Los apodos
Como saben ustedes perfectamente en los pueblos se ha usado siempre la popular costumbre de los apodos. Contaba mi abuelo el problema de un amigo notario que debía organizar una herencia de un habitante de no sé que lugar de Castilla y sólo tenía la referencia onomástica de su apodo: “el tío Mea”. Pero en el mismo Pozuelo, -estoy recordando la década de los cuarenta- se suscitaba, por ello, algún pequeño problema: el asunto del teléfono. El mío, actualmente, termina en 10, que era el número de mi abuelo Cirilo y, luego, de mis padres. Después, ya con el...
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