada por muchas razones; primero porque ha entrado como una apisonadora. Pensábamos que iba a ser una moda pasajera y lleva ya demasiados años entre nosotros. El problema, hablando un poco en serio es que en los ochenta y más atrás tenías distintos estilos: pop, rock, punk, heavy, techno, dance… distintas músicas para distintas horas del día y para distintos momentos emocionales. Pero ahora la gente que escucha reguetón no escucha otra cosa. La gente jovencita sobre todo ha perdido una riqueza musical y cultural brutal. Yo me podía levantar y escuchar a Pavarotti mientras desayunaba y tecno dance en un after a las seis de la mañana. O conducir con Perales y relajarme con The Corrs. A día de hoy sigo disfrutando con AC/DC y Guns N’ Roses. Pero los amantes del reguetón no escuchan otra música y encima quieren imponer un criterio de machismo a otras composiciones de artistas como Mecano o Loquillo para censurar canciones. O incluso nuestras. No termino de entenderlo. Maluma puede cantar lo que quiera y nosotros somos machistas por decir que las chicas no tienen pilila. Ahora hemos llevado nuestro Odio el Reguetón al terreno country con una versión grabada con Joaquín Padilla que es un tío fantástico.
Otra de las cuestiones que os tiene entretenidos es la gira por los pueblos de España. Como “La Barraca” de Lorca pero con ropajes de convento en lugar de mono azul ¿Cómo va la de este año?
No me gusta andar con paños calientes, hay que ser honesto con uno mismo. Veníamos de una pandemia horrorosa y al año siguiente los medios de comunicación decían que la música en directo había vuelto con fuerza. Lo que nosotros hacemos es demasiado alegre y lo que se proponía era más tranquilo. Pero es que era lo que hacía falta; había que socializar. Mejor interactuar que vivir tristes y ojerosos. Pero se corrieron pocos riesgos. Después ha girado todo el mundo; todos los artistas a nivel mundial. Es cierto que hay conciertos y mucha música pero en nuestro caso se concentra en fiestas patronales y fines de semana. Esta gira tiene un sabor agridulce a pesar de ser maravillosa. Somos animales de escenario conscientes de que no hemos terminado de recuperar ese punto festivo. A nivel personal esperaba más porque es la gira del 35 Aniversario pero quizás no hemos sido capaces de venderla. A pesar de todo, esto es un no parar.
Precisamente. El próximo 8 de septiembre recaláis en Pozuelo dentro del Pop Tour ¿Qué nos espera la noche de la Quedada Generacional?
Algunas sorpresas. Es la primera vez que podréis verme cantar con Joaquín Padilla, ex de Iguana Tango, “Odio el reguetón”. Nunca la hemos cantado juntos y lo haremos en exclusiva para los vecinos de Pozuelo de Alarcón. Y por supuesto habrá más sorpresas. Que no cuento porque dejarían de serlo.