El cura del pueblo pudo haber sido capellán castrense en la marina pero prefirió pastorear almas en tierra firme. Las primeras durante dos décadas en una diócesis de Ciudad Rodrigo, cercana a la aldea de Villavieja de Yeltes, donde nació hace noventa y cuatro años.

Su padrino era Jefe Militar de la Marina pero nuestro cura y vecino desde hace más de cuatro décadas no se veía en un barco ni en alta mar a pesar de la ilusión que le hacía dejar Salamanca. Pudo haberse instalado en el barrio de Carabanchel pero aquí hacía más falta. Don Segundo, el párroco de Pozuelo estaba muy enfermo y necesitaba ayuda. Así que se instaló en la Casa de Cristo Rey -hoy Ayuntamiento- y comenzó a celebrar Eucaristías. A la muerte del párroco no pudo sustituirle porque no pertenecía a la diócesis de Madrid así que se quedó como coadjutor de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora.

Cuando Don José Manuel llegó a Pozuelo había fábricas de curtidos y se mantenían tradiciones como la bendición de los campos porque existían zonas dedicadas a la siembra y al cultivo. Una vez, tras rociar la tierra de agua bendita, invitó a los asistentes a tomarse un café a la casa de espiritualidad en la que se había alojado. Sin saber que aquello no era costumbre. Pero lo de Dios proveerá hizo que esa mañana nadie se quedase sin desayunar. «Cuando yo vine aquí las monjas de La Atalaya estaban construyendo el colegio y yo decía misa en un salón que tenían en el segundo piso».

En los años setenta y ochenta en Pozuelo había Adoración Nocturna y un movimiento juvenil muy importante con coro y grupos que se preparaban para recibir la Confirmación. Hoy todo es diferente. Don José Manuel reconoce que se ha notado la aparición de los nuevos templos y que en el pueblo cada vez se ofician menos sacramentos. Antes se celebraban todos y muy a menudo.

“Hay gente que me para en la calle y me dice pero Don José Manuel ¿No sabe quién soy? Usted me casó y bautizó a mis hijos. De algunos no me acuerdo. He perdido la cuenta de los niños que he bautizado y las parejas que he casado»

Asunción Mateos Villar