Tenía que pasar. No solo porque era la primera vez que los Goya se celebraban en Málaga. No solo porque Antonio Banderas es malagueño. No solo porque el protagonista de «Dolor y Gloria» está nominado al Oscar. No solo porque el actor abría en 2019 las puertas de un teatro en la capital andaluza. No solo porque además de estar vivo -tres años después de su infarto- se siente vivo. Tanto como el cine español. Que, independientemente del discurrir de una gala que vieron tres millones y medio de personas y de los comentarios en redes sociales de miles de expertos en la materia, goza de buena salud.
Las historias que aspiraban a mejor película en la 34 edición de los Premios de la Academia de Cine son tremendas. Todas. Pero reconozco que me quedé con las ganas de ver a Alejandro Amenábar recoger algún cabezón más. Porque «Mientras dure la guerra» aporta una visión diferente -en algunos momentos brillante- al episodio más triste de nuestra historia reciente y eso tiene mucho mérito. Además, ahora no se dejaría las esculturas olvidadas al salir del irreconocible palacio de los deportes José María Martín Carpena.
Andreu Buenafuente y Silvia Abril sabían que no iba a ser fácil superar la gala del año pasado en Sevilla. Estaban tan seguros de lo complicado de repetir que decidieron incorporar al guion insinuaciones sobre las críticas que llegarían y se destaparon en el último momento. No quisieron ser protagonistas sino actores de reparto en un largometraje con excelentes interpretaciones como las de Belén Cuesta, Julieta Serrano, Benedicta Sánchez, Belén Funes, Irene Moray, Silvia Benegas, Nata Molina, Enric Auquer, Eduard Fernández, Benito Zambrano, Salvador Simó, Javier Ruibal y muchos más. En el que hubo algún que otro cameo.
Pablo Alborán fue el primero. El cantante interpretó una emocionante versión de «Sobreviviré», una canción compuesta por Paco Ortega para la película del mismo título de Menkes y Albacete estrenada en 1999 y protagonizada por Juan Diego Botto y Enma Suárez. Su banda sonora firmada por el propio Ortega e interpretada por artistas como Ray Heredia, Estrella Morente o Manzanita ha pasado a la historia del cine español con 150.000 copias vendidas.
A Amaia le tocó la parte más emotiva de la gala; la previa a la entrega del Goya de Honor a Pepa Flores que recogieron sus hijas Celia, María y Tamara. Y le cantó a Pepita con toda la admiración y el respeto que, desde siempre y a pesar de su juventud, le profesa. La fusión entre su voz y las imágenes de Marisol proyectándose sobre un cubo fue el momento mágico de la velada. Otro… ver a Antonio Banderas bailar, minutos después de recoger su Goya a Mejor Actor, un fragmento de «A chorus line».
Fue la noche del malagueño pero, sobre todo, la de Pedro Almodóvar. Le tocaba. Porque su «Dolor y Gloria» también nos ha tocado recorriendo su vida y la de muchos. Los escenarios, las interpretaciones, los planos, la música… todo está cuidado con una elegancia tan exquisita como arriesgada. Sus Goya a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original son una buena carta de recomendación para acudir relajado al Teatro Dolby de Los Ángeles el próximo 9 febrero.
El viaje interior del manchego opta a dos estatuillas -Mejor Actor y Mejor Película de Habla No Inglesa- y una de ellas la va a entregar Penélope Cruz. Como cuando decidió contar todo sobre su madre.
Asunción Mateos Villar
Foto apertura: EFE/Jorge Zapata
Fotos interior: rtve